El famoso arquitecto brasileño Oscar Niemeyer falleció ayer a los 104 años de edad, luego de estar gravemente internado. La noticia fue confirmada por médicos del Hospital Samaritano. Deja un valioso y gran legado en el mundo de la arquitectura. Sus obras pueden verse en el alma de la capital brasileña, Brasilia: El Congreso Nacional de Brasil, la Catedral de Brasilia y el Palacio de Planalto fueron fruto de su inagotable inspiración.
Niemeyer había nacido un 15 de diciembre de 1907 en Río de Janeiro, es decir que en diez días cumpliría los 105 años.
«No es el ángulo recto que me atrae, ni la línea recta, dura, inflexible, creada por el hombre. Lo que me atrae es la curva libre y sensual, la curva que encuentro en las montañas de mi país, en el curso sinuoso de sus ríos, en las olas del mar, en el cuerpo de la mujer preferida. De curvas es hecho todo el universo, el universo curvo de Einstein», fue una de las tantas frases para un soñador que se atrevió a mirar más allá.
Niemeyer fue hospitalizado durante dos semanas en mayo de este año por neumonía y deshidratación. Pasó otras dos semanas en un hospital en octubre, por deshidratación.
El estilo de Niemeyer quedó plasmado en todo tipo de obras, desde la catedral de Brasilia, con forma de corona, hasta el edificio ondulante del Partido Comunista Francés, en París.
Niemeyer evitó las estructuras de caja de acero de muchos arquitectos modernistas y se inspiró en las formas de la naturaleza. Sus obras emblemáticas incluyen la mayor parte del complejo de Naciones Unidas en Nueva York y el Museo de Arte Moderno en Niteroi.
