Obispo Martínez: “Es fundamental la estructuración ética de los mercados”

El obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez se refirió a la actual crisis financiera y advirtió que “los mercados monetarios, financieros y comerciales; han de ser estabilizados y mejor coordinados y controlados”

El obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez, se refirió a la actual crisis financiera y política que azota al hemisferio norte y tiene réplicas en el resto del plantea. Insistió en que “actualmente son muchos los que reconocen que es necesario un nuevo modelo de desarrollo, así como una nueva visión de la economía”, y abogó por una recuperación de una “correcta escala de valores y bienes” que tengan a Dios como referencia última.

“Para salir de la actual crisis financiera y económica, que tiene como efecto un aumento de las desigualdades, se necesitan personas, grupos e instituciones que promuevan la vida, favoreciendo la creatividad humana para aprovechar incluso la crisis como una ocasión de discernimiento y un nuevo modelo económico”, indicó el obispo.

Asimismo, monseñor Martínez elevó una crítica al modelo de producción neoliberal, que postulaba la maximización del provecho y del consumo, por proponer “una óptica individualista y egoísta, dirigida a valorar a las personas sólo por su capacidad de responder a las exigencias de la competitividad”.

“En concreto, dentro de la actividad económica, el que trabaja por la paz se configura como aquel que instaura con sus colaboradores y compañeros, con los clientes y los usuarios, relaciones de lealtad y de reciprocidad”, observó el obispo que ejerce su ministerio en el sur de la provincia de Misiones. “Se encuentra así trabajando no sólo para sí mismo, sino también para dar a los demás un futuro y un trabajo digno”, añadió.  Martínez también consideró necesario que los estados promuevan políticas de desarrollo industrial y agrícola que se preocupen por el progreso social y la universalización de un estado de derecho y democrático.

“Es fundamental e imprescindible, además, la estructuración ética de los mercados monetarios, financieros y comerciales; éstos han de ser estabilizados y mejor coordinados y controlados, de modo que no se cause daño a los más pobres”, subrayó el prelado.

 

El obispo también reiteró que todos los que trabajan por la paz “están llamados a cultivar la pasión por el bien común de la familia y la justicia social, así como el compromiso por una educación social idónea”.

“Ninguno puede ignorar o minimizar el papel decisivo de la familia, célula base de la sociedad desde el punto de vista demográfico, ético, pedagógico, económico y político –estimó-. Ésta tiene como vocación natural promover la vida: acompaña a las personas en su crecimiento y las anima a potenciarse mutuamente mediante el cuidado recíproco”.

“En concreto, la familia cristiana lleva consigo el germen del proyecto de educación de las personas según la medida del amor divino. La familia es uno de los sujetos sociales indispensables en la realización de una cultura de la paz. Es necesario tutelar el derecho de los padres y su papel primario en la educación de los hijos, en primer lugar en el ámbito moral y religioso. En la familia nacen y crecen los que trabajan por la paz, los futuros promotores de una cultura de la vida y del amor”, concluyó el prelado.

 

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