El té: una costumbre que crece

Hasta hace unos años en Argentina era sólo una bebida que consumíamos como desayuno o merienda; ahora es un universo de sentidos, sabores, momentos y variedades

El consumo de té en Argentina, como en todo el mundo, ha ido cambiando. Si hacés un poco de memoria, hasta hace unos años lo común era conseguir en las góndolas de los mercados los típicos saquitos de té y, con suerte, se conseguía alguno importado. Pero no te preguntabas por las hebras del té y mucho menos imaginabas conseguirlas en sus diferentes variedades y ni hablar de los actuales «blends», tan de moda entre los gourmand.

Pero los tiempos cambian y nada es estático, menos en el mundo del té. Hoy sabemos que hay variedades y conocemos mucho más sobre el origen de estas hojas tan perfumadas y exquisitas. Aprendimos cuáles quedan mejor con leche, cuáles pueden mezclarse con flores o hierbas y en qué momento y a qué temperatura deben tomarse. Los invito a un pantallazo general sobre las variedades de té, sus distintas presentaciones y su marcadas diferencias a la hora de consumirlas. Es hora de té.

Para entrar a desmitificar, empecemos diciendo que todos los tés vienen de una misma planta, llamada Camellia Sinensis. Los principales países productores de té son China, Japón, India, Rusia, Irán y Turquía. Te preguntarás: si vienen de la misma planta, ¿en qué se diferencian entonces? Se pueden categorizar según su forma de cosecha y según el tratamiento que se les dé a esas hojas cosechadas.

Dentro de las categorías más conocidas están el té blanco, el té verde, el té negro, el oolong y el pu-erh. Del blanco mejor nos olvidamos, es la estrella top del mundo del té, proviene de las hojas jóvenes de las mejores plantaciones y es muy difícil de conseguir. El té verde es un té sin fermentar (sus hojas son cocidas y secadas para evitar perder sus propiedades) que se puso de moda porque sus hojas conservan agentes antioxidantes y aceites esenciales. El negro es fermentado y de sabor fuerte, y es el que más consumimos en Occidente. Argentina lo produce, sobre todo para exportación. Ideal para tomar con leche. El oolong es un té que se fermenta en un 75% aproximadamente de su composición, por ende su sabor es diferente al negro. Y el té rojo o pu-erh es producido sólo por China y se caracteriza por su sabor único, producto de su añejamiento de hasta 30 años. Cómo se produce esta variedad, es aún un secreto bien guardado.

En nuestro país, también producimos té, sobre todo en Misiones y Corrientes, provincias yerbateras por excelencia. Un dato curioso: nuestras hebras de té se mantienen translúcidas cuando se las enfría con hielo, propiedad que lo hace único para exportar a países consumidores del famoso «iced tea» o «té helado». Los principales destinos del té nacional son: Estados Unidos, Chile, Reino Unido, Alemania, Kenia y Países Bajos.

Estados Unidos es el comprador más importante, con más del 60% del total. Ahora, ¿cuáles son las variedades que se producen en Argentina? El té negro y el verde parecen ser los más comunes. De todas maneras los argentinos consumimos sólo 250 gramos de té por persona al año, mientras que en el mundo llega a los 600 gramos. Aún nos queda mucho té por tomar.

El mundo del té se ha vuelto tan gourmet que hoy tenemos especialistas en la materia, llamados «nariz de té» o en algunos casos «sommeliers de té», quienes son requeridos por restaurantes o casas de té , para armar los «blends» o mezclas de sabores y aromas únicos entre flores, infusiones y hebras. En cuanto a la mejor forma de guardar las hebras de un té, conviene que se haga en latas o frascos cerrados herméticamente, nada de dejarlo destapado. Mucho menos al sol. El té se guarda en un lugar oscuro, fuera de la luz, el calor y la excesiva humedad o sequedad. Bien guardado puede durar hasta dos años. Una confusión muy común se da entre el té y las infusiones. El té es la bebida que se prepara con la planta Camellia Sinensis. Una infusión se prepara con agua caliente y hierbas, flores, frutos o semillas, pero nunca con la planta del té. El mundo del té es tan amplio e interesante como el de cualquier bebida, pero nos demuestra que aún como productores y consumidores tenemos mucho más para dar y beber. A tomar más té, ¡que el placer no se agota en los saquitos!

 

 

La Nación.

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