“Mi meta es poder sacar una sonrisa”

La famosa obra de Cervantes cobró vida en el Teatro Lírico del Centro del Conocimiento. Herman Cornejo, uno de los mejores bailarines del mundo, fue la estrella de una noche inolvidable. Hoy a las 20 su segunda y última participación. 

Vino por primera vez hace quince años, cuando iniciaba su carrera en la compañía de Julio Bocca a los catorce años. Herman Cornejo es de Mercedes, provincia de San Luis, y hoy cumple el sueño de todo bailarín pero dio sus primeros pasos desde muy pequeño. La primera vez que bailó en público y profesionalmente fue a los nueve años, en una función para escuelas. A los diez ganó la medalla de plata en un concurso de Arte y Cultura, y a los trece, la de oro. A los catorce, Julio Bocca lo invitó a ser parte de su compañía de ballet, con la cual recorrió todo el país, y fue el trampolín que lo catapultó al lugar que ocupa ahora como primer bailarín del American Ballet Theatre de Nueva York. Hoy, a sus 31 años, es considerado por la crítica internacional como uno de los mejores bailarines del mundo.

En una entrevista exclusiva con Radio Libertad y Misiones Online, Herman dijo que una fecha clave para su vida profesional fue haber ganado la medalla de oro de Moscú a los 16 años. “Es la competición de ballet más importante del mundo, y fue esa competición la que me abrió las puertas para ir al American Ballet Theatre. Y bueno, ya en el 2003 ser promovido a bailarín principal es fuera de lo común”.

 

 

¿El mundo del ballet es un ambiente muy competitivo?

HC: Sí, es un ambiente muy competitivo por el hecho de que hay millones de bailarines en el mundo y en los espectáculos los protagonistas son dos, un hombre y una mujer, entonces eso requiere de mucho entrenamiento, no solamente físico sino mental. Estar preparado para esperar tu momento, porque muchas veces uno se siente preparado y el momento no te llega. Es competitivo en ese sentido pero yo tengo la suerte de que en el American Ballet Theatre el grupo de trabajo es muy lindo, estamos todos a por lo mismo y el conocer el sufrimiento que es trabajar ocho horas diarias, estar siempre al límite de una lesión por intentar siempre hacer más de lo que uno puede, nos agrupamos mucho y es una familia muy linda.

 

 

¿Crees que la suerte juega un papel importante para el éxito?

 

La suerte ronda mucho, yo te puedo dar casos como el mío. Cuando entré al American Ballet Theatre tuve que esperar mi momento. Cuando yo entré Julio Bocca, José Manuel Carreño, Ethan Stiefel, los más grandes estaban en la punta y cada uno tenía su espectáculo. Entonces siempre el nuevo tiene que esperar a que algo pase, que alguien se lesione aunque sea una desgracia. Y a mí me tocó así, que uno de los principales se lesionó, me preguntaron a mí se me conocía el ballet, no lo sabía pero yo dije que sí, me lo aprendí por video y así lo estrené. Fue el Romeo y Julieta, y de ahí en más, gracias a esa lesión penosa por parte del otro bailarín, una suerte para mí, pisé el escenario como principal y de ahí en más ya todo fluye.

 

¿Cómo son los cuidados permanentes, las exigencias, las comidas?

 

El tema de las comidas sobre todo es muy difícil llevarlo cuando uno va de gira, por ejemplo ahora mismo estuvimos una semana en Taipei-Taiwán donde las comidas son muy diferentes, en Corea es muy picante todo y sobre todo saber qué comer antes de un espectáculo, eso es lo más difícil que el bailarín lleva cuando viaja tanto. Hay que fijarse bien, preguntar, intentar comer pasta, buscar un restaurante italiano, ese día no ir alocado y probar cosas diferentes, aunque también a uno le guste conocer cosas diferentes.

 

 

¿Qué extrañás más de Argentina?

 

Obviamente cuando vengo acá la comida es increíble, el sabor que tiene la comida es increíble. Pero tengo que destacar que lo que extraño es mi familia porque fue un apoyo desde que yo empecé con mi hermana, desde chiquititos. Decidimos hacer ballet por cuenta propia y nuestros padres desde el primer momento nos apoyaron, aunque es una carrera muy cara y no venimos de una familia pudiente, entonces ese apoyo y ese cariño que tuvimos desde chiquititos fue lo que nos llevó a estar donde estamos ahora.

Es muy difícil saber qué camino tomar. Yo creo que a los 16 años el irme a Estados Unidos fue un paso muy importante, dejar a tu familia, ir a otra cultura, otro idioma, yo llegué con mi hermana a estados Unidos sin hablar inglés. Y bueno, esos son pasos que también en cierta forma te hacen madurar más rápido. Y la familia tiene que estar ahí en un cien por ciento.

 

 

¿Cómo hiciste con los estudios y el resto de tus cosas?

 

 

Los estudios los terminé en la Argentina estando en la compañía de Julio donde empecé a los 14 años. Entonces fue una cosa de estar ida y vuelta en el colegio con espectáculos y demás. Una vez que llegué a Estados Unidos me dediqué cien por ciento al ballet.

 

 

¿Tuviste momentos de duda o titubeo, esa sensación de no poder?

 

 

Me pasó en un momento en la compañía de Julio, cuando con 14 años no solamente era integrante de la compañía sino que yo reemplazaba a Julio cuando íbamos de gira. Muchas veces por las tantas lesiones él que tuvo en la rodilla, yo tenía que reemplazarlo, entonces sentí una presión muy grande de estar en el escenario con 14 años cumpliendo un rol tan importante. Entonces el hecho de irme también a Estados Unidos fue como decir “necesito un cambio”, ¿no? A ver qué pasa. Y bueno, ese fue un momento de duda.

