Conflicto en el Hogar Lucas derivó en la fuga de un menor

Se trata de un jovencito de 16 años, quien fue descubierto drogándose junto a otros dos internos, uno de la misma edad y otro de 14, y agredieron a los guardias.

Un jovencito de 16 años se fugó del hogar socio-educativo “Lucas”, situado en Garupá.  Junto a otros dos internos de la institución, también menores judicializados, fueron detectados consumiendo marihuana y reaccionaron contra los cuidadores a quienes atacaron con piedras. Antes de la llegada de la Policía, se produjo la fuga del chico que aún no fue localizado.

El pasado jueves 12 de julio, en el mencionado hogar, situado sobre calle Cataratas del Iguazú al 1000 y que aloja a menores con antecedentes por delitos, se descontrolaron tres internos, y uno de ellos se dio a la fuga.

Hasta el día del conflicto, tres menores estaban en la institución. Durante esa jornada, los celadores del centro, entre efectivos policiales y penitenciarios, detectaron a los jovencitos de entre 14 y 16 años consumiendo marihuana.

Uno de los cuidadores del lugar les llamó la atención y los internos reaccionaron violentamente, según denunció el penitenciario Francisco Vera.
Además de propinar amenazas y todo tipo de insultos hacia los guardias, los menores arrojaron piedras hacia los mismos.
Automáticamente se dio aviso al 911 y antes de la llegada de los policías al lugar, se fugó Pablo (16), quien hasta el momento no fue localizado por las autoridades y es  intensamente buscado.

¿Cómo ingresó a la droga al centro?

Según fuentes del caso, a pesar del régimen que deben cumplir, los menores habrían tomado atribuciones de más, alentados por el conflicto interno existente entre los cuidadores.
Mientras a veces cuando provienen de sus casas o bien de la escuela los menores son chequeados antes de ingresar, en otras ocasiones, dependiendo del celador de turno, ingresan sin ningún tipo de control alguno. En una de estas entradas, los jovencitos hicieron ingresar el estupefaciente.
El predio, que además cuenta con un polideportivo, alberga a jóvenes en situación de vulnerabilidad social y delincuencia, derivados al mismo por el juez de Menores. Allí duermen, se alimentan, estudian y realizan actividades recreativas y deportivas. Para acompañarlos, trabaja un equipo integrado por psicólogos, trabajadores sociales y profesores de educación física. Daniel Vega, padre del joven asesinado Lucas, se encarga de la asistencia espiritual de los internos. Los denominados celadores, según lo establecen las normas del centro socio-educativo, visten de civil y están desarmados.

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