El último combate militar de Andresito

Ruinas de San Nicolás, base de columna del templo.

Ruinas de San Nicolás, base de columna del templo.

Fue al noreste de Sao Borja, Brasil, en el paso de Itacurubí del río Icamacuá, afluente del Uruguay. Andrés Artigas había reconquistado y ocupado a fines de abril de 1819, dos de los siete pueblos de las Misiones orientales: San Nicolás y San Luis Gonzaga.

Había cruzado a la banda izquierda del Uruguay al frente del Ejército Guaraní Libre Occidental, con unos 2.000 efectivos misioneros y correntinos.

 

Penetraba por segunda vez en el territorio de las Misiones usurpadas desde el año 1801 por la Corona de Portugal. Seguía las órdenes de su jefe el General José Gervasio Artigas en una operación militar contra el ejército portugués. El mismo que en 1817  había saqueado y destruido los pueblos misioneros entre el Uruguay y el Paraná.

Y al mismo tiempo había invadido la Provincia Oriental, instalando en Montevideo el gobierno de la Provincia Cisplatina, integrada a la corona de Portugal, Brasil y Algarves. .

 

Solo el General Artigas con sus tenientes, entre los que se destacaba su ahijado Andrés Guacurari, resistieron tenazmente la invasión de sus patrias chicas. Buenos Aires dejó hacer, casi indiferente.

 

San Martín, a mil leguas de distancia, enfrentaba las fuerzas de la Corona de España en Chile y Perú. Realistas españoles o portugueses eran la misma historia. Contrarios al espíritu de la independencia americana. La causa de los patriotas era una sola. La  autodeterminación de los pueblos y el derecho de elegir a sus gobernantes.

 

El Libertador, informado de lo que ocurría en el Uruguay le escribió el 20 de Octubre de 1816 a su amigo el General Tomás Guido “si los portugueses vienen a la Banda Oriental como Ud. dice y Artigas le hace la guerra que acostumbra no les arriendo la ganancia”. Sin embargo, no alcanzó con el heroísmo. La resistencia de Artigas y sus fieles misioneros no pudo contra la superioridad militar de los realistas portugueses.

 

En el mes de Mayo de 1819, Andrés Guacurarí repartió sus fuerzas entre el pueblo recuperado de San Nicolás, que dejó a cargo de su compueblano Vicente Tiraparé con 500 efectivos, envió otros 400 a formar guarnición en el otro pueblo recuperado de San Luis Gonzaga y distribuyó partidas hacia San Lorenzo y otros parajes cercanos en busca de caballadas.

 

Con el resto de la tropa partió hacia el Sur buscando el encuentro con la columna que según el plan concebido por el General Artigas debía ingresar por La Cruz al mando del Comandante Pantaleón Sotelo. Al reunirse las dos fuerzas debían avanzar hacia el Este para amenazar por la retaguardia del ejército portugués.

 

Andresito estaba falto de caballos y costaba encontrarlos. Había oficiado al gobernador Bautista Méndez de Corrientes pidiéndole “remitirme la caballada que Ud. Pueda reunir en esa su noble provincia…cual me duele el corazón viendo a mis amados occidentales más a pie que a caballo”. Con lo que tenía cruzó la serranía bajando al valle del río Ibicuy que desemboca frente a La Cruz. No encontraron ni noticias de la división artigueña que debían aparecer por ese punto.

 

Es que hubo un desfasaje en los tiempos convenidos. Aparentemente hubo un atraso en el movimiento de Pantaleón Sotelo y a la vez una anticipación en el de Andresito.

 

En San Borja la noticia de la invasión guaraní traída por los fugitivos de San Nicolás había puesto en alarma al Comandante das Missoes Mariscal Francisco Das Chagas. Este envió pedidos de socorro a Porto Alegre al Gobernador de Rio Grande Conde da Figueira y al Comandante de la frontera del Uruguay José de Abreu, que tenía su guarnición en Alegrete.

 

Mientras esperaba estos refuerzos Chagas con los efectivos propios de Sao Borja, entre los que contaba con el Regimiento de Santa Catalina se aproximó a San Nicolás muy lentamente.

 

Al llegar a inmediaciones del pueblo parecía que este había sido abandonado. Los efectivos de la guarnición misionera se habían ocultado en las casas y nada se veía ni se escuchaba desde el exterior. Chagas que llevaba dos cañones mandó bombardear durante un par de horas el pueblo y nada…el pueblo parecía estar deshabitado.

