Es por el fusilamiento de 19 personas en 1972. El naval era el jefe de la base donde se produjo el hecho. Fue gobernador de facto de Misiones entre 1978 y 1981. Inició la colonización de Andresito.
La foto que muestra la rendición de los guerrilleros en las puertas del viejo aeropuerto de Trelew.
El lunes comenzó a ser juzgado por crímenes de lesa humanidad el ex gobernador de facto de Misiones Rubén Paccagnini, por el hecho conocido como la Masacre de Trelew, donde fueron fusiladas 19 personas en 1972. Entonces, era capitán de navío y jefe de la Base Almirante Zar, donde se produjeron los sucesos. Junto a Paccagnini, de 85 años, son juzgados Luis Sosa (77), Emilio Del Real (76), Carlos Amadeo Marandino (63) y Jorge Enrique Bautista (87). No estará en esta etapa del juicio por razones de salud Horacio Alberto Mayorga. Y tampoco el ex teniente Roberto Bravo, prófugo en Estados Unidos país que no concedió su extradición.
El ex gobernador de facto está acusado de ser partícipe necesario, en tanto que Sosa, Marandino y Del Real de ser los ejecutores de la masacre; y Bautista de encubrimiento, por ser el sumariante luego de los fusilamientos.
En el juicio que se realiza en Rawson, Chubut, el lunes se leyó el expediente, ayer fue el turno de defensores y querellantes, y hoy comenzaría el debate.
La indagatoria del 2008
Paccagnini ya declaró en la instrucción de la causa federal, en el 2008. Entonces había dicho que no participó de los fusilamientos de los 19 presos y repitió que se trató de un intento de rebelión. Fue el primero de los marinos indagado por la Masacre de Trelew, quien se desempeñaba como jefe de la base Almirante Zar en 1972.
El ex gobernador de facto se mostró lúcido para los 81 años que tenía en ese momento y contó que dormía en la casa asignada al jefe de la base cuando recibió un llamado de la guardia con la noticia. Pese a los escasos 200 metros que separaban su habitación del pasillo de la masacre, aseguró que no escuchó un solo disparo. Las paredes de los calabozos son gruesas, explicó. Hombres de sueño pesado, varios testigos que prestaron declaración testimonial también dijeron no haber escuchado la metralla.
Paccagnini relató que fue la primera persona que no participó de la masacre en llegar al lugar. Cuando se presentó todo había pasado, dijo. Ya no había ningún marino en la guardia de los calabozos. Sólo estaban los cuerpos de los fusilados. Algunos se movían, confesó. Salió rápido y ordenó buscar médicos y enfermeros para auxiliarlos.
Contó que después viajó a Rawson a informar al general Eduardo Betti, jefe del área militar. Allí se produjeron las primeras consultas con Buenos Aires. Desde el Estado Mayor de la Armada recibieron la orden de iniciar un sumario interno, tarea que encomendaron a un oficial de apellido Bautista. A su vez Paccagnini le ordenó al comandante del Batallón de Infantería que separara a los oficiales que habían participado de los hechos para tomarles declaración. Dos días después llegó el enviado de la Armada, que recibió los testimonios de los oficiales y suboficiales involucrados. La Marina nunca entregó esa supuesta investigación. Paccagnini no supo explicar cómo pudo haber desaparecido.
Recordó haber leído las actuaciones internas y admitió haber dialogado con varios protagonistas, como el capitán Raúl Herrera. Los participantes de la masacre, según Paccagnini, fueron sólo cuatro: Sosa, el teniente Roberto Guillermo Bravo, el cabo primero Carlos Marandino y el fallecido Herrera. Sobre Del Real, con quien pasó sus últimas cuatro noches, dijo ignorar dónde estuvo aquella madrugada. Los hechos que relató no difirieron de la versión oficial de entonces: “los guerrilleros haciendo lío, Bravo los saca al pasillo, Sosa circula entre las dos hileras, Pujadas lo golpea, le roba el arma y no deja otra alternativa que gatillar”.
