Diario de viaje: de Misiones a Alaska en una camioneta Chery Tiggo

La revista Cosas de autos entrevistó a Mónica y Juan, o mejor dicho, Mónica, Juan y su camioneta, dos misioneros que están cumpliendo un sueño. Son un matrimonio que a bordo de su vehículo particular está recorriendo todo el continente americano, de ida y vuelta, desde Misiones hasta Alaska.

Antes de partir, Cosas de Autos entrevistó a Juan en Posadas, pero nos había quedado inconclusa la historia, saber cómo seguía la cosa, si habían llegado y cómo se había dado todo.

 

Para eso, nos volvimos a contactar con él y en esta ocasión vía mail nos hizo un resumen de su extenso e intenso viaje al que denominaron “De Misiones por América”, el cual aprovecharon para promocionar las Cataratas como nueva maravilla del mundo.

 

El origen de un sueño

Una aventura o una travesía, como quieran llamarla, mi esposa y yo la llamamos: “De Misiones por América”. Allá por 2006 decidimos recorrer y conocer nuestra querida Argentina por lo que nos tomamos tres meses de vacaciones y llegamos al punto más extremo del sur: Tierra del Fuego. Cuando visitamos el faro del Fin del Mundo y Bahía Lapataia, nos sacamos fotos junto al cartel que dice: “Aquí termina la ruta 3 la más austral del mundo” y una flecha que señala la distancia que separa ese punto de Alaska: 17.848 km. (por supuesto que en línea recta). Mónica y yo nos preguntamos: “¿Será que podremos conocer Alaska algun día?”

 

En esa oportunidad teníamos una Ford Ecosport con la que no tuvimos problema alguno y recorrimos en total 19.500 km. Ya de regreso a nuestros pagos, Oberá, entre mates y mates comenzamos a soñar con conocer Alaska, pero siempre en auto y por rutas terrestres visitando todos los lugares que estuvieran a nuestro alcance.

 

Yo gozando de la jubilación tan esperada como docente, mi esposa con un pequeño negocio, y nuestros tres hijos estudiando en la Facultad, así transcurría 2009. Pero al año siguiente tomamos la decisión en familia: llevar a cabo nuestro sueño, por lo que Sergio, nuestro hijo mayor, y Gustavo, el segundo, se encargaron del negocio.

 

En mayo de 2011 iniciamos nuestra gran aventura por las Tres Américas. Nos llevó entre seis y diez meses organizar todo (la casa, el negocio, los documentos, etc.) y conseguir el auto con el que llevaríamos a cabo el viaje. Fue así que un día pasé por una agencia Chery en Posadas y me gustó sobre todo el motor 2.0 de la Tiggo y el interior, que es confortable para viajar los dos más el equipaje preparado para acampar, verano e invierno. Hoy puedo asegurar que no nos equivocamos en la elección.

 

La hoja de ruta, en líneas generales, la bajamos de internet; la idea fue ir recorriendo de ida por la Costa del Pacífico y por la Panamericana (cosa que hicimos), y regresar por la costa Atlántica (algo que estamos haciendo).

 

Comienza un largo viaje

El 15 de mayo a las 5 hs. comenzamos a rodar por rutas americanas; llegamos hasta San Ramón de Orán, pasamos a Bolivia camino a Tarija, Potosí, Uyuni, donde está el salar más grande del mundo; luego a Copacabana y a recorrer el lago Titicaca. No pudimos pasar a Perú por esas rutas debido a que estaban cortadas por los mineros, lo que fue nuestro primer escollo y tuvimos que ir hacia Chile.

 

Desde allí pasamos al Perú, desde Arica a Tacna. Por las rutas de Bolivia tuvimos una rotura de un amortiguador trasero debido a las rutas de ripio serruchadas y poseadas. En Auto Perú, una agencia de la marca en Tacna, me solucionaron el problema, me limpiaron el filtro de aire y revisaron todo el vehículo, la verdad es que se pasó la gente de taller, a quien le estamos agradecidos.

 

En ese país recorrimos lugares como Nazca, Paracas, Lima, Trujillo, Chiclayo, etc. Hicimos luego aduana a Ecuador, recorrimos Guayaquil, Montañitas, Canoa, Esmeralda, Quito, etc. La camioneta se portó de diez, pero de tan cargada que estaba le quitamos un asiento trasero para que entraran mejor las cosas. Luego llegamos a Colombia, por la frontera Tonsupa-Ipiales, hicimos ruta por Cali, Pereira, Manizales, Medellín, Río Negro, Guatapé hasta Cartagena y ahí a iniciar los trámites para mandar en barco la camioneta hasta Panamá.

 

Después de algunos días de averiguaciones y buscar precios, la mandamos en un Barco RO RO, que es más barato que en un contenedor; se envía como mercadería suelta, hay que dejar la llave para mover el vehículo. Lamentablemente en el viaje nos “revisaron” todo y se eligieron algo para ellos, pero bueno…

 

Mientras tanto nosotros viajamos a Panamá para re-encontrarnos con el vehículo. Nos habían comentado que el viaje en velero era imperdible por las islas del archipiélago San Blas, por el Caribe, por lo que me puse a averiguar y concretamos uno; fueron siete días en el mar a bordo del Tarona junto a su capitán, su esposa y dos turistas francesas. Un viaje maravilloso.

 

Llegamos a Portobelo, Panamá y fuimos en colectivo hasta Colón a retirar la camioneta que nos esperaba. De ahí partimos a Panamá City y a conocer los canales, luego, continuando hacia el Norte hasta la frontera con Costa Rica, donde la camioneta pidió un cambio de aceite y filtros. A eso se le sumó una revisión general. El comentario recurrente en las estaciones de servicio o talleres fue: “¿Y con este auto van a Alaska?” La gente no creía que pudiéramos hacer semejante viaje, ida y vuelta con esa camioneta, porque además en muchos lados no conocían la marca.

