Reflexión dominical de monseñor Marcelo Martorell para este domingo

Monseñor Marcelo Raúl Martorell, Obispo Puerto Iguazú explica hoy que ya está próxima la Navidad y la alegría inunda el corazón de los creyentes y de toda la Iglesia. Jesús, el Mesías, llega y es el gran acontecimiento salvífico que celebra la Iglesia. 

Sin embargo continúa llamándonos y exhortándonos a la conversión del corazón para que le podamos recibir con amor. El tema de las dos primeras lecturas es la alegría: ¡“Exulta, hija de Sión”! ¡”Regocíjate de gozo Israel, y hazlo con todo tu corazón hija de Israel!” (Sof.3, 14).

 

Se alegra Israel porque Jerusalén será restaurada, pero por sobre todas las cosas por el cumplimiento de las promesas mesiánicas que el Profeta hace ya gustar con la presencia de Dios entre su Pueblo: “aquel día se dirá…está el medio de ti el Señor como poderoso salvador” (Ib17-18). “Aquel día” tan lleno de gozo será el nacimiento de Jesús en Belén. Se llena de alegría Israel y se goza la Iglesia porque vendrá en medio de los hombres el Mesías, Jesús, Dios hecho Hombre, a vivir entre los hombres trayéndonos la salvación. La Iglesia toda, cada año conmemora con alegría el nacimiento del salvador y es por esto que nos exhorta hoy a llenar el corazón de alegría. Si bien fue un hecho ya cumplido, nos exhorta a la conversión del corazón ya que estamos en continuo camino hacia el Señor en su venida definitiva.

La conversión del corazón no nos sume en la tristeza, sino en la alegría, como nos enseña el Apóstol: “Alegraos siempre en el Señor y regocijaos. Llenaos de gozo, os repito “el Señor está cerca, porque ya ha venido; y porque volverá” (Fil. 4, 4-5). Cada Navidad, hermanos, si la vivimos en el piadoso amor de Dios -es decir religiosamente- nos dará la gracia de unirnos a Él de una forma especial y de descubrir al Señor de una forma nueva y más profunda. Como preparación a la venida del Señor, San Pablo nos propone la bondad: “vuestra amabilidad sea notoria con todos los hombres” (Ib. 5).

El mismo evangelio insiste sobre este tema a través de la predicación de Juan, el Bautista: ”enderezad los caminos, preparad vuestras almas para la venida del Señor. ¿Qué tenemos que hacer? le preguntaban los oyentes (Lc. 3,10) (y hoy nosotros nos hacemos la misma pregunta). Y él les respondía: “el que tiene dos túnicas dé una al que no la tiene y el que tiene de comer haga lo mismo” (Ib. 11). La caridad para con el prójimo unida al amor de Dios es el punto central de la conversión. El hombre egoísta, sólo preocupado por sus intereses, debe cambiar de actitud y preocuparse más por el bien de los hermanos. Y cada uno de nosotros sabe de qué cosas debe preocuparse. Juan no pide grandes cosas sino la actitud caritativa en lo cotidiano. Nos habla de la justicia y la caridad, de no explotar a nuestro prójimo, ser honrados en el cumplimiento de nuestros deberes…

Jesús hoy nos responde lo mismo. Este es el camino para una preparación digna y cristiana de la Navidad y Jesús quiere ser acogido no sólo en nuestro corazón, sino a través nuestro en el corazón de los hermanos, especialmente en el corazón de los más pobres y el de aquellos que más sufren. No nos olvidemos de la pregunta de los discípulos: “¿Señor, cuándo te dimos de comer o te vestimos? … Cuando lo habéis hecho con alguno de mis pequeños, conmigo lo habéis hecho” (Mt. 25, 37.40). ¡Cómo se identifica Jesús con los más pequeños y con los que sufren! Este debe ser el propósito de una Navidad cristiana: festejar el nacimiento del Señor, viviendo en lo más profundo de nuestro corazón el deseo de identificarnos con El.

Que la Virgen Madre nos ayude, desde nuestro corazón, a imitar el corazón de su Hijo.
3º DOMINGO DE ADVIENTO
(Is. 12,2)

Marcelo Raúl Martorell                                                                   Obispo Puerto Iguazú

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