Científicos repatriados eligen a Misiones para desarrollarse

Cada vez son más los investigadores autoexiliados que eligen volver al país y Misiones está entre los lugares que se benefician con esta tendencia.

Eligieron el autoexilio de un país que mandaba a los científicos a lavar los platos o escaparon de una crisis que se hizo terminal en los albores de este siglo. Hoy son los “repatriados” y varios eligieron a Misiones para desarrollar sus estudios y hacer ciencia.

Oriundo de San Gregorio, sur de Santa Fe, Julián Ferreras estudió en Posadas la licenciatura en Genética y luego se fue a a la Universidad Autónoma de Madrid, España, donde realizó el doctorado. Hasta fines del 2010 estuvo trabajando en la Universidad de Cornell, en Nueva York.  “A partir de ese momento me inscribí al programa de científicos repatriados y desde el año pasado me incorporé como investigador del Conicet con lugar de trabajo en la facultad de Ciencias Exactas”, relata.

Julián tiene 42 años y un doctorado en biología molecular. Es investigador del Conicet y comparte su pasión por la ciencia con Analía Forte. En el laboratorio Giga (Grupo de Investigación Genómica Aplicada) trabaja sobre la tuberculosis y comparte conocimientos, espacio y tubos de ensayo con Marcos Miretti, también de Santa Fe, Carola Cheroqui, de Posadas, Karina Arguellles  de Chubut y Victoria García, de Buenos Aires.

“Mi interés era estudiar Genética y el único lugar que en ese momento se podía seguir los estudios como carrera de grado era en Posadas, ahora hay otra facultad en Buenos Aires que ofrece la misma carrera, pero en aquel momento aquí estaba la única universidad donde se podía estudiar lo que anhelaba. Éramos estudiantes de todo el país”, recuerda Ferreras sobre sus años de estudiante.

Misiones On Line: ¿Por qué te fuiste del país?

Julián Ferreras: Mi idea era seguir la carrera de investigador y para eso es esencial continuar con los estudios de doctorado y posdoctorado. Por eso continué con el doctorado en Madrid y la experiencia posdoctoral en Estados Unidos. Las circunstancias siempre son muy complejas, uno se va por muchas razones y vuelve por otras muchas también, como es mi caso.

Los doctorados se pueden hacer en el país y en el extranjero, por eso digo que en la vida siempre uno va tomando opciones y por eso decidí viajar a España. Pero la idea de la vuelta al país siempre la tuvimos con mi esposa, en ese momento se dieron un montón de circunstancias de proyectos personales y profesionales.

Allí vimos la oportunidad del regreso. El programa de repatriación es lo que también dio el marco para volver y concretar la idea que teníamos de regresar y llevar adelante los proyectos que queríamos. Mi esposa es de Misiones, así que sus proyectos personales se podían realizar también. Además veo en Misiones como un buen lugar para realizar mi trabajo de investigación. En materia de ciencia en la provincia está todo por hacerse y es un lugar de oportunidades. Es una plataforma perfecta para desarrollar mis proyectos.

La familia, los proyectos personales, más allá del proyecto profesional hacen que uno decida volver. Son muchos los factores que influyen. Pero sin duda que lo profesional es fundamental porque es el sustento de la vida y la familia.

MOL: ¿Qué cambió para que decidieran regresar?

JF: El hecho de haber una institución que esté abierta a recibirnos a los repatriados, nos da la posibilidad institucional y la posibilidad de realizar los trabajos. Que institucionalmente haya una apertura es importante, no es la única condición por la que los científicos pueden volver pero es la que la ayuda a tomar la decisión final. Es un factor fundamental, porque uno vuelve y es recibido, es importante y se necesita una estructura profesional, no se puede hacer una investigación con la idea romántica de ir solo a investigar.

MOL: ¿Cómo es el trabajo en Misiones?

JF: Hace un año y medio que volví y comencé a armar el laboratorio de cero, nos juntamos con otra gente que necesitaba espacio para trabajar y necesitaba infraestructura y nos instalamos en este lugar que pertenece a la Facultad. En este proyecto somos cinco, donde hay investigadores pertenecientes al Conicet y docentes de la facultad de Exactas. Hay proyectos multidisciplinarios, es decir cada uno trabaja en diferentes proyectos, como ser genética humana, microbiología y en el que estoy trabajando tiene que ver con la tuberculosis.