 

 

Con tanto trabajo, ¿te queda tiempo para la vida personal, formar pareja o una familia?

 

 

Sí, yo creo que eso siempre tiene que estar. El ballet es mi vida, es mi pasión pero también tengo mi vida personal. El salir con tu pareja, cenar, comer, ir al cine, tener otros hobbies… Me encanta dibujar, me encanta jugar al fútbol…

 

 

¿Jugás al fútbol? 

 

Sí juego al fútbol con compañeros de ballet porque sabemos que no nos podemos patear (risas). El que tiene la pelota sigue y que meta el gol tranquilo.

 

 

¿No tenés hijos aún? 

 

No tengo hijos, estuve casado doce años y desafortunadamente me separé. Me casé en Nueva York y quien era mi pareja también estaba en la compañía, después se volvió a España y bueno, la distancia rompe las cosas. Pero ahora tengo pareja. Es difícil tener una pareja que no esté relacionada con el mundo del ballet, sobre todo para entender las necesidades del bailarín, lo que uno tiene que descansar, lo que uno tiene que viajar, lo que uno tiene que trabajar y sobre todo, tener a esa persona contigo todo el tiempo.

 

 

¿Cuáles son las metas a las que todavía te falta llegar o sueño que aún tengas por cumplir?

 

 

Para mí los sueños son siempre subir a un escenario. Yo creo que por más que haya subido a 300 escenarios en el mundo y saber que tengo espectáculos todo el año, para mí el siguiente espectáculo es un sueño. Y poder sacar una risa o un llanto de alguien del público es mi meta, poder hacer que esa persona salga de su mundo y se meta en el mío, en el que yo estoy interpretando. Una obra de risa, una obra como Romeo y Julieta, tan dolorosa, y que en esas dos horas de espectáculo esa persona se olvide de todo y se meta en el rol, esa es mi meta y mi sueño.

 

 

¿Qué tiempo de vida tiene la danza, el ballet?

 

 

Yo creo que el tope son los 40 años más o menos, creo que a los 35 años uno ya empieza a sentir que ha llegado al máximo de la exigencia del cuerpo, y alrededor de los 40 años por lo general, sobre todo el hombre que requiere mucha más destreza física el saltar, el tener que girar, levantar a las chicas por encima de la cabeza, o sea que las lesiones de rodilla, espalda, tobillo están al pie.

 

 

¿Conocés a otros argentinos a los que les esté yendo muy bien en el exterior y con los que tengas contacto?

 

 

Bueno, una compañera mía del instituto cuando éramos chiquititos, Marianela Núñez, principal del Royal Ballet es una de las chicas a la que le tengo mucho cariño por haber hecho toda la escuela juntos y saber que está triunfando en Londres también como principal me llena de emoción.

 

 

¿Qué te parecen las nuevas generaciones de bailarines?

 

 

Yo lo que tengo que resaltar del bailarín argentino son las ganas, el amor que tienen por lo que hacen y con eso tengo que agregar que me da pena que no tengan la facilidad de hacer más espectáculos al año, que yo creo que es lo que le falta a los chicos, una continuidad de espectáculos. Porque trabajan muchísimo para hacer dos o tres funciones y luego hay un receso que es donde el bailarín baja de nivel. Entonces para mantener el nivel uno tiene que estar con espectáculos continuamente pero quiero resaltar las ganas que tienen los chicos de bailar y creo que a ese nivel más alto no se llega por la falta de espectáculos.

 

 

Los bailarines de aquí que recién empiezan, ¿te preguntan qué es lo necesario para llegar?

 

 

Aquí hablamos mucho, al principio siempre se muestran como muy tímidos y mirando a la distancia pero yo soy muy abierto y enseguida ya todo el mundo está sacando fotos y preguntando sobre mi vida, cómo se hacen las cosas, es muy lindo la verdad. No tomo como presión darles un consejo porque he pasado por eso y entonces sé lo que se necesita y me llena de orgullo poder transmitirlo. Porque a mí me lo transmitieron en su momento y poder estar ahora yo en ese nivel donde en un momento por ejemplo estuvo Julio Bocca, y poder transmitirlo a los sucesores es muy lindo.

 

 

¿Quién es tu referente? 

 

Julio Bocca fue mucho tiempo mi referente y ahora lo sigue siendo por lo que me enseñó y el empujón que me dio al mundo. Para mí que me haya contratado con 14 años y haya confiado en mí la verdad que fue un sueño hecho realidad y el trampolín a ir a Estados Unidos. Hoy lo veo muy poco por su trabajo como director en Uruguay pero cuando estuvo como principal en Estados Unidos compartíamos todos los días.

 

 

¿Qué te pareció el Teatro Lírico del Centro del Conocimiento?

 

 

La primera impresión fue fantástica, yo creo que sobre todo por la gente que me atendió, que me recibió. Luego cuando fui a conocer el escenario me pareció a lo mejor un pelín pequeño, sobre todo para la magnitud de gastos que se emplean en ese tipo de cosas, creo que podría haber sido un poco más grande sobre todo a miras de futuro, de poder hacer cosas más grandes y demás. Pero el viernes en el espectáculo la verdad que esa dimensión fue clave para la sensación de la energía y la comunicación con el público. Yo creo que al tener el público tan cerca, no solo está disfrutando del espectáculo sino que se siente parte de lo que hay en el escenario, y eso es bueno.

 

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas