De los tiburones a las rayas del Paraná

Luis  Lucifora regresó a la Argentina luego de trabajar y especializarse durante seis  años en Canadá. Trabaja  actualmente en el Instituto de Biología Subtropical dependiente de la Universidad Nacional de Misiones y el CONICET. El biólogo se fue en 2003 en plena crisis cuando le surgió una beca de estudios por dos años y con posibilidad de renovarla.

 

Si bien era becado por el CONICET, en aquella época no recibían beneficios sociales ni aportes jubilatorios, sin embargo sufrieron también el recorte del 13 por ciento en el gobierno de De  la Rua.

 

En 2008 Lucifora presentó un proyecto al CONICET desde Canadá para trabajar en el control de especies marinas, específicamente rayas y tiburones. «Especies muy vulnerables por la cantidad de tiempo que tardan en comenzar su reproducción y que a su vez son controladores de los estados del río por el rol que cumplen en el ecosistema», explica. Fue convocado y ahora trabaja en plena selva subtropical en Puerto Iguazú.

 

«Me encontré con un país absolutamente distinto al que había dejado, con gobiernos que le dan a la ciencia la importancia que se merece. La creación de un ministerio de Ciencia Y Tecnología como los financiamientos a procesos investigativos son políticas destacadas».

 

Lucifora desarrolla un trabajo de conservación proyectando un equilibrio con las rayas que son tan sensibles a la extinción como el yaguareté en la selva. «Su control sirve como indicador de la situación general del ecosistema en el río», indica.

 

«Hay rayas en el Paraná de 150 kilos. A lo largo del río existe una variedad 30 especies de rayas únicas en el mundo que generan diferentes actividades comerciales, como la pesca y la venta al extranjero por su belleza y colorido utilizándolas para exponer en acuarios. También viajan de todo el mundo para pescarlas ya que en el Paraná se encontraron rayas de hasta 150 kilos, lo que significa un verdadero desafío para grandes pescadores».

 

Para Lucifora «hay que cuidar el recurso por que son especies que tardan mucho en comenzar su ciclo sexual, algunas comienzan a reproducirse después de los 35 años de vida».

 

«El caso de los tiburones es muy similar». Lucifora también trabajó en un proyecto para regular la pesca de tiburones en Mar del Plata. «La pesca indiscriminada de tiburones terminó con las almejas y todo el comercio que existía a su alrededor, por que justamente el tiburón regula la vida marina por ejemplo comiendo a los predadores de almejas». Ese trabajo generó que el gobierno de la provincia de Buenos Aires regule por ley la pesca de tiburones.

 

Para el biólogo, «la conservación de la biodiversidad es a su vez cuidar la sustentabilidad de los recursos como la pesca, el turismo y la gastronomía».

 

Pero entiende que «aunque falta mucho, los actuales gobiernos se están dando cuenta de la importancia de invertir en investigaciones científicas a largo plazo. También hay empresas que se empiezan a interesar por el asesoramiento de científicos para no devastar sus propios recursos».

 

«Elegí Iguazú por que necesitaba estar cerca del Paraná, pero principalmente por el grupo que integra el instituto, realmente me encontré con un escenario muy distinto al de aquellos años en que me fui, y con un grupo de gente que se siente reconocida por su trabajo», explica el biólogo refiriéndose a sus compañeros y al apoyo que reciben desde el Estado.

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