MOL: ¿Cambió la ciencia en la Argentina?

JF: La ciencia en el país ha mejorado indudablemente y ha dado pasos importantes no solo con el programa de repatriación, sino que se percibe en la discusión social una revalorización de las ciencias como motor económico de desarrollo. Obviamente faltan muchas que ajustar. Pero el hecho de que se haya modificado el pensamiento, es importante.

MOL: ¿Hay más científicos con ganas de volver?

JF: Hay mucha gente que quiere volver y hay que darle la contención necesaria para que tomen la decisión de regresar. La vida de un científico no es fácil. Ahora el salario, teniendo en consideración la situación del país, es bueno. Por supuesto que a uno le gustaría cobrar más dinero, pero el hecho de que se haya decidido destinar parte del presupuesto nacional para la investigación y la ciencia, es alentador y da ánimos de continuar.

 

“Las rayas del Paraná son únicas”

Luis  Lucifora regresó a la Argentina luego de trabajar y especializarse durante seis  años en Canadá. Trabaja  actualmente en el Instituto de Biología Subtropical dependiente de la Universidad Nacional de Misiones y el CONICET. El biólogo se fue en 2003 en plena crisis cuando le surgió una beca de estudios por dos años y con posibilidad de renovarla.

Si bien era becado por el CONICET, en aquella época no recibían beneficios sociales ni aportes jubilatorios, sin embargo sufrieron también el recorte del 13 por ciento en el gobierno de De  la Rua.

En 2008 Lucifora presentó un proyecto al CONICET desde Canadá para trabajar en el control de especies marinas, específicamente rayas y tiburones. «Especies muy vulnerables por la cantidad de tiempo que tardan en comenzar su reproducción y que a su vez son controladores de los estados del río por el rol que cumplen en el ecosistema», explica. Fue convocado y ahora trabaja en plena selva subtropical en Puerto Iguazú.

«Me encontré con un país absolutamente distinto al que había dejado, con gobiernos que le dan a la ciencia la importancia que se merece. La creación de un ministerio de Ciencia Y Tecnología como los financiamientos a procesos investigativos son políticas destacadas».

Lucifora desarrolla un trabajo de conservación proyectando un equilibrio con las rayas que son tan sensibles a la extinción como el yaguareté en la selva. «Su control sirve como indicador de la situación general del ecosistema en el río», indica.

«Hay rayas en el Paraná de 150 kilos. A lo largo del río existe una variedad 30 especies de rayas únicas en el mundo que generan diferentes actividades comerciales, como la pesca y la venta al extranjero por su belleza y colorido utilizándolas para exponer en acuarios. También viajan de todo el mundo para pescarlas ya que en el Paraná se encontraron rayas de hasta 150 kilos, lo que significa un verdadero desafío para grandes pescadores».

Para Lucifora «hay que cuidar el recurso por que son especies que tardan mucho en comenzar su ciclo sexual, algunas comienzan a reproducirse después de los 35 años de vida».

«El caso de los tiburones es muy similar». Lucifora también trabajó en un proyecto para regular la pesca de tiburones en Mar del Plata. «La pesca indiscriminada de tiburones terminó con las almejas y todo el comercio que existía a su alrededor, por que justamente el tiburón regula la vida marina por ejemplo comiendo a los predadores de almejas». Ese trabajo generó que el gobierno de la provincia de Buenos Aires regule por ley la pesca de tiburones.

Para el biólogo, «la conservación de la biodiversidad es a su vez cuidar la sustentabilidad de los recursos como la pesca, el turismo y la gastronomía».

Pero entiende que «aunque falta mucho, los actuales gobiernos se están dando cuenta de la importancia de invertir en investigaciones científicas a largo plazo. También hay empresas que se empiezan a interesar por el asesoramiento de científicos para no devastar sus propios recursos».

«Elegí Iguazú por que necesitaba estar cerca del Paraná, pero principalmente por el grupo que integra el instituto, realmente me encontré con un escenario muy distinto al de aquellos años en que me fui, y con un grupo de gente que se siente reconocida por su trabajo», explica el biólogo refiriéndose a sus compañeros y al apoyo que reciben desde el Estado.

 

 

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