Sumas y restas

Escribe Juan Carlos Argüello, jefe de Redacción de Misiones On Line 

El asalto al poder en Paraguay reavivó viejos temores sobre la democracia en Sudamérica. La unión de partidos conservadores, con residuos de la dictadura stronissta, el juego de los medios para encubrir lo que a todas luces fue un golpe institucional contra Fernando Lugo y el desprecio de la vieja guardia por las alianzas regionales, a las que vincularon con la guerra de la Triple Alianza, son el sostén de Federico Franco. Es ese sostén, al margen del circo que destituyó al ex obispo, el que debe preocupar. El poder concentrado, las viejas oligarquías agroexportadoras y las multinacionales que operan en Paraguay, se unieron para sacarse de encima a alguien que se animó, tibiamente, a poner en cuestión el orden establecido: ricos muy ricos y pobres muy pobres. En ese Paraguay de la desigualdad, la pobreza duele a la vista. No es que Lugo haya hecho una revolución. Simplemente comenzó a dar algunos titubeantes pasos para reconocer a los excluidos, darle alguna esperanza. Relató Mario Ferreiro, veterano periodista y precandidato presidencial por la izquierda paraguaya: “Durante los cuatro años de mandato de Lugo se habló mucho más de sus hijos que de las 180 mil asignaciones familiares que por primera vez se otorgaron en Paraguay a familias de bajos recursos”.

 

La destitución de Lugo no es sólo un cambio de presidentes. Es claramente un cambio de rumbo político y económico, una herida sangrante en el corazón del Mercosur.

 

Al abrir el plenario del Mercosur, la presidenta Cristina Fernández recordó los intentos desestabilizadores contra el presidente de Bolivia, Evo Morales, y de Ecuador, Rafael Correa; y destacó además las reuniones del Unasur realizadas cuando “se pusieron en peligro las instituciones democráticas”, porque “han tenido el mérito de que a pesar de que no pensemos igual frente a situaciones que comprometieron el orden democrático, todos hemos reaccionado en forma unánime, rechazando este tipo de intentos”.

 

Por eso, la sanción diplomática de expulsar del bloque al país guaraní es el reto que esperaban empresarios y la dirigencia conservadora para desanudar los acuerdos y volver a un libre comercio con otros países. Paraguay siempre tuvo tradición de mirar más a Estados Unidos y los tigres asiáticos para la importación de productos. Es decir, se frenará cualquier atisbo de industrialización que comenzaba a esbozarse. También es una realidad que el Mercosur nunca terminó de concretar sus ambiciosos tratados y fue más bien un eje Buenos Aires-San Pablo que un mecanismo de integración real con las fronteras. Por eso fue clave la intervención del gobernador Maurice Closs en Mendoza, donde se hizo la cumbre de presidentes del bloque: pidió que se sostengan las relaciones políticas y económicas con los gobernadores democráticamente electos, sean del color que fueran. Misiones comparte buena parte de sus fronteras con Paraguay y un bloqueo comercial sería nefasto para ambas orillas del río Paraná.

 

Finalmente el Mercosur descartó sanciones económicas que puedan perjudicar al ya golpeado pueblo paraguayo. Pero se excluyó al país de las decisiones que se tomen por lo menos hasta que se realicen nuevas elecciones democráticas. Franco y sus aliados, demasiado no protestaron. Es la excusa perfecta para buscar nuevas alianzas y reprocharon que se haya incluido a Venezuela, que estaba en la lista de espera desde hace tiempo.

 

Uno de los principales ejes de la destitución de Lugo fue haberse preocupado por la situación de los campesinos, que son el sector más avasallado por la expansión de la soja con miles de hectáreas en manos de terratenientes y multinacionales que ahora tendrán vía libre para la comercialización con países como Estados Unidos. Lugo incluso había frenado “inversiones” de grandes grupos económicos que querían más tierra para plantar soja.

 

El Mercosur sin Paraguay no pierde peso específico, pero el bloque queda dañado. La incorporación de Venezuela impacta por la suma de las mayores economías de Latinoamérica. Brasil es la quinta potencia económica del mundo y Venezuela aporta petróleo y gas y millones de dólares al conjunto. Ahora sí se puede pensar en un Banco de Infraestructura regional, demorado por falta de recursos y el bloque tendrá una de las mayores reservas de gas, petróleo y agua. No es poco en momentos de una severa crisis internacional. La integración Latinoamericana soñada por San Martín y Bolívar, está más cerca de concretarse.

