Pulsiones, de Andrés Paredes, en el Centro del Conocimiento

El ascendente artista apostoleño salda una vieja cuenta pendiente. Luego de haber causado sensación en las principales galerías y muestras del país, Pulsiones, una retrospectiva de su obra, podrá ser apreciada por el público local. La muestra se inaugura hoy a las 9.30 en la PB del Centro del Conocimiento y permanecerá hasta el 19 de Agosto.  

Una enorme mariposa negra sobrevolando un gigantesco hangar en la Bienal de la “ciudad más austral del mundo” (a la que tanto críticos, público y artistas consideran como la principal muestra de arte el país) es, probablemente, su trabajo más conocido. Pero la obra de Paredes incluye también cigarras, libélulas, boletos de colectivo y hasta números “de esos que te entregan en la farmacia para que te atiendan. Pequeños pedazos de papel que en su momento fueron muy importantes para cada uno y una vez usados perdieron todo su valor”. Claro, ese numerito de papel que alguna vez pudo haber servido para comprar un medicamento importante, una vez agujereado por el despachante de turno, se convierte en… nada. Andrés Paredes los ha intervenido con su minuciosa técnica para convertirlos en obras de arte individuales e irrepetibles.


 

Las tramas internas de cada una de sus obras remite a ese collage fantástico que es la selva misionera. Tanto si miramos hacia la copa de los árboles, donde se filtran rayos de luz entre una maraña de ramas, como si bajamos la vista y una inmensidad de hojas nos inunda con su simetría imperfecta (o perfecta asimetría, tal vez?). Y por más que la crítica especializada se esmera en resaltar el sentido abstracto de su obra, Andrés Paredes expresa lo contrario. “Dentro de cada entramado podemos encontrar experiencias vividas y diferentes homenajes, todo es cuestión de buscarlos, allí están”. Abstracto o figurativo, allí comienza ese juego entre el artista y público. Encontrar palabras y objetos escondidos en una trama infinita que podría ser comparada, también, con fractales de su ecuación matemático-biológica personal.


 

El joven Manos de Trincheta

 

Las pulsiones son acciones regidas por el instinto, procesos casi automáticos. Una fuerza involuntaria que poseen los seres vivos y que les permite, precisamente, vivir. En el caso de Paredes, el convertir las aburridas horas de espera durante el proceso de renderización en la edición de videos (es el lento proceso de traspaso de un formato digital a otro) mientras trabajaba en Brasil, lo llevó a tomar la trincheta y ponerse a calar los papeles que tenía a mano. Así, el filo del cutter se volvió una extensión de su mano. Sólo es cuestión de observar la cantidad de minuciosos cortes que posee cada una de sus obras para imaginarse las horas que le ha llevado cada una de ellas.


Papeles, cartulinas, maderas y lonas recicladas, ya sean caladas o dibujadas. El universo de Andrés Paredes parece signado por un entramado fabuloso que, si queremos observarlo así, también remite a ese arte bordado paraguayo que cada vez corre más riesgo de extinción, el ñanduty. Pero la eterna búsqueda del artista siempre lo lleva a por más. En sus últimos trabajos Paredes ha dejado sus calados para dedicarse casi por completo a la fascinante experiencia de las 3D merced a una serie de cigarras de resina epoxi que bien podrían formar parte de una producción de Ciencia Ficción hollywoodiana.

Cigarras, libélulas, mariposas, árboles, selva, mensajes ocultos, mandalas, fractales, frágiles papeles. Para Andrés Paredes, todos esos componentes son Pulsiones.

 

No solo del arte vive el hombre

 

Esa mariposa gigante, que voló de Apóstoles al Fin del Mundo y regresó, no se quedará por mucho tiempo en la tierra que la vio nacer. Ella cumplirá el ciclo natural de una obra de arte (un ciclo vital de muy difícil concreción): del autor a una muestra, y de la muestra a manos privadas. Esa mariposa fue comprada por Esteban Tedesco, uno de los principales coleccionistas de arte del país, quien la expondrá en la cúpula central de las Galerías Pacífico.

 

 

 

Así, Andrés Paredes pertenece un selecto espectro de artistas que viven de su arte. “La primera vez que expuse vendí varias obras antes de que se inicie la muestra. Cada venta significaba dos meses de sueldo. Al otro día regresé a mi trabajo y avisé que no volvía más. Mi jefe entendió que quería renegociar mi sueldo, pero no, no volví más”. Sueño del pibe o concreción de un gran esfuerzo?

 

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