Comienza un nuevo juicio por delitos de lesa humanidad en Misiones

El juicio se iniciará el miércoles en el Tribunal Federal con jueces subrogantes. Los acusados pertenecían a la Policía de Misiones durante la dictadura y aplicaron tormentos en más 42 hechos.

 

 

A casi 36 años de aquel fatídico 24 de marzo, comenzará un nuevo juicio por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura. En el banquillo estarán Carlos Omar Herrero, Felipe Nicolás Giménez, Guillermo Roque Mendoza, Julio Argentino Amarilla y Carlos Alberto Pombo, todos en la cúpula de la Policía de Misiones durante los años de plomo y se juzgarán los flagelos y torturas cometidos contra casi un centenar de víctimas.

Serán juzgados por privaciones ilegítimas de la libertad agravada y aplicación de tormentos agravados en 42 hechos. Ambos estaban a cargo de la Jefatura de la Policía y del Departamento de Informaciones de la Policía, respectivamente. El tercer juzgado será Guillermo Roque Mendoza, médico de la Policía en esa época, acusado de privaciones ilegítimas de la libertad agravada y de aplicación de tormentos en tres hechos. También fueron acusados el ex sargento de la Policía, Julio Argentino Amarilla, quien trabajaba con Giménez, y el ex agente policial Carlos Alberto Pombo.

El Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Posadas sesionará a partir de las 8 del miércoles en Félix de Azara 2170. El tribunal estará compuesto por .los jueces subrogantes Rubén Quiñonez, Eduardo Ariel Belforte de la Justicia federal de Formosa y Norberto Rubén Giménez, de Resistencia, ya que los magistrados misioneros fueron recusados.

A Herrero se lo juzgará por 42 hechos; al igual que a Giménez. Mendoza será indagado por tres hechos; Amarilla por 41 y Pombo por diez hechos, en la causa acumulada y recaratulada bajo el Nº 87/2010, del registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Posadas, por la presunta comisión de crímenes de lesa humanidad en el Departamento de Informaciones, el Destacamento policial conocido como Casita de Mártires y, la Casita del Rowing, todos CCD (Centros Clandestinos de Detención) dependientes de la Policía de Misiones.

Como parte querellante, además de las víctimas, está el Estado misionero, a través de la secretaría de Derechos Humanos del ministerio de Derechos Humanos, con Amelia Báez como representante. Los abogados querellantes por el Estado misionero son Juan Bautista Martínez y Orlando Prestes –por la Municipalidad de Posadas-, mientras que Héctor Rafael Pereyra Pigerl representa a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. El abogado Marcelo Fernando Canteli representa a la víctima Eladio Benítez y Carlos Tomás Andino hará lo propio por Juan Marcelo Quirelli.

Las defensas de los imputados Herrero, Giménez y Amarlla estará a cargo de la . Defensora Oficial, Susana Beatriz Criado Ayán –quien ya representó a otros condenados en los juicios previos-; en tanto que la defensa de Mendoza estará a cargo del defensor particular César Edgardo Ortellado y la de Pombo, a cargo del abogado Alberto Kûlhe. 

 

El debate oral se extenderá por más de un mes -en doble turno- para recibir declaración a más de 120 testigos citados al efecto. 

 

El primer juicio por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura que se llevó a cabo en Misiones, en 2008, acabó con la condena a 25 años de prisión al coronel retirado Carlos Humberto Caggiano Tedesco. En julio de 2009, dos guardiacárceles fueron sentenciados a dos décadas de prisión. En octubre de ese mismo año, Caggiano Tedesco recibió otra condena, esta vez a reclusión perpetua, junto al también coronel Juan Carlos Beltramelli.

 

 

“La Jefatura era el eje de la red de centros clandestinos”

Amelia Báez, también víctima de la dictadura militar, ahora es la subsecretaria de Derechos Humanos de la Provincia en el ministerio homónimo que conduce Edmundo Soria Vieta, otro preso político.

Para la funcionaria, quien brega por llevar a juicio a los responsables de la dictadura en Misiones y se encargó de editar el Nunca Más misionero que ya tiene tres tomos, el juicio que se inicia el miércoles demostrará que la Jefatura era el eje de una red de centros clandestinos de detención en Misiones.

