Luis Salinas en Posadas.. y la guitarra le quedó chica

El eximio guitarrista brindó anoche un gran concierto en el hotel Julio César. Casi dos horas de lo mejor del Latinjazz y una buena cuota de blues. Esta noche se presenta en Oberá en el Salón de Usos Múltiples del Hotel Cabañas del Parque.

 

 

 

Luis Salinas es un grande por varios motivos. Su humildad y carisma lo posicionan como un showman diferente, que con pocas palabras y miles de gestos lo dice todo. También es un grande por su físico imponente. Una gran panza enfundada en una camiseta negra de rockero lo hacen parecer más a un hijo pródigo de Pappo que a un jazz-man que cautiva multitudes de orejas habituadas a oír sólo de lo mejor. Grande también es su grandeza musical, la misma que lo ha llevado a compartir escenario (y despertar admiración) con lo más laureado de la música internacional. Gran personalidad, gran porte y gran músico. Bajo estas premisas, es fácil deducir que ante tamaña grandeza, cualquier guitarra queda chica.

 

El show de anoche en el Julio César estuvo enmarcado por un auditorio casi completo. El respetable mostró su admiración plena y se deleitó ante la avalancha de notas que se derramaban de una guitarra electroacústica a la que hizo brillar. Latin-freejazz del mejor.

 

Salinas electrizante

La segunda parte del show fue más brillante aún, y vibrante. El maestro parado y con una Gibson Les Paul apoyada en la panza. La reencarnación del bluesman. El show subió de temperatura. La gente abandonó sus butacas (sillas en realidad) y a nadie le importó taparle al de atrás. Si la electroacústica antes brillaba, la eléctrica gimió. Las cuerdas, exprimidas hasta el extremo, se derretían ante las mil caras de un músico que no necesita venderle el alma al diablo en ninguna encrucijada, aunque las caras que ponga al tocar indicaran que sí.

 

Muchos nos quedamos con las ganas de un set más “litoraleño”, o por lo menos más folklórico. Esas versiones brillantes de Km. 11 o La Calandria esperarán hasta la próxima vez, pero su set de beatbox (la técnica de imitar los sonidos de los instrumentos con la boca) hizo olvidar todo, incluida la falta de una escenografía más acorde a la situación.

 

Luis Salinas, seis cuerdas y mil caras para una sola pasión. Hacer volar la música a donde muy pocos pueden llegar.

 

 

Marcelo Luketti

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