En principio, en este astillero sólo se arreglarán barcos y una vez que tengan el prototipo de embarcación ideal para navegar en nuestros ríos funcionará plenamente como astillero, pues así disponen las normas en vigencia que regulan la actividad.
Los últimos astilleros que funcionaron en Misiones, estuvieron en Posadas y fenecieron allá por los 60. La historia recuerda nombres como Abraham Oro y Compañía y el de Núñez cuyo propietario fue la familia Tabia.
Pero el milenio pasado y en nombre del «progreso» también dejó de lado la mirada a nuestros ríos. Pasaron varias décadas para que llegara la reedición y en Misiones despunta en la frontera tripartita de las Cataratas de Iguazú: allí se erige El Galpón, el primer astillero que se reedita en este nuevo tiempo.
A diferencia de lo que ocurre en otros lugares del país, aquí empresarios (la familia Arrabal es una de las pioneras en Iguazú) y trabajadores -con gran esfuerzo- están reeditando una actividad que estaba en el olvido.