Aseguran que Alto Paraná se aleja de la comunidad de Esperanza

Cuestionaron a la multinacional, al igual que las reuniones públicas en Puerto Piray y Eldorado, por el uso de agrotóxicos que provocarían daños a la salud y al ambiente, escaso apoyo a la comunidad por parte de la firma, reducción de mano de obra y cuestiones referidas a la relación con sus proveedores locales. Afirman que tampoco da oportunidades de reinserción laboral a operarios que deja sin trabajo por mecanización.

Se realizó el jueves la tercera reunión pública que promueve la certificadora internacional Rainforest Alliance en el marco de la auditoria que se lleva adelante a la empresa Alto Paraná, la forestal más grande en territorio misionero, como paso obligatorio en el proceso de certificación FSC que encara dicha firma. Esta vez fueron los integrantes de la comunidad de Puerto Esperanza quienes tuvieron la oportunidad de explicar de qué modo los afecta la presencia de la forestal de capitales chilenos. Al igual que en las dos reuniones anteriores, realizadas en Puerto Piray y Eldorado, se escucharon reclamos por el uso de agrotóxicos que provocarían daños a la salud y al medioambiente, escaso apoyo a la comunidad por parte de la firma, reducción de mano de obra y cuestiones referidas a la relación con sus proveedores locales. Otro de los denominadores comunes en los planteos presentados por los participantes de las tres reuniones, fue el temor a las represalias de la compañía.

 

Los participantes del encuentro que se llevó a cabo en el Club de las Madres, en el que participaron estudiantes, empresarios, profesionales, trabajadores, docentes y hasta el propio intendente Alfredo Gruber, consideraron que en los últimos años fue notorio el alejamiento de Alto Paraná hacia la comunidad. Cuestionaron duramente que la empresa haya restado apoyo a la escuela privada Los Lapachos, entidad que apadrinan y que demuestren poco interés en mejorar las condiciones de vida y sumar nuevas oportunidades para los pobladores del lugar. “Hay un divorcio entre la sociedad y la empresa y es la comunidad la que tiene que pagar los platos rotos. Nunca encontramos respuesta, cuando queremos acercar un planteo a la firma, resulta que esa cuestión nunca se resuelve localmente sino que hay que remitir todo a Buenos Aires, las respuestas nunca están acá”, cuestionó una docente de esa ciudad.

 

Tras participar del encuentro, Alfredo Gruber señaló a Misiones On Line que “Alto Paraná no hace nada en la parte social. Uno siente que la gente está molesta. A nosotros nos tocó atender a los que APSA dejó sin trabajo en los últimos años, la mayoría era gente que trabajaba en contratistas con las que la empresa dejó de operar. Pagan sus impuestos pero no se comportan como una empresa líder”.

 

Remarcó que la compañía ya no hace cosas que hasta hace poco hacía a favor de la comunidad. “Dejaron de apoyar a su escuela Los Lapachos, a la que todos los días le están sacando presupuesto, cada día está más ajustada, también a la escuela 611, que está cerca de su planta de celulosa y que hoy ya no recibe nada de la firma”, señaló.

 

Recordó que antes del paso a manos chilenas, la empresa tenía un centro médico en plena avenida San Martín (la principal de Esperanza) pero luego ese centro asistencial se desmanteló por decisión de la compañía. “Si se enfermaba algún chico se lo podía atender gratuitamente ahí, eso se perdió y la comunidad lo sintió”, afirmó.

 

Consideró que APSA hace “poco y nada” por mejorar la situación de los habitantes de Esperanza, como ejemplo citó que desde hace varios años el municipio solicita que la compañía done un predio para que allí funcione una escuela de oficios, pero se niegan sistemáticamente a colaborar.

 

Explicó que el proceso de mecanización de tareas de campo que la empresa encaró en los últimos años generó la pérdida de numerosas fuentes de trabajo. Aclaró que desde el municipio no están en contra de la modernización de la actividad, pero opinó que la empresa debería hacer un esfuerzo mayor por generar opciones para que los obreros que quedan desempleados tengan un ingreso.

