La reconocida filósofa Josefina Semillán Dartiguelongue, profesora de la UBA disertó en Posadas acerca de “Cambios culturales, las relaciones intergeneracionales y nuevas formas de comunicación”. Fue invitada por la fundación Osde, donde habló acerca de las temáticas sobre convivencia organizacional entre generaciones y nuevas tecnologías. “Estamos indudablemente en una época de cambios aluvionales, y además en catarata, no es un cambio en algún sentido o sector, sino cambio de cambio», introdujo.
Respecto a las situaciones de cambio, la cuestión es la interpretación y el lugar, desde el cual el cambio en lugar de ser un peso, una fatiga, una complicación, un agobio, una alegría y como puede ser vivido todos a la vez y contradictoriamente uno sea coautor del cambio, explicó.
Por el momento –agrega- soportamos cambios, pero decirlo rápidamente en el lenguaje televisivo, una cosa es construir cambios, otra cosa es soportarlos, viene la queja, y comienza la nostalgia, hay gente de 40 años que añora diez años antes, contó la filósofa con especialidad en Antropología Filosófica y Filosofía Social, profesora de Posgrado en la Facultad de Medicina (UBA) en el área de pediatría, y en el Posgrado de Ética y Gerenciamiento de la Salud de la Universidad Favaloro.
La nostalgia
Al hablar de la nostalgia dice que “psicológicamente la nostalgia puede tener un matiz interesante, es un recuerdo impregnado de afecto y de idealización, la nostalgia impide ver los valores presentes, si mi mirada quedó atrás, y aquella era mi experiencia del paraíso, de la vida que valía la pena, de los amores que se daban como se querían, de los hijos que obedecían, de los padres que eran modelo de autoridad y demás, eso no existe más y hay un riesgo de una especie de apego al pasado como resistencia al cambio, como está disfrazado no se reconoce, yo valoro aquello, pero además aunque valores aquello como ese tiempo ya no está, vos podés mantener los valores que te han gustado de aquello, reinaugurándolos en un contexto que es éste, no quiere decir, mucha gente piensa que cambiar es hacer ruptura con principios, con valores, con modos de vida, gustos y eso no es el cambio, es la disrupción, es decir salto de época en época sin una continuidad evolutiva”.
Plantearse uno el cambio
Para Josefina Dartiguelongue, “la maravilla es que uno se plantee en el cambio, sea crítico, discierna entre lo que va, lo que le expresa, lo que quiere modificar y acompañar y lo que quiere retener y revivir, pero nunca desde fuera, porque desde fuera es la función del observador, no del protagonista, de aquel que actualmente se involucra en el cambio, no para es decir un sí demagógico a todo o un sí temeroso,
Cuando los adultos se disfrazan
Dijo que muchos adultos se disfrazan de jóvenes siendo de estructuras muy caducas de pensamiento, para no perder su conexión con los jóvenes y los jóvenes respiran la falsía del cambio en medio segundo, no hace falta ni explicarlo ni que lo sienten epitelialmente saben, cuando alguien es genuino y cuando alguien no quiere ser cavernario y toma actitudes”.
El perfume de la autenticidad no se olvida
Por eso “es patético el adulto que disfrazado de gustos jóvenes, no porque los tenga sino porque no le son auténticos, el perfume de la autenticidad es un perfume que no se olvida, es una intuición, no hace falta que me den el manual de la veracidad de las conductas, si uno intuye si algo emana de alguien fluidamente que lo expresa a algo que uno esta haciendo un esfuerzo por parecer moderno, y el temor de la gente anquilosada como no quiere ser marginada diría, sí, un segundo, enmarco rápidamente, en el marco de los cambios contemporáneos como son infinitos tomaré algunos muy nodales».
Para ella uno de esos cambios al que alude «es la matriz cultural que conforma todo lo demás, que es el cambio de la experiencia del espacio y el tiempo, y con los medios virtuales el espacio hoy es el cyber espacio y es el mundo entero, no es mi localidad, no es Posadas no es tu mirada y el tiempo es un tiempo del instante, de la simultaneidad”.
