Analía Polito: “Mi diagnóstico era cáncer en las tiroides”

"No es un cáncer como los otros, pero hay que seguir con los controles".

"No es un cáncer como los otros, pero hay que seguir con los controles".

Hace seis meses se operó de cáncer en la tiroides en el hospital Italiano, en Buenos Aires. Hoy, y restándole importancia a ese diagnóstico que le habían dado en aquel momento y que la asustó en principio,  “hago mi vida normal, trabajo, bailo salsa en una academia, vivo sola con mi perra y mi gata y nada”, así contó Analía Polito, de 53 años, licenciada en trabajo social. Había perdido la voz antes de irse a Buenos Aires, pero cree que eso fue estrés por una situación personal. Estuvo así más de un mes, se hizo rehabilitación y una mañana se levantó y “hablé, sentí mi voz de milagro”, dijo. Confesó que lo peor la pasó con un medicamento que le habían dado antes de operarse, por el hipertiroidismo que padecía. Al mes de la cirugía tomó el yodo radiactivo y debió estar «aislada un mes porque emanaba radiación».

Analía, viuda y sin hijos, quien trabaja en las oficinas del Pami en Posadas aseguró con optimismo y riéndose que «no es un cáncer como los otros, al principio te asusta, pero hay que chequearse y ser constante en los controles».

 


La obra social le cubrió la intervención en el hospital Italiano, donde fue atendida por el equipo de los doctores (Eduardo) Mazzaro, y la doctora (Carmen) Cabezon, jefa de endocrinología. «Me hicieron una cirugía mínima, un día de internación y nada más, el diagnóstico da sospechoso pero no se sabe a ciencia cierta hasta que te sacan las tiroides y una vez que hacen laboratorio de todo el tumor ahí recién se sabe».

 


Según consideró no fue una cirugía de apuro porque se pudo programar. Al regresar de Buenos Aires con el diagnóstico de cáncer organizó su trabajo en el Pami, y su casa de Villa Sarita antes de operarse.

 

A los 30 días de operarse le suministraron yodo radiactivo, un líquido que se toma una sola vez y «produce mucho malestar permanente, patea el hígado y como se emana radiaciones no podía tener contacto con ninguna persona, menos con embarazadas y niños. En ese lapso estaba sola, mis hermanas me traían la comida».


Ahora debe hacerse seguimiento porque el riesgo se sigue teniendo hasta diez años posterior a la cirugía, pero se controla con los chequeos y al no tener la glándula tiroides se debe tomar una pastilla, el T 4 (tiroxina).

“Me quedé muda”
Antes de viajar a Buenos Aires a operarse, Analía tuvo un pico de estrés por una situación personal y perdió la voz.


El médico del Italiano, Mazzaro «me dijo que me había tocado bastante las cuerdas vocales porque el nodulito estaba bastante adherido y había manipulado bastante la zona, me quedé sin habla, me asusté mucho, pensé que no iba a volver a hablar, así estuve más de un mes, y me hice la consulta con un doctor, hablaba ronca, lloraba, iba a la rehabilitación con la fonoaudióloga y me ayudó bastante, pero fue mágico porque un día me levanté y empecé a hablar de golpe».

 

 

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