Iván Noble en el Montoya: nobles canciones

El ex Caballero de la Quema paseó sus metáforas ante un auditorio repleto de chicas exaltadas. 

Definitivamente El Mudo, ese verborrágico policía de 099 Central, ha conquistado los corazones femeninos a puro chamuyo metafórico y un porte a mitad de camino entre Jim Morrison y centrodelantero de fútbol retirado. Hoy, con su quinto disco bajo la lengua (La parte de los ángeles, editado el año pasado), ya lo encontramos muy muy lejos de ese cantante que en los 90s lideraba a los Caballeros de la Quema.

Claro, ya no estamos en los 90s, los Caballeros de la Quema se incendiaron en su propia fama, e Ivan Noble cambió ese rock macizo y casi épico que abanderó toda una época, por “canciones de amor que siempre terminan pésimo”, según sus propias palabras en el show de anoche. Hablando de la noche de anoche, el músico se presentó con un show despojado, acústico e intimista, casi familiar; algo que, ayudado por la excelente acústica del lugar, posibilitó un contínuo diálogo con la platea femenina. Cuando hablamos de “diálogo”, en realidad nos referimos a los permanentes llamados a “pasar la noche juntos”, “fabricar hijos”, “te plancho las camisas” y varios otros comentarios más subidos de tono y que, por obvias razones, no podemos incluir en esta crónica. Es que las muchachas posadeñas se manifestaron extremadamente liberales a la hora de expresar sus instintos.

AVANTI MONTOYA
Acompañado por un correctísimo Rubén Casco en guitarra rítmica y teclados, y  el ya conocido por estas tierras Benjamín Lopez Barrios en guitarra principal (ya lo acompaó en el show del año pasado), Ivan Noble no se apartó mucho de lo que ya nos tiene acostumbrados. Canciones sentidas y metáforas directas (no se puede decir que “Siento una topadora haciendo la vertical sobre mi corazón” sea una metáfora muy elaborada”), han convertido al aún Caballero (a pesar de que los comentarios de la platea daban para responder en cualquier tono, Noble mantuvo su simpatía y corrección en todo momento) en un crossover entre Sabina y Arjona, un cantautor legítimo, querido y leal a su nuevo personaje.

El acusticazo duró casi dos horas. No faltaron los clásicos “Como un cangrejo”, “Olivia” y “Sapo de otro pozo” y, para rematar, su infaltable oda a la mujer argentina. Avanti Morocha, que nadie está muerto…

 

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