«¿Por qué María Ovando?»

El siguiente es un artículo de opinión del escritor y presidente de la Sadem, Aníbal Silvero. Último domingo de Octubre. Miles de televidentes en todo el país están a la expectativa de cuál será la siguiente nota del controvertido periodista Jorge Lanata: tiene seguidores acérrimos, posee detractores a ultranza. En Misiones, una mujer golpeada por la vida, en todos los sentidos, es objeto y sujeto de su entrevista.

 

 En diez minutos, la pobre señora –digo pobre en el más completo sentido de la palabra-, está en boca de miles. Y se abre un campo de debate. Otra vez el avezado periodista ha logrado dividir la opinión en dos y ha conseguido la repercusión nacional de sus palabras. Luego, como dice Serrat, “vuelve al pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas”.

 En lo que a mí respecta, Lanata no es santo de mi devoción. De lejos me parece un mercenario, y de cerca noto que lo es. Pero la entrevista que hizo mostró, como pocas veces, su faceta periodística. Es el Lanata periodista que hace rato no veía. Pero a la vez puso a María entre los hilos de dos grandes intereses que pujan en el país actualmente. No sé hasta qué punto también esto es saludable. Ya se nos ha dicho que cuando dos elefantes se pelean, el que más sufre es el pasto.  Y María es el pasto donde se ponen a combatir fuerzas titánicas que ella no comprende, y cuyas fuerzas quizás tampoco buscan ni les importa comprenderla. Fuerzas que sólo quieren imponerse en la batalla. Y desde esta perspectiva, María jamás se imaginó que podía ser el fusible por donde debe colapsar tanto interés de poder enfrentado.

Mi amigo Camilo Blajaquis sostiene que las cárceles se crearon para encerrar pobres, y que a través del tiempo lo que se logró fue legislar y refinar un poco esta costumbre medieval. Pero la raíz fue esa.

A María Ovando se le acusa de haber dejado morir a su hija de desnutrición, y luego enterrarla sin contarle a nadie. “Tiene que estar en la cárcel la asesina!”, gritan los detractores en Twitter.  El flamante jefe de policía de Misiones, Jorge Munaretto –el anterior fue removido hace unos meses- explica de esta forma la acción de matar: “Hoy por hoy el mundo es tan dinámico que hace que vivamos a mil y por ahí determinadas situaciones personales hacen que tomemos determinadas decisiones”. Aunque en este caso Munaretto no estaba hablando de Ovando, sino de la actitud “dinámica” de un sargento ayudante de su fuerza, que ultimó con una escopeta recortada a su pareja en Iguazú. Según la madre de la chica, este policía “la golpeaba y violaba de todas las formas posibles desde hace siete años”,  por lo cual hay numerosas denuncias. La última denuncia no se llegó a concretar: la víctima, en el intento, fue baleada a quemarropa por la espalda y ante la presencia de una oficial, todo esto dentro de la misma comisaría donde estaba realizando la denuncia.  Pero recordemos que María Ovando enterró a su hija muerta y no le contó a nadie, ¡qué horror!, exclaman en sus cuentas de facebook los ciudadanos pulcros del sistema, con una conexión de banda ancha y una lata de cerveza en el refrigerador. ¿Tienen idea, estos hombres y mujeres que juzgan a Ovando todo lo que tuvo que vivir María hasta el momento en que su hija se le murió en sus brazos? ¿Y lo que tuvo que padecer después? Señalar con el dedo y cubrirse el rostro con un antifaz es fácil, pero parece que cuesta proponer soluciones, como si necesariamente debiéramos estar siempre atados a criterios.

Y es mi deber informarles, en este punto, que la democracia no es  una palabra acabada. Hay que ir creciendo con ella y en ella. Y una de las formas de lograrlo es la independencia de poderes dentro del Estado, de tal forma que se equilibren entre sí. Nos cuenta el periodista Horacio Cambeiro, que es ciudadano norteamericano y afiliado al Partido Demócrata, que en dicho país el jefe de policía no lo elige el gobernador, sino el pueblo, lo mismo sucede con el Defensor del Pueblo, que además debe ser del partido opositor, y lo mismo sucede con todos los jueces del estado. Es para prevenir que una rama del poder se convierta en suprema, y para inducirlas a cooperar. Estos sistemas de gobierno que emplean la separación de poderes se crean típicamente con un sistema de «checks and balances» (controles y contrapesos). En nuestra provincia, por ejemplo,  por el caso María Ovando, la subsecretaría de Derechos Humanos prefiere guardar silencio, y ante un aviso de aumento del boleto urbano de pasajeros, dando otro ejemplo, el Defensor del Pueblo está esperando que suene su teléfono para recibir las instrucciones sobre qué decir y qué no decir. Uno piensa que tiene que llegar el día que el acto humano supere al color del acto político. Entonces habrá vencido el hombre, y no el Partido.

María no es solo María, son muchas Marías, y son Nuestras Marías que en todo el país, no sólo en Misiones, resultan víctimas de la extrema pobreza. Pero jamás sospechó esta víctima de la cínica estructura del sistema que se encontraría en la línea de fuego de los lanatistas y los antilanatistas.

Nosotros no necesitamos ser hipócritas: María Ovando no merece la cárcel, merece asistencia social. Esa opción existe y se llama Justicia Restaurativa. Yo escribí hace un tiempo un extenso artículo al respecto en mi Blog (“Cómo matar al criminal y salvar al  hombre”, http://www.elblogdesilvero.com.ar/?p=655). Resumiendo, da la oportunidad de reparar y hacerse consciente del daño que hace una persona, evita estigmatizar a la persona que ha cometido un delito. De este modo se evita la cárcel y se vuelve a reinsertar al agresor a la sociedad sin que ni la una ni la otra -ni el agresor ni la sociedad- se vea afectada. Este proceso debe estar monitoreado y dirigido por un grupo de profesionales: psicólogos, asistentes sociales, sociólogos. Yo pido Justicia Restaurativa para María Ovando, rescatarla del infierno que está sumergida, no sumergirla aún más en el calvario que ya padece.

Es Misiones quien tiene que dar la nota, no Lanata. En vez de cazar Ovandos, dediquémonos a rescatar Marías. Seamos pioneros con la Justicia Restaurativa en Misiones. Y veremos cómo la justicia social brilla con luz propia.

Artículo escrito por Aníbal Silvero. Escritor presidente de la Sociedad Argentina de Escritores filial Misiones.

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