“Hay 84 víctimas que relataron haber sido detenidos y torturados en la Jefatura de Policía, que era el centro del circuito represivo hace 36 años en Misiones”; explicó.

“Los torturaban ahí, con los acordes de la Banda de Música de la Policía de fondo para que no se escuchen los gritos”, relató.

Báez destacó el aporte de la Nación en la representación de las víctimas durante los juicios, al igual que el de la Secretaría de Derechos Humanos de la Municipalidad de Posadas, que estará representada por el abogado Orlando Prestes.

Entre las víctimas que estuvieron en la Jefatura, Báez recordó a Augusto Gilberto Speratti, quien ya fue querellante en el juicio contra los ex penitenciarios José María Cuenca y Rubén Alberto Gómez, Ricardo “Pelito” Escobar, quien ahora se desempeña como Jefe de Gabinete del Gobierno provincial y Julio Gómez, un ex empleado de Casa de Gobierno que fue apresado en la misma Rosadita.

Báez recordó que todavía queda por elevar a juicio la causa por delitos de lesa humanidad cometidos en el Regimiento de Apóstoles del Ejército argentino bajo el denominado operativo ‘Toba'». Esa unidad estaba comandada por el general de brigada  Leopoldo Héctor Flores, quien hoy supera los 80 años.

Flores comandaba muchos de los operativos en el interior de la provincia y fue uno de los encargados de buscar al dirigente agrario Pedro Peczak, asesinado durante la última dictadura.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“El  alma se conmociona con la pérdida de libertad”

Alejandro Rodríguez, fue preso político y será uno de los testigos en el juicio que se iniciará el miércoles por los delitos de lesa humanidad cometidos en la Jefatura de la Policía. “Es una experiencia desconcertante porque la pérdida de la libertad no puede ser dimensionada”. “El  alma se conmociona en la pérdida de libertad”, relató Rodríguez lo que fue para el estar preso bajo la dictadura. 

 

El fue trasladado a varias cárceles del país, donde fue torturado y fue distanciado de su familia desde el año 1976 hasta el 1982.

 

Quizás es un mínimo retrato de sus vivencias, pero constituyen una parte importante en la memoria histórica de Misiones.

¿Qué sentimientos  te produjo el hecho de estar detenido. Cuál fue tu reacción cuando te tomaron preso?

En realidad no te puedo definir, creo que me sentí anonadado. Fue sin duda una experiencia desconcertante porque la pérdida de la libertad no puede ser dimensionada, ni resumirse en palabras, es una conmoción muy grande,  el alma se conmociona con la pérdida de libertad. Produce un estado de impotencia y angustia, que no tienen comparación. Pero fue un aprendizaje al mismo tiempo.

 

¿En qué cárcel, estuviste o no sabías donde te tenían?

 

Estuve detenido en varias cárceles del país, primero estaba en el sector de Investigaciones de la Jefatura que está por la calle Tucumán, de acá de Posadas.  Después me llevaron a un campo de concentración que no sé bien hoy donde exactamente era.  Siempre estuve con mi compañera de ese momento Josefa, pero desconocía que nos llevaban a las mismas cárceles. Además nos llevaron a las cárceles de Candelaria, Resistencia, Santa Fe, Buenos Aires y la Plata. Estuvimos más de una vez en esas cárceles, no te podría precisar cuánto pero una o dos veces fuimos y volvimos.

Lo más anecdótico y contradictorio es que después supimos con Josefa que nos llevaban juntos a las cárceles. Pero no nos veíamos. Igual que mis hijas, fueron con la familia de mi señora mientras estábamos detenidos. Gracias a que un comisario era conocido de mi suegro, le comentó y se las dejó. Cuando nosotros salimos pudimos verlas.

 

¿Eran militantes?

