Buenas y malas noticias

Escribe Juan Carlos Argüello, jefe de Redacción de Misiones On Line 

“Les tengo una mala noticia”. Así titularon muchos de los medios del país. ¿Cuál era? La presidenta Cristina Fernández anunciaba que se iba a cumplir con los vencimientos de deuda que todavía quedan en el año. “Vamos a pagar con dólares”, completó. ¿Cuál era entonces la mala noticia? Ninguna. La Argentina cumple con sus obligaciones y se pagarán cuatro mil millones de dólares de bonos emitidos para la reestructuración conseguida hace algunos años.

 

Pero se eligió titular con la mala noticia, que en las palabras de la Presidenta nunca fue para el país. Fue un recorte de su discurso. La mala noticia era para bancos y financistas que especulan con que al país le vaya mal para ganar nuevamente con intereses de alguna prórroga eventual.

 

Textualmente, la Jefa de Estado dijo que “los bancos pensaron que en algún momento no íbamos a poder pagar”, y remarcó: “El negocio es que no paguemos, pero les tengo una muy mala noticia: vamos a pagar, con dólares; si nos comprometimos y emitimos títulos de deuda es porque sabíamos que lo íbamos a pagar; vamos a honrar el nombre de la Argentina”.

 

“Cada vez que la Argentina quebró, ellos se llenaron de oro y de plata a costa de la miseria de los argentinos, por eso ahora quieren quebrar», insistió Cristina en relación a la marcada “preocupación” por el estado de las finanzas argentinas y la insistencia de varios sectores que apelan a un cambio de modelo, una devaluación, bajar costos laborales y “recuperar competitividad”.

 

El problema es que quienes apuestan a que el Gobierno falle en sus acciones, no son únicamente quienes obtienen un beneficio económico directo, sino simplemente quienes están en la vereda de enfrente del kirchnerismo. Los peligrosos no son los fondos buitres, sino las hienas que se alimentan de los restos.

 

Suponen que si el kirchnerismo falla, sus chances políticas se resentirán. Suponen que así, sus propias posibilidades crecerán. Apuestan, empujan, magnifican, como si les fuera la vida en ello. Pero lo que está en juego no son sus oportunidades políticas, sino las del país al que alguna vez aspiran a gobernar. 

 

El cumplimiento de las obligaciones financieras en la Argentina ha sido una constante desde la histórica reestructuración de la deuda. Cada vencimiento se pagó en tiempo y forma y en la moneda correspondiente, sin nuevas refinanciaciones ni nuevas tomas de crédito. Ahora, dijo la Presidenta, había una ola especulativa que buscaba generar un nuevo default o poner en aprietos al Gobierno. “(Los bancos) soñaban con que se nos acabara la plata o con que yo no pudiera ser reelecta como presidenta de los argentinos, porque cada vez que a los argentinos se les acabó la plata, que la Argentina quebró, ellos, muy poquitos, se llenaron de oro y de plata a costa de la miseria de los argentinos”, relató. Nada nuevo en realidad, se conocen las jugosas comisiones que cobraron bancos, agentes y funcionarios locales, cada vez que hubo que gestionar nuevos créditos e incluso, cuando se negociaba la salida del default. Pero la Argentina logra, aún en medio de una feroz crisis financiera internacional y sin hacer caso de las “recomendaciones” de organismos ni políticos, cumplir con sus deudas, pagar cuando vencen las cuotas. “Es producto del éxito de nuestro patrón de acumulación”, dijo Cristina. Ese patrón ha cambiado paradigmas y costumbres. “El patrón de los 90 era hacer prevalecer lo financiero. Lo sustituimos por mercado interno, desarrollo industrial, valor agregado, administración del tipo de cambio y del comercio”, explicó.

 

Todavía hoy hay economistas que no logran dilucidar -mucho menos admitir- que los parámetros para medir la economía son otros. La competitividad o los costos laborales no pueden ser medidos con la misma lógica de años atrás, porque ha cambiado el modelo. Si para protegerse de las tormentas extranjeras se apuesta al consumo interno, a la industrialización, lo lógico es que los argentinos (trabajadores) tengan un poder de compra mayor para mantener el motor andando. El pensamiento ortodoxo advierte en cambio, que los costos laborales son demasiado elevados para poder competir con otros países. Se entiende, los costos laborales le quitan robustez a sus ganancias.

 

Con la economía sosteniéndose en medio de la marea turbulenta, los opositores se quedan casi sin discursos. Las decisiones políticas, entonces son una oportunidad para poder expresar su rechazo al modelo.

 

La sanción de la ley del voto joven, optativo desde los 16 años, tal como se había aprobado previamente en Misiones, desnudó el pensamiento que rige a buena parte de la oposición. Se preocuparon más en denostar el proyecto del oficialismo que en ver cómo harán para seducir a 1,4 millones de adolescentes, que son los que actualmente tienen entre 15 y 16 años y cumplirán la edad requerida por la nueva ley para votar en las próximas elecciones.

 

Para el kirchnerismo, se trató de una ampliación de derechos, para la oposición, simple demagogia. Pero vale repasar sus expresiones.

