La facilitadora Cecilia Ratti dará clases de danzas sagradas circulares y meditación en movimiento. La actividad libre y gratuita comenzará en agosto, todos los lunes de 15 a 16, en el instituto Agni -Félix de Azara 118-, y todos los viernes de 15 a 16, en El Jardín del Cerezo. En la danza meditativa armonizamos con la gran danza de la Creación, la danza de la transformación y el constante renacer en los ciclos de la vida», dijo la instructora.
Contó que ocurre cuando seo danza. Dice «experimentamos un máximo de vivacidad. Nuestros pasos se unen rítmicamente con la madre Tierra, nuestros gestos son expresión de la fuerza del alma. Bailando oramos y orando bailamos. Sentimos la unidad en nuestro entorno con los elementos tierra, agua, aire y fuego y en nosotros mismos; nos abrimos al cielo en nosotros y sobre nosotros, recibimos y repartimos, damos gracias, bendecimos, fluimos, y nos sentimos alegres, llevados y libres».
Para Ratti la danza meditativa anima, equilibra, favorece la capacidad de concentración, la serenidad, «despierta la atención y sensibilidad hacia nuestros semejantes, con quienes con amor y aceptación nos tomamos de las manos y así elevamos nuestro espíritu».
Luego se refiere al «centro de cada persona», y dice «es lo más intrínseco y profundo, es Divino, es íntegro y es absoluto. Consciente o inconscientemente, todos nosotros tenemos la saciedad de unirnos en amor con el aspecto Divino en cada uno de nuestros semejantes y con la creación que nos rodea».
Se baila en círculo porque éste es la representación de una poderosa fuerza, posee la estructura del Cosmos. No es sólo un círculo sino un
espacio sagrado en el que se crea una nueva energía activa uniendo diferentes partes interactivas.
El círculo produce una resonancia profunda en nuestro corazón y despierta un poder real de sanación y armonización, haciendo emerger una nueva consciencia: consciencia de unidad.