 

Yo era militante de la Juventud Peronista, fui el fundador de la Juventud Peronista en Puerto Esperanza. Cuando vine a estudiar acá empecé a militar y la conocí a Josefa militando,  todo lo que sentí cuando la conocí está retratado en el poema “Te quiero Elisa” en el libro “Misiones Historia con nombres propios”. Nosotros sabíamos que íbamos a ir presos, que nos iban secuestrar, a torturar, que iban a raptar a nuestras familias, a nuestras esposas, a nuestra familia. Pero nuestro ideal era mucho mayor. El objetivo de la transformación social trascendía el objetivo de tener una familia. Y no era que no amábamos a nuestra familia, porque la amábamos., pero la revolución absorbía todo.

 

¿Cómo fue el presidio, la tortura, qué es lo que recordás, qué extrañabas?

 

Lo que más puedo decir que extrañé, no sólo era el hecho de ver a mi mujer, la tersura de su piel, sus caricias, sino la voz. Lo más chocante era no escuchar por tanto tiempo la voz de una mujer. Ellos planteaban la destrucción de la persona, tanto física, intelectual, emocional. Era sistemático. Desde la comida que según la cárcel, nos alimentaban mejor o peor. Hasta las torturas físicas, la inmersión, la picana, o que nos colgaran de manos o de pies.  En Buenos Aires, por ejemplo nos servían manjares pero en raciones pequeñísimas, y era inconcebible que nos sirvieran caviar y era muy pequeñito.

El hecho de estar en una habitación de 1,70 por 1,70 era realmente muy terrible, estaba encerrado y todo lo que sucedía estaba afuera, el amor estaba afuera, la libertad estaba afuera, la vida seguía afuera.

Una vez hinché tanto por verla a mi mujer que en un Consejo de Guerra me permitieron verla pero fue dos segundos. La extrañaba tanto, el verla nada más, escuchar su voz, sentir su presencia.

En un momento, de tanto tiempo de no ver el verde, de extrañar tanto el sol, empecé a tener problemas psiquiátricos,  por el desarraigo, y no hablaba. No podía hablar.

Recién cuando perdieron las Malvinas los tratos comenzaron a mejorar, la comida, teníamos deportes.

Con las mujeres se ensañaron mucho más, las violaban en masa, y muchas de ellas que fueron capturadas muy  jóvenes tuvieron su primera experiencia sexual allí, porque las violaban y no uno sólo sino muchos. Le ponían las armas en la zona vaginal, y esa zona es muy delicada. Creo yo que por el patriarcado no soportaban que las mujeres se enfrentaran a ese poder.

Al último tiempo nos dejaban que nos visiten nuestras nenas, pero no podíamos tocarlas. Y vos no sabes lo que se siente ver a alguien a quien querés pero no poder tocarlas, el contacto…

 

 

¿Cuando saliste, que sentiste en ese momento?

 

En el 82 estaba en La Plata y empezaron a salir varios de mis compañeros, un día que me tocaba el diario a mí, estaba leyendo que salía una compañera y me acerco a la reja y empiezo a gritar: ¡Sale María! Y uno me responde y vos también, y yo le respondo ¿que voy a salir?. ‘Vos también salís’. Y volví a buscar el periódico que estaba todo desparramado y empiezo a leer la lista de los que salían y encontré mi nombre. Fue tan raro el hecho de salir y volver. Una mezcla tan grande y tan compleja de emociones.

 

¿Cómo fue reinsertarse en la libertad, cómo fue para vos regresar?

 

Ese día fuimos a la casa de mi hermano, y pasamos año nuevo ahí. Después nos volvimos a Esperanza, como salimos en plena dictadura nos trataban de terroristas. La iglesia Luterana Alemana colaboró con nosotros. Mi primer trabajo fue una motosierra y empecé a trabajar en el monte como obrero, yo siempre fui obrero. Trabajaba para Alto Paraná.

 

¿Y qué pasó con tu compañera?

Nos separamos. A todos nos afectó mucho la dictadura, todos fuimos víctimas, yo no estaba preparado para asumir mi rol de padre cuando volví, mis hijas ya eran grandes y el desarraigo de nosotros, como hacerles entender a ellas que éramos sus padres y que las queríamos. Era muy difícil. Y además Josefa también sufrió la cárcel, la tortura.  Igual guardo un recuerdo muy lindo de ella, muy positivo, es una gran mujer.

 

 

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