 

Desde aquí, cruzamos con ferry a la Península de Nicoya, recorrimos hermosísimas playas, seguimos por Tamarindo he hicimos aduana para pasar a Nicaragua, luego a Honduras, El Salvador y Guatemala (aquí fue el primer lugar en el que nos pidieron la vacuna de la fiebre amarilla). Pasamos todo Centroamérica sin problemas, pero con miedo por los comentarios de la zona, cosa que no es así; la gente es buenísima, predispuesta a ayudar y nos trataron muy bien en todos lados.

 

Llegando a México nos sorprendimos con que teníamos que hacer un depósito por el ingreso del vehículo al país! Fueron u$s 400 que al salir nos reintegraron. Pasamos por Acapulco, Playa Azul, Guadalajara, donde los Mariachis en cada esquina con su música te hacen sentir ganas de bailar y cantar. Continuamos por Tequila, muy divertido pero teníamos que seguir…

 

Pasamos por Puerto San Blas, y más al norte cruzamos el Trópico de Cáncer. Ahí llegamos a EE.UU. donde comenzó nuestro problema: el idioma. Los dos, cero inglés, así que comenzamos a hacer señas para hacernos entender a lo que le sumamos el diccionario y nuestra mala pronunciación.

 

Ingresamos por Tucson y fuimos a Flagstaff; fue una linda emoción transitar con la Chery por la Ruta 66. Visitamos el imponente Cañón del Colorado, una gran obra de Dios para disfrutar. Recorrimos más de 1.000 km en el parque, luego por autopista a Las Vegas, Los Ángeles, Hollywood, y de ahí directo al Parque Nacional de las Sequias. Siguiendo la ruta fuimos a San Francisco y nos dimos el gusto de transitar con la Chery en la famosísima calle Lombard, en zig zag, tan popular en las películas; pasamos por el Golden Gate, el famoso puente de San Francisco, etc. Ya en Oregon fuimos a Springfield, Portland, SeaTtle y continuamos hacia la frontera con Canadá.

 

Fue el paso más complicado para entendernos, son súper cerrados y no había nadie que hablara español, pero lo logramos. Entramos a conocer Vancouver, ciudad portuaria muy bonita y ahí también: ni bien nos deteníamos para sacar una foto, se nos acercaban a preguntar por la Chery. Nadie la conocía así que le sacaban fotosa a ella, anotaban el nombre y se quedaban admirados de la distancia que habíamos hecho (¡y lo que faltaba por hacer!).

 

Recorrimos el inmenso estado de British Columbia y pasamos al de Yucón, donde abundan las flores y está todo limpio y arreglado. Finalmente, el 7 de septiembre llegamos a Alaska, ¡qué emoción! Estábamos súper felices, habíamos logrado nuestro objetivo: llegar al famoso cartel que dice: “Welcome to Alaska”. Brindamos con un vino tinto argentino sin soltar emocionados nuestra querida bandera celeste y blanca, y en cada foto que se vea nuestra “máquina”, que nos trajo sin problemas hasta aquí.

 

Nos emocionamos al tenerlos tan presentes a nuestros tres hijos Melina, Gustavo y Sergio, y a toda nuestra familia y amigos que tanto nos apoyaron y nos alentaron.

 

Más al norte, imposible

Ahora sí, otro merecido cambio de aceite, de filtros (que los trajimos) y de cubiertas que, hasta ahí eran las originales… Desde nuestra partida recorrimos 30.500 kms. Conseguimos unas gomas usadas -casi nuevas porque las cambian para poner las con clavos- a u$s50 cada una, así que muy contentos.

 

Paramos en casa de unos amigos en Anchorege; como ellos trabajaban, salíamos a recorrer y un día fuimos hacia el sur, hacia la Península de Kenai para llegar hasta el punto más occidental en el que se puede manejar en América: Anchor Point.

 

Después de varios días en Anchorage decidimos llegar al Círculo Polar Ártico. No fue facil, muy desolado, sin comunicación, sin lugar para cargar combustible, nos ayudaron unos cazadores para poder seguir; el camino de ripio, tierra y poco asfalto y ¡mucha lluvia! Otra nueva emoción: darnos cuenta de que estábamos nada más, ni nada menos que en el Circulo Polar Ártico. Se confundían las emociones, porque estábamos solos en la nada y queríamos comunicarnos con nuestro hijo que cumplía años.

 

Seguimos un poco más de 100 km. y en Coldfoot tomamos la decisión de comenzar el regreso, justo a los cuatro meses y un día de haber salido de nuestra querida Oberá. Estábamos a 240 millas del Océano Glaciar Ártico, más que cumplida nuestra meta, 33.390 km. recorridos.

 

Miramos el kilometraje total de la Tiggo: 59.394 kms y destapamos otra botella de tinto argentino. Brindamos y le echamos un trago al capó y le dijimos: “Gracias por traernos”. Nos dimos un gran abrazo, juntamos la primera piedrita que vimos -como recuerdo del lugar más al norte que estuvimos- hicimos un matecito, pusimos primera y ahora hasta nuestro hogar no paramos.

 

Nota: al momento de publicar este post, Mónica y Juan estaban en México, visitando nuevos lugares en su regreso a Oberá.

 

Fuente: Sergio Cutuli  

  http://www.cosasdeautos.com.ar/2011/11/diario-de-viaje-de-misiones-a-alaska-en-una-chery-tiggo-ida-y-vuelta/

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