Para el Carajo

Muy crítico respecto al uso dado a Internet, el líder de Carajo se explaya en una charla relajada antes presentarse esta noche en el Club Huracán. Néctar será el abridor de una fecha del más furioso rock.


Diez años no son tantos años en el mundo de la música. De hecho, ante la quietud en las propuestas innovadoras, no está mal que por lo menos en el almanaque del rock, las hojas se vuelen hacia atrás. No obstante, hay décadas y décadas, y estos diez años transcurridos desde que Carajo irrumpió con su grito de protesta en clave de nuevo metal, fueron esenciales en el devenir de la música, de los medios de comunicación, el país y, obviamente, el mundo en general. ¿Qué carajos opina Marcelo Corvalán sobre todo esto?

Estos diez años me dejaron una sensación ambigua. Han cambiado muchas cosas, algunas para bien, pero otras siguen igual. Con Carajo tenemos un termómetro social muy preciso, “Sacate la mierda” (de su disco debut de 2002), sigue siendo muy actual; y si cuando la tocamos en cualquier lugar de Latinoamérica la gente estalla y se convierte en una sola voz, es porque hay mucha rabia contenida y frustración. Para colmo la situación se está agravando a nivel mundial. Antes las crisis nos pasaban sólo a nosotros. La verdad, me muero de ganas de sacrificar nuestro mayor hit y que cuando lo toquemos la gente se quede quieta diciendo “no loco, eso ya no va más”.

 

Metal convertido en canción de protesta. Si algo se le puede achacar a Carajo es no andarse con historias livianas a la hora de decir las cosas. Y si hay algo que logra la realidad social, es dar letra para protestar.

Por más que en muchas cosas se está mejor, siento que con eso no alcanza. La educación está cayendo. A mi hija le regalaron una netbook, pero tuvo un montón de días de paro. Por un lado te regalan algo pero por otro los maestros se quejan de lo que les pagan. Siento que tapan agujeros, pero siguen regalando espejitos de colores como hace quinientos años. Esas cosas nunca cambian y nos dan pie a seguir cantando lo que cantamos, pero desde una postura de sacar siempre algo en claro y positivo. No sólo la queja por la queja. Sacarse la mierda no es “tirar todo a la mierda”, es sacarse esa mochila tan pesada que no te deja avanzar. Agarrarse de lo bueno, del talento que Dios nos ha dado a  cada uno y explotarlo. En los momentos de mayor crisis es donde se gestan los mayores movimientos culturales, es donde el arte tiene más para decir y dejar su huella. Cuando la juventud dice “basta”, se inventa un nuevo lugar.

 

Cambios. La industria discográfica fue una de las que, forzadamente, tuvo que cambiar.

En estos años se acabaron  las multinacionales. Esa dictadura de las compañías que obligaba a golpear puertas y firmar un contrato era la única manera de que alguien te fiche y que tu banda tenga éxito. Hoy lo que prevalece es el arte. Si haces buenas canciones y tenés algo para decir, a la gente le va a llegar.

 

Allí es donde entra en discusión el fenómeno de Internet.

Hace 10 años no se usaba tanto Internet. Hoy si sos una banda de rock y no tenés un Facebook no te conoce nadie. De alguna manera funciona como un manager de prensa. Mostrar tus cosas e informarle a la gente lo que estás haciendo. Eso antes no pasaba.

De todos modos, también tiene su lado negativo. Todo se ha vuelto muy viral y poco controlable. Antes las cosas se decían porque alguien tenía algo para decir. Gente que no tenía donde manifestar sus pensamientos se inventó un nuevo canal de comunicación, así nació el fanzine. Hoy eso se dio vuelta. A le gente le dieron redes sociales, telarañas de comunidades, y muchos no saben qué decir. Uno ve esos muros donde escriben y me da nauseas. “Hoy me salió un granito” escribe uno, y otro le contesta. Una buena actitud sería hacer silencio y no poner nada hasta que tenga algo qué decir.

 

También se modificó, y mucho, la relación con los fans. Antes todo era más íntimo.

Recuerdo cuando después de tocar se te acercaba alguien y te pasaba una carta. Hablamos de gente que se tomó el trabajo de escribirte algo y después venir hasta el show para entregártelo. Hoy hay muchos que ven el concierto a través de la pantalla del celular porque están grabando un videito. Muchos viven pendientes del monitor.

 

Entonces, el auge de Internet, ¿un paso adelante o hacia atrás?

Los avances son buenos, son parte del crecimiento como raza y hay siempre hay algo bueno para aprovechar. Lo que importa es la intención de lo que uno hace, y el motivo. El por qué uno hace lo que hace. Allí creo que se justifica todo lo demás. Cuando uno tiene una idea y una meta clara, va a encontrar el canal.

 

Están partiendo a una mini-gira por el norte y Paraguay. ¿Qué sienten al tocar para un público alejado de las grandes urbes? Alguien que vive en Buenos Aires puede ver a titanes como Motörhead, a los Ramones, a Slayer. Para los muchachos de acá, en muchos casos, ver a Carajo puede ser uno de los actos metaleros más grandes a los que puedan alguna vez acceder.

Quizá uno no toma conciencia hasta que llega a cada lugar apartado. Pero nosotros siempre salimos a dar lo mejor en el escenario que sea. Como banda también apuntamos alto y queremos hacer shows que estén a la altura de las bandas que uno quiere ver, además de cubrir las expectativas de la gente. Por eso más allá de las ganas y la garra con que uno toca, también nos encargamos de que la producción esté a la altura del show que queremos dar. Además de nuestros instrumentos llevamos todos los micrófonos, los cables, la mitad de las luces. Quisiéramos llevar un sonido propio, y creo que pronto podremos hacerlo, para que la gente que va a ver un show de Carajo diga: ¡Mierda, no tenemos nada que envidiarle a los de Buenos Aires, los locos vinieron con todo y no escatimaron nada.

 

El concepto de power trío implica una solidaridad y compromiso mayor entre los integrantes. Como una unidad de combate más compacta.

Siempre me desempeñé en formaciones de trío, y está buenísimo. Me siento como una parte importante. El saber que somos tres patas y cada uno tiene que dar lo mejor. Es como un bloque, y a la hora de componer también un desafío; el lograr la mayor variedad de sonidos con tres instrumentos nos mantiene alertas a que cada uno progrese como músico e instrumentista. El mejor halago es que te digan “loco, son tres pero parecen como veinte”. Que la gente que paga su entrada para ver un espectáculo de rock se vaya conforme.

 

En las fotos oficiales no sueles aparecer en el centro de los tres, algo diferente al promedio de los frontman.

No nos gusta. Somos muy democráticos, yo necesito absolutamente de ese tercio de cada uno de mis compañeros. Solo con mis pretensiones, sueños e ideas no podría llevar adelante un proyecto. Me nutro de mis compañeros y sus ideas me hacen generar cosas nuevas. A veces voy con una idea y resulta que ellos la retrucan y me parece muy

bueno. Quedarse con las ideas de sólo uno nos impediría hacer cosas más grandes. Así somos con los Carajo, incluso nuestra manager opina y le damos lugar, al igual que con Alejandro Vázquez, nuestro Productor. Al principio no nos gustaba mucho que nos digan qué hacer, pero después del primer disco comprendimos que sus consejos hicieron que la banda crezca a nivel artístico. Hoy hasta podría decir que lo necesitamos.

 

CORVATA Y SU FACEBOOK PERSONAL: “Yo no tengo Facebook, hay uno que se apropió de mi nombre y hasta tiene colgadas fotos de mi familia, pero lo estamos tratando de solucionar”  

 

 

GRITAR ≠ CANTAR: “Con Carajo comencé una etapa nueva y ahora me siento cantante además de bajista. Me alegra haber salido bien parado del desafío. Al principio era muy difícil para mí, me costaba mucho cantar, cantar bien sobre todo. Allí se sintió el apoyo de los compañeros. También fueron diez años de ir al profesor, estudiar para mejorar y no dejar nada librado al azar”.

 

Por Marcelo Luketti

 

 

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