 

¿Qué van a ofrecer afuera y adentro de la escuela secundaria a cambio del voto? ¿Dinero? ¿Acaso droga?, inquirió Elisa Carrió, en un argumento demasiado parecido al del radical Ernesto Sanz, quien había dicho que la Asignación Universal por Hijo “se está yendo por la canaleta de la droga y el juego”.

 

Un poco más ingenua, la denarvaísta Natalia Gambaro se preguntó cómo va a hacer un chico “si quiere ir a votar y el padre no lo lleva en auto”.

 

Ponen a todos los jóvenes como drogadictos o dependientes de los papás para tomar una decisión. Está claro que la realidad no se condice con sus dichos. Sin embargo, la nota en la sesión, fue la de  Andrés Larroque, líder de la Cámpora, por hablar de «narcosocialismo» en referencia al poder en Santa Fe, que está envuelto en un escándalo que derivó en la destitución del jefe de Policía por proteger a traficantes, algo que, ahora trasciende, debería haberse remediado antes, porque muchas luces de alarma se habían encendido. ¿Qué es peor? ¿Encubrir a un policía o las expresiones de Carrió?

 

Argentina no es pionera en el voto joven. También está siendo debatido en países vecinos como Chile y Bolivia, además de Gran Bretaña. En otros estados de región los jóvenes de 16 años pueden votar, como Brasil, uno de los países pioneros en esta discusión, y Ecuador.

 

Cuba presenta una particularidad: los chicos de 16 años puede votar, e incluso ser elegido en las asambleas municipales. El único país europeo que contempla esta norma, sin restricciones, es Austria, mientras que en Eslovenia lo pueden hacer solo los jóvenes que posean una actividad remunerada. En Indonesia pueden votar los mayores de 17 años.

 

En provincias como Misiones, con una gran tasa de población joven, tener a la juventud interesada o comprometida con la política, seguramente tendrá un impacto en el largo plazo. Por ahora se trata de una ampliación de derechos y seguramente en las primeras elecciones, habrá que formar e informar mucho para poder atraer el voto. Está claro que el kirchnerismo o la Renovación en Misiones, se mostraron más predispuestos a asumir el riesgo de convocar a la juventud. Los partidos históricos, incluso con una tradición de  militancia juvenil, prefirieron excluirlos y tendrán que redoblar los esfuerzos para volver a convencerlos.

 

Es un preconcepto alarmante pensar que los jóvenes no están capacitados para ejercer sus derechos democráticos o para estar a la altura. Seguro habrá quienes no lo estén o deban ser informados. Pero son muchos más los adultos que no están a la altura y dejan enseñanzas poco constructivas para la convivencia en democracia.

 

Misiones padeció esta semana un nuevo corte de ruta que bloqueó la circulación durante todo el día de la principal arteria productiva. Los protagonistas fueron docentes con escasa o nula representatividad gremial, que encuentran en los piquetes la única manera de hacerse notar. El piquete en Montecarlo estuvo encabezado por el inefable Rubén Ortiz,  rechazado candidato a intendente e integrante de aquel Frente Unidos por la Democracia, que tuvo un fugaz protagonismo, pero nula construcción política.

 

El festejo por aquello seis años, que juntó a menos de un centenar de dirigentes, muchos de los cuáles no quisieron mezclarse en las fotos, confirma que mucho más sencillo es oponerse que proponer, gestionar y ganar en las urnas.

 

Los “docentes” que viven de licencia gremial, reclaman que no haya descuentos por día no trabajado, entre otras tantas cosas.

 

El Consejo General de Educación amenazó con sanciones que llegaban a la cesantía por comisión de delito -cortar una ruta es delito- pero ante la inminente escalada piquetera y de victimización, se acordó una tregua. De todos modos, aseguran que no se negociará la aplicación de descuentos a los huelguistas compulsivos.

 

En cambio, el Gobierno tuvo dos buenos motivos para festejar en el cierre de la semana. El 95 por ciento de los presentes en la asamblea ordinaria de la Cooperativa de Servicios Públicos y Vivienda Andresito Limitada, votó por la lista relacionada con el Frente Renovador. “La gente defendió al proyecto de la Renovación, y eso está a la vista por el resultado. Los que estaban hasta ayer se ocuparon siempre de trabajar en contra del municipio y la Provincia, cuando todas las obras que realizaron fueron justamente con fondos del gobierno de Misiones”, dijo el intendente Bruno Beck.

Otro resultado, mucho más llamativo, se dio en la elección de la conducción de la asociación de Retirados, Jubilados y Pensionados de la Policía de Misiones. El ala dura perdió los comicios entre policías retirados. Más de 780 afiliados eligieron entre dos listas, una liderada por el comisario mayor Jorge Aguirre -quien era tesorero-, que obtuvo 184 votos. La lista ganadora tiene una posición más cercana al diálogo con el Gobierno, mientras que la que perdió estaba apoyada por la UTA -que intervino activamente en la huelga policial- y tenía entre sus dirigentes a Ernesto Krauchuk, comisario retirado y ex jefe de la custodia de Ramón Puerta.

Kapko era uno de los más duros en cuanto a la negociación con el Gobierno junto a Alberto De Lima y Krauchuk.

 

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