 

En esa circunstancia el Teniente Coronel Diogo Arouche de Moraes se adelantó a cargar con la infantería del Regimiento de Santa Catarina y al llegar a los bordes, a tiro de fusil, los atacantes fueron acribillados por los misioneros que abrieron fuego, ocultos detrás de las paredes y ventanas.

 

Cayó muerto Arouche y varios de sus hombres. Los demás se replegaron hacia la fuerza principal del Mariscal Chagas quien ordenó la retirada siendo perseguidos por dos leguas por los misioneros que salieron del pueblo a contraatacar.

 

Un contraste similar sufrió la partida portuguesa que Chagas envió a San Luis Gonzaga, rechazados con el mismo ardid retrocedieron apresuradamente  al cuartel volante que Chagas instaló a orillas del rio Piratiní.

 

Mientras esto ocurría Andrés Artigas regresaba de su infructuosa expedición al Ibicuy, falto de informes y falto de caballos. La mayor parte de sus hombres montando en redomones que habían tomado durante la marcha. Desde Ibicuy había despachado al  capellán Fray José Acevedo con algunos hombres hacia el sur para dar noticia al General  Artigas de su posición. 

 

Andresito no sabía que tras él avanzaba la fuerza del Comandante de Frontera José de Abreu con 800 milicianos que habían salido de Alegrete. Estos, bien montados,  se desplazaban muy  rápidamente en un terreno que conocían como sus manos. Los “vichadores” de Abreu le informaron de la posición de Andrés Artigas que pasando el boquerón de Santiago descendía de la sierra hacia el valle del río Camacuá.

 

El hábil comandante brasilero se adelantó por caminos alternativos y preparó una emboscada en el paso principal de Itacurubí del río Camaquá anticipándose a la llegada de los misioneros.

 

Cuando el 6 de junio de 1819  llegó la columna misionera a este paso, fue sorprendida en pleno cruce del río sin posibilidades de maniobrar. Destrozada su división Artigas ordenó dispersarse y cada uno salió del atolladero como pudo. Andresito herido en un brazo escapó protegido por la escolta del Comandante Cahiré pero pronto se separaron ocultándose en pequeños grupos entre los montes para evitar la persecución, aplicando la conocida táctica de dispersión para luego reunirse en un punto determinado.

 

Pasaron dos semanas ocultándose de día en los montes, caminando hacia el río Uruguay, aproximadamente 70 kilómetros. Llegó Andresito con seis asistentes a la costa del Uruguay el 24 de junio y encontrando crecido el río en el paso de San Lucas, se dispusieron a construir una balsa para cruzar.

 

Fue entonces que una patrulla de 15 hombres al comando del sargento Joaquim Antonio Santiago los sorprendió y tuvieron que entregarse.

 

Apresados fueron conducidos a Sao Borja y después a Porto Alegre de donde Andresito  fue embarcado hacia Rio de Janeiro, junto con Fray José Acevedo que también había caído preso del otro lado de la sierra.          

 

Al informarse de la terrible derrota sufrida por su jefe en Itacurubí el Comandante. Vicente Tiraparé ordenó desalojar la guarnición de San Luis Gonzaga y se retiró de San Nicolás con su gente. Pero no alcanzó a salvarse pues las fuerzas portuguesas que ya habían recibido el refuerzo del Conde Da Figueira salieron a perseguir y bloquear los pasos del Uruguay, capturaron la mayor parte de los misioneros que intentaban cruzar hacia Concepción. El valiente samborjense Tiraparé, que se había unido a Andresito en la campaña de 1816, murió en combate.

 

Pocas semanas del año 1819 duró el orgullo de Andresito por el resultado de esta acción que significó la recuperación de estos pueblos, tan fuertemente ligados a sus sentimientos por su pertenencia a las Misiones y al pueblo guaraní.

 

Quizás si viviera hoy, sonreiría Andresito al saber que el pueblo misionero de San Nicolás fue recuperado por segunda vez en el año 1828 y que la campana de su templo se encuentra hoy como trofeo en el frente de la Iglesia de Paysandú, en la República Oriental del Uruguay.

 Por Alejandro Larguía Avellaneda

El ingeniero Alejandro Larguia Avellaneda es vicepresidente de Flor del Desierto, miembro de las Juntas de Estudios  Históricos de Misiones y Corrientes.                      

Fecha de confección del documento: 07-06-2012

Gráficas

Vista del Paso de San Lucas desde costa argentina.

Plano de la región – 1889

Muro remanente del colegio de San Nicolás – 2005

Ruinas  San Nicolás – Base de columna del templo.

 

 

 

 

 

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