Jimmy Ledezma & Friends en Pepper´s

El afamado baterista dio cátedra de free jazz ante un público incondicional. 

El que acuñó  eso de que “nadie es profeta en su propia tierra” seguramente nunca conoció a Jimmy Ledezma. El excelso baterista radicado en Los Ángeles desde hace ya un par de décadas echa por tierra ese dicho a puro carisma, calidad musical y calidez humana. No en vano el coqueto (y poco apto lugar para espectáculos de esa naturaleza) reducto de la Costanera se vio completamente desbordado por un público ávido de esa música que nunca escucharás en la radio.

 

Con puntualidad inglesa, precisión suiza y candor latino, el ex Arco Iris demostró que eso de “siempre estar llegando” no sólo que no aburre, sino que cada vez despierta más elogios y adictos a esa música salvajemente delicada. Secundado por Cristian Benitez y Lisandro Vega en guitarra, Danny Arzamendía en bajo y Quique Uffelmann en percusión, él superhéroe de la batería (como lo han denominado sus no pocos amigos locales), Jimmy se brindó, sonrió, contó anécdotas, dejó chiquita la batería y, sobre todo, transpiró la camiseta en búsqueda de ese trofeo tan esquivo para muchos y tan fácil de obtener para otros: el reconocimiento general sin caer en clichés ni la estrategias facilista del cover efectista, la famosa “canción que sepamos todos” se disfrazó de funk, de blues y de latin jazz, y logró que la nutrida concurrencia despidiera la anteúltima noche del año untada en el probablemente más potente free jazz del condado.

 

Para la anécdota quedará lo desbordado del lugar (al que hay que reconocer por ser uno de los poquísimos lugares que se prestan para eventos de esta naturaleza a pesar de no estar preparado arquitectónicamente para ello). Los que se quedaron afuera ya saben, la próxima (porque con Jimmy Ledezma siempre se sabe que habrá una “próxima vez”) deberán llegar más temprano para encontrar una buena ubicación.

 

Cientos de viejos amigos y un buen porcentaje de los principales músicos locales dieron cuenta, una vez más, que este superhéroe que no vuela ni esquiva balas a la velocidad de la luz, aunque viva en yanquilandia es bien posadeño, tanto como el calor que horneó la noche de anoche.

 

Marcelo Luketti

 

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