 

 

Las alianzas conservadoras del Paraguay no son las únicas. En Argentina hay un proceso similar, aunque es difícil pensar que el escenario se repita. Pero al grupo de los patrones del campo, la dirigencia opositora que desde hace tiempo enfrenta al Gobierno con escasa suerte, se sumó ahora la disidencia del camionero Hugo Moyano.

 

La protesta que encabezó el líder sindical, a su pesar o no, concentró el respaldo de la derecha argentina, de la oligarquía agraria y de los medios de comunicación que antes lo detestaban y ahora lo ven como la esperanza blanca contra el Gobierno de Cristina Fernández, al que todos ven como el enemigo a derrotar, aun sin un candidato potable en el horizonte. De todos modos, el titular de la CGT ni siquiera puede celebrar una victoria pírrica. Fue menos que eso. Y si quería pulsear poder, la ecuación le salió mal. Fue una suma que al final restó.

 

En la marcha y en el acto hubo ausencias sensibles del arco sindical y presencias que fueron por el rival en común. En el tumulto se vio a Aldo Rico, Pino Solanas, Cynthia Hotton, Luis Barrionuevo y hasta la intelectual Beatriz Sarlo, quien desgrana sus diatribas antiK desde uno de los principales diarios, junto a elegantes señoras y hombres trajeados con nula vinculación con el camionero, pero que probablemente integren el pequeño círculo de quienes deben pagar impuesto a las Ganancias por sus elevados sueldos.

 

Eso es lo que más desconcierta de Moyano -y da pie a las críticas de sus rivales internos-. Empujó a la CGT a un paro nacional peleando por quienes más ganan, pero pocas veces recuerda a quienes no tienen un salario en blanco o directamente, están desocupados. También es contradictorio, en la vara que usa para medir el grado de peronismo suyo y del resto, que él mismo haya apoyado a dirigentes de ese partido o gobernadores que no dudaron en recortar salarios, como el caso de Misiones, cuando instrumentó aquel vergonzante IETE a los sueldos estatales. Ese gravamen a los sueldos fue el antecedente inmediato al recorte del 13 por ciento aplicado por la Alianza en su fugaz paso por el Gobierno y que afectó a sueldos y jubilados.

 

Los no respaldos y las presencias en la marcha contra el Gobierno ponen a Moyano en una difícil situación de cara a su intento de reelección. Los gremios que no lo apoyan ahora tienen el argumento y las chances de aprovechar el momento de debilidad y amenazar la fortaleza de su conducción. Como sea, final abierto en la elección de la CGT.

 

El camionero pone en dudas el “modelo”, pero claramente es el modelo que más empleo ha generado y que más redujo indicadores de pobreza y exclusión.

 

Algunos datos dan cuenta de los resultados. Los últimos datos difundidos del Censo Nacional 2010 revelan que Misiones encabeza la lista de provincias que más han disminuido la proporción  de viviendas deficitarias respecto al 2001 con 11,7 por ciento, por encima de Jujuy (11,4), Corrientes  (10,3%) y Catamarca (9,5%). También creció sensiblemente la tasa de escolaridad -que se sostendrá ahora con la creación de más escuelas-. En la población de cinco años, las provincias que presentaron mayor crecimiento (en puntos porcentuales) en sus tasas de asistencia con respecto a 2001 son: Tierra del Fuego (28,3%),  Misiones (22,3%), Catamarca (22,2%) y  Mendoza (22%). De seis a once años, Misiones lidera la tabla con un crecimiento de 3,3 por ciento, lo mismo que entre 12 y 14 años, con 7,3 por ciento. También creció 3,1 por ciento la población que terminó la primaria y 7,2 la secundaria -por encima del promedio nacional-.

 

Sin embargo, la tasa de repitencia en el primer grado supera el 12 por ciento, lo que en muchos casos, fuerza el abandono de la escuela. Contra eso apunta la resolución del Consejo Federal de Educación de “promocionar” a los chicos de primer grado y cerrar el ciclo en segundo, con una primera evaluación rigurosa. El objetivo es ampliar la inclusión.

 

Es claro que el modelo también depende de la gestión. Ahí las diferencias son sensibles. A pesar de una retracción económica, Misiones paga sueldos y aguinaldos en tiempo y forma y se permite anunciar millonarias obras para los municipios con recursos propios. Otras provincias deben pedir un rescate financiero para poder cumplir con sus obligaciones o aumentar el endeudamiento crónico que padecen. El caso Buenos Aires va más allá de una momentánea escasez de recursos.

 

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