Cardenal de Venezuela: «Los personajes históricos no deben igualarse con Jesucristo»

“No podemos igualar a ningún héroe o líder humano o ningún gobernante con Jesucristo, ni tributarle culto religioso, como a Jesucristo”, enfatizó el arzobispo de Caracas, Venezuela, cardenal Jorge Urosa Savino,  durante su homilía en la misa del Domingo de Ramos celebrada en la catedral de Caracas. El purpurado dedicó su homilía para iluminar a los fieles sobre la Divinidad de Cristo y aclarar la confusión creada con algunas afirmaciones recientes de tipo religioso, hechas por personajes de la política nacional, en el marco de la contienda electoral y sobre el fallecido presidente Hugo Chávez.

 

El arzobispo de Caracas, Venezuela, cardenal Jorge Urosa Savino, celebró este domingo la misa del Domingo de Ramos en la catedral de Caracas y dedicó su homilía para iluminar a los fieles sobre la Divinidad de Cristo y aclarar la confusión creada con algunas afirmaciones recientes de tipo religioso, hechas por personajes de la política nacional en el marco de la contienda electoral y sobre el fallecido presidente Hugo Chávez


Jesús es único e irrepetible
Extractos de la homilía del cardenal Urosa:

“La bellísima imagen del Nazareno de San Pablo, que representa a Jesucristo cargando con la cruz para redimirnos de nuestros pecados, despierta en nosotros una más intensa respuesta de fe: aquel que fue llevado a la muerte por proclamar su divinidad, aquel que sufrió el indecible suplicio de la cruz, luego de haber sido sometido a torturas y maltratos crueles e inhumanos, no es una persona cualquiera, no fue un simple líder o gran hombre de la humanidad, no fue un activista social.

“No, mis queridos hermanos. Jesús de Nazareth es mucho más. Es el mismo Dios hecho hombre, que fue enviado por nuestro amoroso Padre celestial para revelarnos así la inmensidad de su amor, y para enseñarnos el camino de una vida serena, apacible, recta, santa, pacífica y feliz, a fin de que, libres del pecado y de toda clase de maldad e ignorancia, alcancemos la felicidad y la salvación eterna.

San Pablo, en la carta a los filipenses lo proclama abiertamente: ¡Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre. Cuando san Pablo decía estas palabras: “Jesús es el Señor” estaba diciendo que Jesús es Dios, pues ese es el significado de la palabra “Kyrios”, Señor, en el lenguaje religioso del Antiguo y del Nuevo Testamento. Ese es el núcleo, el centro de nuestra fe y de nuestra santa Religión: que el enviado por Dios para guiarnos hacia la plenitud de la vida, comenzando aquí en la tierra, y para que la disfrutemos por toda la eternidad, es su Hijo Unigénito, la segunda persona de la Santísima Trinidad, el mismo Dios que se hizo hombre, y asumió nuestra naturaleza humana en todo, menos en el pecado.

“Jesucristo no es cualquier persona: no es un profeta como los del Antiguo testamento; no es un gran santo como san José, san Pablo o san Antonio, san Ignacio de Loyola, o san Juan Bosco; no es un jefe o caudillo y benefactor de los pueblos. Es mucho más que eso. Es el mismo Dios que se encarnó y se hizo semejante a nosotros para elevarnos a la condición maravillosa de hijos de Dios.

Ese es el contenido de la fe cristiana en Jesucristo. Jesús es la misma Divinidad encarnada. Y por eso Jesucristo, aunque está inmerso en la historia, está en una esfera, en un nivel, en un plano superior y totalmente distinto al de los héroes o líderes de la historia. En un plano sobrenatural, trascendente, religioso.

“Por ello no podemos igualar a ningún héroe o líder humano o ningún gobernante con Jesucristo, ni tributarle culto religioso, como a Jesucristo. No podemos equiparar la esfera sobrenatural y religiosa a la natural, terrenal y socio-política. Y es muy importante que tengamos esto en cuenta y que así lo digamos, rechazando cualquier nivelación de Jesucristo con personalidades humanas. Jesús es único e irrepetible, Es Dios mismo, sólo al cual podemos adorar”, concluyó el arzobispo. (AICA)

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