 

Desde diversos sectores se cuestionó también por supuestos incumplimientos a acuerdos alcanzados para mitigar el impacto negativo de la mecanización. Refirieron que en el municipio de Libertad la empresa se comprometió a reubicar a 60 motosierristas desplazados en un vivero que produciría alimentos. Indicaron que un año después de la puesta en funcionamiento de ese emprendimiento, la compañía retiró a su asesor técnico. Sin apuntalamiento profesional en producción y comercialización, el proyecto hoy está abandonado.

 

Basurero a cielo abierto. Desde el Sindicato Obrero de la Industria Maderera de Eldorado (SOIME) aseguraron que Alto Paraná no cumple con la clasificación de la basura que genera su planta papelera. Explicaron que instan a su personal a depositar la basura en recipientes separados, pero que después todo ese material se junta y se deposita a cielo abierto junto al sector de ingreso de madera de dicha planta. Indicaron que incluso se realizan quemas y que la humareda invade varios sectores de la planta y perjudica a los empleados.

 

Caminos destruidos. Una de las críticas reiteradas en las tres reuniones llevadas adelante en los últimos dos días en el marco del proceso de certificación de Alto Paraná fue la destrucción de los caminos usados por los camiones que descargan insumos y materia prima en las plantas industriales de dicha compañía.

Un grupo de habitantes de Puerto Piray, a los que se sumaron docentes que trabajan en la zona, aseguraron que el mal estado del acceso a esa localidad provocó varios accidentes, entre ellos uno fatal, en los últimos años. Explicaron que el constante transcurrir de camiones cargados con materia prima para la planta de tableros de fibra de madera y el aserradero y caldera de Alto Paraná, terminaron generando una huella en el acceso asfaltado a la localidad, similar a las que se forman en caminos fangosos. Explicaron que ese defecto en el camino no perjudica significativamente a los camiones, pero sí afectan severamente la circulación de vehículos de menor porte.

La misma queja manifestaron vecinos de Puerto Esperanza en relación al acceso Norte a esa localidad,que es utilizado por camiones para ingresar a la planta de pasta celulósica de Alto Paraná. Aseguraron que ese camino tiene numerosos baches y no está iluminado. Desde ambas comunidades indicaron que cuando el tema fue planteado a la compañía esta mostró poco interés por generar mejoras.

Empresarios y profesionales se quejaron también por el mal estado en que quedan los caminos vecinales terrados que son utilizados por Alto Paraná para sacar material de sus plantaciones.

 

Abuso de posición en el mercado

 

Empresarios y profesionales que participaron de las reuniones que la certificadora internacional Rainforest Alliance promueve como parte del proceso de certificación bajo estándares FSC que enfrenta la empresa Alto Paraná SA coincidieron en varios cuestionamientos relacionados a las políticas de manejo, administración y compras de la compañía.

 

Hugo Reis, vicepresidente del Colegio de Ingenieros Forestales de Misiones (Coiform), Gabriel Marangoni, titular de la Asociación de Madereros, Aserraderos y Afines del Alto Paraná (Amayadap), José Saiz, gerente de Asociación Forestal Argentina Regional NEA (Afoa NEA) y el empresario Daniel Duran coincidieron en considerar que son muy bajos los precios que paga Alto Paraná a sus proveedores locales por chips, raleo y despunte, materiales utilizados en las plantas de la chilena para elaborar pasta celulósica y tableros de fibra tipo MDF. Varios de ellos aseguraron que la empresa paga en mejores condiciones a proveedores correntinos y argumentaron que lo hace para generar sobreoferta en Misiones y “planchar” los precios.

Marangoni, quien participó de la reunión en Eldorado, tildó de “amarretes” a los chilenos y aseguró que son “muy duros” en la negociación.

Por su parte Hugo Reis consideró que Alto Paraná «abusa» de su posición dominante como principal demandante de raleo y chips para mantener bajos los precios de esos materiales.

Explicó que eso afecta no solo a los forestadores sino que genera una reducción en la demanda de mano de obra. Argumentó que los precios bajos desalientan a los empresarios a hacer raleos, lo que disminuye la demanda de mano de obra de contratistas forestales y de fletes. “Estamos viendo cada vez más plantaciones en las que se elige hacer ‘raleo muerto’ (dejar los troncos en el campo) o directamente abandonar las plantaciones, lo que además provoca una caída en la calidad del producto final”, dijo.

 

 

 

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas