Nora Urdinola: «Nos dimos el gusto de hacer teatro leído en el Anfiteatro, que se llenaba de gente»

"La tía Maru apoyó todo un movimiento cultural en Posadas".

"La tía Maru apoyó todo un movimiento cultural en Posadas".

Quien recuerda a Maruja Ledesma con mucha emoción es Nora Urdinola (70), dice la actriz de teatro vivía en una de las casas más lindas que había en Posadas, en Santiago del Estero y Colón, que está igual por afuera, dice cómoda en su nueva casa desde hace unos meses, en el barrio de la chacra 113, en inmediaciones de la avenida Martín Fierro y Zapiola.

 

Formaba parte de un grupo que se llamaba el Escarabajo de Oro, integrado por gente dedicada a las letras y la cultura y funcionaba donde hoy está el supermercado California, donde había una galería en los años 58 ó 59 y Maruja Ledesma tenía un negocio de modas que se llamaba Blue Bell y «donde yo era clienta», cuenta Nora.

 

Según refiere «hacíamos teatro leído y ensayábamos en su casa. Uno de los que participaban era el doctor Enrique Otero Pizarro (fallecido), un ministro del Superior Tribunal de Justicia. También se encontraban Eloísa Guerra, Carlos Golián Gálvez, Tito Morales, Ismael Fernández y Elba López Domínguez de Street, también Tito Hedman, el arquitecto Andrade era del interior, donde era promotor de toda esta movida, también Rulo Fernández quien ya falleció, también cuando era directora de Cultura dio mucho impulso y traía de Buenos Aires excelentes directores de Cultura de la Nación, a dar clases».

 

«Yo me fui a sus clases de declamación y formamos un grupo de teatro leído y ensayábamos en su casa, en Santiago del Estero y Colón, yo era una de las más jóvenes, Maruja se tomaba el trabajo de imprimir los libretos y ensayábamos, y hacíamos las funciones de teatro leído en el Palacio del Mate los días jueves, donde cada vez se iba más gente y se integraba más gente al grupo, como nos quedó chico pasamos al cine Sarmiento, y después nos dimos el gusto de hacer teatro leído en el Anfiteatro, lleno de gente que se iba a escuchar nuestra obra, donde cada uno interpretaba un personaje”.

 

Eran obras desde Florencio Sánchez, Ionescu, la cantante calva, esperando a su hijo el doctor”.

 

«El movimiento cultural que ella formó continuó por años»

Nora recuerda que todo ese movimiento cultural  iniciado por Maruja continuó por años, «ella no tuvo hijos, había una señora, Enriqueta Villalba, esta mujer tenía tres hijos, Maruja era amante de los perros, tenía como siete y después tuvo un traspié económico y vendió el chalet de Santiago del Estero y compró una casa más humilde pero con esos muebles bellísimos que tenía, que mucha gente se los compró cuando se lo puso a la venta, compró una casa en Roque Sáenz Peña casi 3 de Febrero, (ahora ya no está) y ahí se mudó con esta señora ama de llaves y sus hijos, que fueron los herederos de Maruja”.

 

La enfermedad de Maruja

Respecto a su enfermedad “hoy con el tiempo digo que ella tuvo una arterioesclerosis que la fue inmovilizando, y empezó con un dedo de un pie y después otro y otro y las manos y ella no se quería dar por vencida, íbamos a cenar a la noche los del grupo más íntimo, Tito Morales, el doctor Roberto Street (médico de garganta, nariz y oído ya fallecido) y la señora, yo, y Enriqueta le traía la comida, le servía y como ella no podía tragar, para que nosotros no nos diéramos cuenta, llamaba a los perritos y le daba su comida, y así esta enfermedad fue avanzando hasta que le atacó la parte respiratoria, murió un 4 de junio que llovía a cántaros”.

 

Ella quedó viuda muy joven, había venido de España, donde el papá era director de Teatro, ella contaba que el papá allá en España era director personal de teatro de Lola Membrives, ella se casó con un Ledesma con mucho dinero, familiar de los azucareros de Tucumán”.

 

 

“Los perros de Tía Maru”

“Nunca la abandonamos, estuvimos hasta último momento a su lado, tengo que reconocer estaba Mario Losada como gobernador, estoy casi segura su gobierno se hizo cargo de su entierro, pero lo más conmovedor fueron los perros, cuando falleció Tía Maru, horas antes que falleciese todos se fueron metiendo bajo su cama, y no los podíamos sacar de allí, y cuando se la veló en una mesa de su living, los perros se instalaron debajo del cajón, después aullaban y había uno que se golpeaba contra la pared, nunca olvidaré ese cuadro cuando la llevaban, después al poco tiempo se fueron muriendo de tristeza”.

 

 

 

 

 

(ampliaremos)

 

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas