Rock sobre ruedas en la vieja Capital

Skaters, bikers y rockers. De los vieja escuela y de los más nuevos también. La antigua capital provincial desbordó adrenalina en un festival que la candidatean seriamente como Capital del Rock. 

 

Justo cuarenta años atrás, en Avándaro, un pueblo en un valle cercano al DF mexicano, se realizaba el festival Rock y Ruedas, una especie de Woodstock latinoamericano que marcó a las generaciones que llegaron después. Luego de esta introducción que sólo fue pretexto para justificar el título, va que va.

 

En cualquiera de sus alter-ego vigentes o por inventar: Il Carlo o Boom Boom Kid, Carlitos Rodríguez siempre será Nekro para los amigos. En esta nueva visita a la tierra colorada, el ya cuarentón de dreadlocks larguísimos y energía sin igual, demostró que para la muchachada misionera, efectivamente, Nekro es un amigo más. Luego de algunas peripecias con su van (venía de Chaco donde dio dos shows), la banda llegó un antro en candé donde las hormonas estaban a punto de explotar.

 

Domingo Caliente Domingo

 Con un sol implacable aún en lo alto, las camisetas negras, tablas de sakte y ciclistas que desafiaban a la ley de gravedad  fueron copando el lugar. Rampas y tubos. Rulemanes y tereré. Los locales de Mohosaico abrieron el cartel creando el soundtrack perfecto para el campeonato de bike & skate. Fierros voladores abrazados por un febo que no demostró piedad. Buen rock del interior.

 

Para cuando la tarde se hizo noche le tocó el turno a Milhonguito. Mucho grito y pocas nueces. Claro, nadie quería nueces, lo que la turba quería era rock… y Molhonguito se lo dio. Formación nueva y testosterona a full. Difícil determinar qué toca Milhonguito. Rock de alto poder, poca sutileza y amplis al taco. La tierra grita y va estallar.

 

Ediktos Juveniles entra en la categoría de reliquia regional. Tantos años vigentes se hacen notar, y aunque de juveniles ya poco les queda, la energía y manejo del escenario demuestran que aunque el diablo sepa por diablo, más sabe por punk. Ediktos, un clásico que no se merece tanto hablar. Hay que estar.

 

Culpable Colibrí

 

Picaflores sónicos, Mainumbis Vellocet cambia adrenalina por experimentación. Nadie salta ni grita tanto, sólo esa guitarra afilada que tajea el escenario disfrazada de psicodelico y nuevo rock n´roll. Fueron los anfitriones y culpables del desmadre cometido. Tremendo fiestón armaron. Feria de ropas, libros y CDs. Padres panzones tatuados y niños aún sin dientes. Chicas lindas y mostros chorreando sudor. Ellos comprendieron que cuando Posadas se pone careta, Candelaria es la capital del rock

 

 

Candé está Felí

Poco importa lo que diga el D.N.I., el que estaba sobre el escenario era Nekro, y Nekro, aunque cambie constantemente de nombre propio, de banda y de formación, siempre será un Fun People, porque Nekro siempre está feliz. La felicidad no tiene por qué ser una cara de idiota y sonrisa de cartón. Feliz es aquél que hace lo que siente, y feliz es la gente que disfruta lo que quiere. Nekro + público= felicidad.

 

Difícil de explicar tanto derroche de adrenalina. Rolas de dos minutos y ningún segundo entre canción y canción. Éxtasis permanente. Sudor, pogo & roll. El abanderado de la autogestión viajó por todo el mundo y vino a Misiones a entregarnos un poquito más. Cuando Boom Boom Kid explota y el niño bomba estalla, la felicidad se disfraza de malón en medio de un hardcore enojado. Porque es mejor ser un malo de chocolate que un bueno de mierda. Boom Boom Kid, gritos, patadas, energía y felicidad.

 

Por Marcelo Luketti

 

 

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