El títere como herramienta de comunicación

Una ratita presumida puede convertirse en un vehículo de concientización contra la discriminación. Se presentó en el festival internacional Kruvikas. 

Juan Rodríguez es la cabeza del grupo Paralamano, y desde 1998, primero desde Salta y actualmente radicado en Sucre (Bolivia), se encuentra trabajando en proyectos educativos tratando de ayudar a la toma de conciencia acerca de las diferentes problemáticas que afectan a la niñez.

 

“Cada lugar que visito de Latinoamérica me recuerda un poco a mi tierra”, expresa Juan cuando le preguntamos acerca de su experiencia en la Tierra Colorada, que ya conoció hace un año cuando participó del Tatá Pirirí (el otro gran festival de títeres de la provincia y que se realiza en Eldorado). “Misiones, particularmente, es muy parecido al oriente boliviano. La gente tiene una idea muy andina de mi país, pero Bolivia tiene un poco de cada lugar del continente”.

 

Comprender realidad a través de un títere

“Los títeres son, en esencia, una herramienta de comunicación, el medio que encontré para decir algo”, explica Juan. “Pero no es que pretendo dejar un mensaje, sino hablar de las cosas que nos conmueven, shockean y hacen daño, y pienso que los niños tienen derecho a ver esa realidad; no hay necesidad de meterlos en un corral para protegerlos. Estamos muy lejos del conductismo, la idea es mostrarles un mundo ficcional y que ellos, desde sus vivencias, posibilidades, capacidades y competencias puedan abstraer lo que tengan que abstraer. Eso no depende solamente de uno, incluso tampoco de los niños, depende de todo el cúmulo social, y uno no puede ser responsable de cambiar cosas sino que las cosas se van modificando en la medida que todos colaboramos a ese cambio”.

 

El trabajar con niños en el país con el mayor porcentaje de población indígena del continente obliga a detenerse y preguntar acerca de cómo es presentar una obra de títeres para niños que tienen una visión distinta de la realidad. “Los niños tienen diferentes maneras de recibir lo que uno les muestra, lo ven desde su contexto y con los ojos acorde a lo que ellos viven. El que se ha criado en una ciudad tiene una cosmovisión totalmente diferente a la de uno del campo o uno indígena, cuya tradición pasa por la oralidad. Para ellos la antropomorfia de los muñecos es una cosa un tanto extraña, un perro es un perro, y ¿cómo va a hablar? Los niños de la ciudad tienen un bagaje de conocimientos diferente, desde los cuentos clásicos que les enseñaron que un lobo puede hablar hasta Bob Esponja. ¿Cómo explicarle a un niño del campo o indígena que hay una esponja que habla? Y eso no pasa por una cuestión de mayor inocencia o no, sino de diferentes cosmovisiones, de ver el mundo de una manera diferente. De todos modos, cuestiones como la antropomorfia de los personajes funciona muy bien, porque los niños tienen el poder de abstraer desde otro punto de vista una idea que les estás mostrando, y cuando lo hacen es maravilloso.

 

 

“Los niños indígenas son un pueblo muy pasivo, pero no de pensamiento, hablo de la parte motora, pero con una gran energía. Se percibe algo que no se ve ni se escucha, pero se siente. Energía pura”.

 

LA OBRA 

Con “La ratita presumida” me pasó algo muy particular. Como venimos de Bolivia nos decían que a ella le falta algo boliviano, como que para ser boliviano hay que tener el sombrero colla o una quena y estar sentado sobre una llama. Pero ella habla de una realidad que nos sucede día a día en la ciudad. Vivimos en una ciudad donde existe una marcada xenofobia solapada por cuestiones como la moda o el consumismo

 

La Ratita Tita espera encontrar al príncipe de sus sueños, lamentablemente lo único que consigue es un encuentro con el ratón Ramón, pero Tita al verlo con tan poca categoría rechaza su oferta de pasear en bicicleta; ella prefiere un paseo en automóvil y un final con cena y repleto de regalos. El gato Arrebato parece ser el príncipe que Tita tanto espera, pero Arrebato tiene muy pocas intenciones de invitarla a cenar y muchas de cenarse a la ratita. ¿Será que Ramón decide ayudar a su amada?

 

Público: Infantil

Técnica: títere de guante

Duración: 30 minutos

¿Cuándo verla?: Miércoles 09:30 hs y 14:30 hs

¿Dónde?: Sala Tempo, (Tres de Febrero casi Córdoba) 

 

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