El adiós de una de las más vibrantes ediciones del Festival del Litoral

Cerca de 250 artistas reunidos en cuatro intensas noches, pasaron por el escenario del Festival Nacional de la Música del Litoral y del Mercosur 2012. Para el año que viene se buscará contar con un público interactivo a través de las redes sociales. 

Más de 30 mil personas disfrutaron de cuatro noches que culminaron a plena luna, pasión y folclore del mejor. Esta edición del festival más popular de la provincia marcó, definitivamente, un quiebre respecto a las ediciones anteriores, y lo que ya desde hace un par de años se vislumbraba como un renacer, se convirtió en una realidad marcando un piso de calidad tan alto, que la organización deberá esmerarse, y mucho, para superar lo logrado en esta oportunidad. Muchas veces casi subvalorados respecto a la aceptación del público en comparación a los artistas que nos llenan con su canto y música, los segmentos de ballet del Festival del Litoral descollaron por su calidad artística, puesta en escena y originalidad.

 

 

Los encargados de abrir la tarde-noche fueron los integrantes del Ballet Esencia de mi Tierra, ganador del prefestival y que ya representara a la provincia en varios festivales nacionales. Luego fue el turno del Ballet Oficial, que deslumbró con una representación de un museo imaginario donde conviven Andrés Guacurarí, el Pombero, el Yasí Yateré, un Mensú y el Lobizón, entre varios personajes tradicionales de la cultura y mitología misionera. Como tocados por una varita mágica, pero de isipó, los personajes cobran vida en manos de las musas al son de gualambao y chamamé. Bajo la dirección de Sergio Macrón, los más de 40 bailarines demostraron que la idea de hacer un casting a la hora de conformarlo, fue una gran decisión.

 

 

La Compañía de Arte de la Peña Itapúa fue la encargada de dar pie a los números centrales de la velada, y lo hizo de una manera sencillamente, genial. Homenajeando a la inmortal María Helena y con toda la impronta de la estética del artista plástico Bernardo Neumann, galoperas, polca y chamamé se fusionaron con el recuerdo de la Novia de Posadas. Todo un despliegue cromático de emociones y canción. Una genialidad.

 

 

 

El gualambao se pone caté 

Luego del Negro Reyes y su dosis de música y humor popular y casi chabacán, el Ensamble Nanneri representó el primer momento de expansión musical. Con dos violines, un teclado y una percusión en base a un cuenco del que brotaba mágica música y mucho más, el cuarteto regaló gualambaos tocados con una excelencia mayúscula y una pasión aún mayor. La brisa fresca del Paraná fundiéndose con esos acordes, será una postal inmanente en los corazones de un Anfiteatro que para cuando los últimos rayos del sol se apagaban ya lucía un lleno casi total.

 

 

Con camisas rojas de aopoí como pasaportes y la música como bandera, el maestro Rigoberto Arévalo y su conjunto de cuerdas se encargó de continuar con la excelencia musical. Romanticones como buenos paraguayos, “Recuerdos de Ypacaraí”,  “Pájaro Chogüí” y, obviamente, “Galopera”, unieron a un anfiteatro ya rebosante de público en una sola voz.

 

 

Si hay alguien que puede destruir la belleza musical con poder y categoría y además, apasionar al mejor estilo de una estrella del rock n’roll, es el Moni Encina. Desdentado, tosco, mujeriego y genial. “Samaniego tu sombrero” es un mega hit, y el “vo’ dijite” que usa permanentemente como muletilla, su carta de presentación. El Manuel Antonio Ramírez agradeció bailando al frontman de Energía Chamamesera, su conjunto musical.

 

 

Con un nivel de energía similar, pero con un mensaje bastante más social, Joselo Schuap cambió mano a mano su corazón con el del público y demostró que ya se ha convertido en un gran ídolo popular. Actitud, trayectoria y calidad artística, son monedas que se le caen de los bolsillos a este relator de la cotidianeidad misionera y también gran e inquieto productor/promotor de la causa artístico-social. ¿Cuántos artistas de por acá se atreven a pedir a viva voz las necesarias disculpas al pueblo paraguayo por esa atrocidad cometida cuando argentinos, brasileños y uruguayos patoteamos al Paraguay? “Perdón Paraguay” suena tan sincero en la voz de Schuap, que sería tan bueno que todos lo sintiéramos así… Un “Posadeña Linda” cantado con una pasión inexplicable (y secundado por Ramón, su creador) fue uno de los momentos cumbres de este gran Festival.

 

 

Para el final quedaron los dos números centrales de la velada. Soledad Pastorutti, futura mamá y ganadora de cualquier concurso de carisma y sensibilidad, demostró que en Posadas es ídolo total. Una banda de músicos poderosa y con su hermana como guardaespaldas sentimental, “El huracán de Arequito” cosechó elogios, piropos y mucho más.

 

 

Con las gradas de pie y fuegos artificiales en el cielo, La Sole hizo de las suyas, y si no revoleó el poncho, fue sólo porque lleva un tesoro precioso en su interior.

 

 

Menciones especiales

 

Como marca la tradición cada última noche de Festival, llegó la entrega del Mensú de Oro que este año fue para el padre Julián Zini. El correntino de 70 años, que lleva enraizada la música litoraleña, recibió con grata sorpresa esta distinción de manos del intendente de Posadas, Orlando Franco.

 

 

En tanto el premio Consagración, fue para los jóvenes de “Los Mitá”, una banda oriunda de Dos de Mayo que se proyecta como una gran promesa de la música misionera, combinando la ritmos litoraleños, con un humor que ‘descostilla de risa’ a grandes y chicos.

 

 

El secretario de Cultura y Turismo Municipal (y coordinador general del Festival), José María Arrúa, entregó el premio junto a Eduardo Sívori, coordinador  de la Fiesta del Chamamé, asegurando la presencia de Los Mitá en el Anfiteatro Cocomarola de Corrientes, cuando viva su fiesta del 9 al 22 de enero de 2013.

 

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