El Chango Spasiuk dio el acorde inicial del Festival Avambaé

Música popular. El Chango volvió a emocionar a su público misionero.

Música popular. El Chango volvió a emocionar a su público misionero.

El virtuoso acordeonista fue el encargado de dar inicio a la tercera edición de un festival que reúne a artistas y artesanos de la región. Fue en el Centro de Convenciones, con la presencia de músicos y poetas de la región. 

Con la premisa de “no sólo mostrar el arte, sino también cómo se hace el arte”, el tercer encuentro de artistas y artesanos contó con la presencia de valores de Misiones, Paraguay, Brasil y diversas provincias argentinas.

Los acordes iniciales corrieron por cuenta del renombrado Chango Spasiuk, quien con una formación de trío (acordeón,  guitarra y violín), entregó un set corto, sensible y matizado con algunos ácidos comentarios de este artista que desde la lejanía no deja de “monitorear” lo que sucede en la Provincia. “No vengo muy de seguido”, expresó el Chango, pero siempre estoy muy conectado y encaré este encuentro no como un show, sino como una oportunidad de dar la bienvenida a los demás artistas y, claro, visitar a la familia y amigos”.

 

Casi en la intimidad

Una concurrencia llamativamente escasa puso, una vez más, en tela de juicio la actitud del público local para con sus más renombrados artistas. Con un ácido “tal vez tuve que haber venido en silla de ruedas para que se interese más gente”, el Chango encendió el fuego de una noche fría. Se refería al show televisivo y la “tinellización” del mundo del espectáculo, al éxito fácil y al abandono que sufren los artistas de ascenso meteórico una vez que se acaba su sueño de bailar o cantar. “Hablo de la tele a nivel nacional, que viene, endiosa y luego se va. Luego toda esa gente va a golpear las puertas y no las atienden nunca más. Las puertas son duras y gruesas, y no las abre nadie”.

Spasiuk, un músico humilde y auténtico que sabe muy bien de lo largo y tortuoso que es el camino que debe recorrer un artista hasta llegar al “éxito”, prosiguió: “Mejor las pequeñas cosas hechas por uno mismo, un lugar donde podemos construir, encontrarnos,  conocernos y saborearnos, saber de qué madera estamos hechos. Todo lo demás, si tiene que venir, bienvenido sea, pero es necesario hacernos desde adentro”. Pero  mientras el Chango arengaba en pos de la autenticidad artística, también se desarrollaba un show. El trío atacó con un set que hizo honor a las raíces de la música misionera, haciendo hincapié en Félix y Héctor Chávez, eximios músicos oriundos de la zona de Concepción de la Sierra y hoy radicados en Buenos Aires. Así  “Tarefero de mis pagos” y “Viejo caballo alazán” fueron re-versionados con todo el poder de ese fuelle Anconetani de colección y un furioso violín de Víctor Ranaudeau, copiloto del Chango desde hace ya varias lunas.

“Soy un enamorado de las simples palabras, con las que se describen situaciones” expresó el fuellero, refiriéndose a la poesía de los hermanos Chávez. “No es algo literal que uno escucha con los oídos. Son palabras y combinaciones. Oraciones que te hacen volver a sentir un sabor, porque para mí la música es exactamente igual a la comida. No es algo que se percibe sólo con los oídos, algo casi externo o superficial. Es algo que se puede saborear, no es fútbol, ni un entretenimiento, la música es mucho más; como dijo Ludwig Wittgenstein, ‘de lo que no se puede hablar, mejor callar’, y el saboreo es lo que más se acerca a ese lugar.

Luego de menos de una hora de espectáculo, prosiguió el festival. Fue el turno de Víctor Riveros, quien con su CSP (Canción Social Popular) traída desde Asunción, no pudo dejar de resaltar el mal momento institucional que atraviesa la hermana nación. Le siguieron Silvia Iriondo (Buenos Aires), Patricia da Luz (Misiones), Sylvia Zabzuk (La Pampa), Claudio Bustos y Alejandro Cerri (Misiones), De Nuevo Dúo (Mendoza) y Hugo Ferreira, de Asunción, redondearon una velada en la que el arte y el cómo ejecutarlo, fueron las verdaderas estrellas.

 

La identidad, según El Chango

 

Siempre tímido y medido, pero filoso cada vez que desenfunda la lengua y no el acordeón, el Chango no dejó de lado la eterna discusión acerca de la identidad (o falta de ella) del pueblo misionero. “Se dice que no tenemos identidad, pero cualquiera que se crió escuchando a Luis Ángel Monzón, Los 4 Ases, Blas Martínez Riera o a Gregorio Molina, seguro que no tiene ningún conflicto de identidad y jamás se parecerá  a un correntino, no será mejor ni peor, será distinto. La diversidad cultural de nuestra provincia no es un problema, es un tesoro. El verdadero problema es la ignorancia y desconocimiento profundo de todo lo que nos rodea, por eso la importancia de estos espacios que nos permiten conocer de qué estamos hechos. El Gringo, el tarefero, el político, todo eso somos nosotros, lo que nos gusta y lo que no».

 

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