La nueva banda de Andrés Ciro Martínez trajo a Posadas la gira de presentación del nuevo disco llamado “27”. En el club Itapua se vio mucha nostalgia de los Piojos, mucha fiesta, mucho baile, mucho pogo, mucha transpiración en un ambiente casi familiero. Se observaban parejas grandes, seguidores de Ciro desde los inicios de los Piojos, pibes (en su sector), algunos muy chicos, con sus padres que los llevaron a disfrutar de la fiesta Persa.
Ciro, ese ecléctico artista, que con su megalómana manera de actuar ante el público, se robó toda la noche dominguera. Se llevó las ilusiones de quienes hace muchos años querían ver a los Piojos, la de los nuevos seguidores que conquisto con “Espejos” y “27”. El músico desbordo de arte el salón, acompañado de los Persas; quienes lo ayudaron a llevar adelante una noche perfecta, con mucha fiesta y alta calidad musical. Un espectáculo que desde la distribución del salón, las luces y el sonido, tenía todo perfectamente afinado para que sea perfecto.
El recital que comenzó demorado, por unos problemas técnicos mostró una cola de fans que rodeaba toda la cuadra del Itapua, ansiosos por entrar, compartían experiencias y mostraban sus banderas y camisetas. De tanto en tanto entre envases descartables con alguna bebida fría para aplacar el calor, surgían canciones, bailes improvisados y re-encuentros con amigos venidos de lejos para compartir la experiencia de ver al artista en vivo.
Ciro presentó como había adelantado a Radio Libertad un show con muchos climas, matizando canciones nuevas con clásicos de los Piojos. El momento más destacado fue cuando le propuso al público elegir entre dos clásicos de los Piojos, como son: “Todo pasa” y “Ando ganas” el cual fue el elegido pero que dejo un gusto a poco, porque la gente quería escuchar no uno sino ambos. Otro de los momentos que marcaron la noche, fue cuando se produjo el únicos disturbio de la noche, que Ciro, paro la música e increpo a los que querían pelear y les dijo “Así no, paren, esto es una fiesta” y se sentó en el escenario hasta ver que se separaban los involucrados.
Misioneros llegados desde los lugares más lejanos de la provincia, se reunieron en Posadas, para una fiesta con mucha música con ribetes stones, de blues y sones rioplatenses. Trapos, baile, sudor y mucha devoción por el ex lider de los Piojos se vio durante todo el recital.
Para vivenciar lo que fue la fiesta, había que estar, vivirlo. Una piba de Posadas, que no suele ir a los recitales de la ciudad, comento que fue a ver a su ídolo, al entrar en el salón, se fue ubicando, dimensionando el escenario en toda su magnitud. Observaba a la gente que iba ingresando y saludando conocidos. Ansiosa esperaba el inicio de la música. Al ingresar la banda el salón explotó, ella comenzó a vibrar con cada canción, que la fue empujando a bailar y meterse en el centro de la pista, donde todo era pasión y devoción a esa música con la que se identifica.
En determinado momento ella llegó a estar al borde del vallado a los pies del escenario, desde allí se emocionó hasta límites insospechados al sentir a ese su artista a milímetros de su piel. Con la pasión a flor de piel bailo, canto, coreo, respondió a cada juego que propuso Ciro como previa a cada tema. Se extasió al ver que su artista se sentaba frente a ella en el escenario a cantar algunas canciones, que se vivieron de una forma tan intima, donde músico y fans se unían en ese momento único e irrepetible. Cada vez que la banda anunciaba el fin del espectáculo ella tomaba fuerza y con todos los presentes, gritaban “Ciro no se va, no se va” o “una más, una más”.
Al finalizar el show ella, como todos, sintió el calor y el cansancio, con pies de plomo, se dirigió presurosa hacia fuera, donde la noche la esperaba con su frescor. Afuera todo era rostros felices, con los ojos brillantes y cuerpos cansados llenos de sudor. Allí la madrugada misionera marco el final del show y el comienzo de los recuerdo de esta primera Fiesta Persa en Posadas, pero que todos quieren que no sea la última.
