Déficit en transporte urbano causa agotamiento y estrés

Vivir más allá de la Rotonda o la Quaranta implica un cambio de hábitos entre los posadeños que utilizan el transporte público en forma cotidiana. Desde salir casi a la madrugada para llegar a horario hasta no lograr descansar lo necesario. Vecinos de zonas alejadas del centro multiplican sus quejas por la poca frecuencia de los colectivos y un servicio colapsado.

El crecimiento de la Capital misionera desde hace varios años a lo que se suma la expansión de grandes complejos habitacionales alejados del centro, han provocado numerosos cambios de hábitos entre los posadeños. Entre los más notables se encuentran que muchos han dejado de dormir la siesta y extienden su jornada cotidiana merced de un transporte público con problemas de frecuencias y pocas unidades disponibles de acuerdo al volumen de pasajeros.

 

Sin alternativas

 

A la polémica suscitada por estos días respecto a las empresas de transporte público y la amenaza de reducir frecuencias debido a la falta de combustible, usuarios advierten sobre las falencias del servicio y la incomodidad de viajar en horas pico. De consultas realizadas en las paradas de colectivo de la calle Junín y de la calle Rivadavia, se halló un común denominador que puso en el tapete la necesidad de más frecuencias  y más unidades.

“Yo vivo en la zona de la Garita y para venir al centro tengo cerca de 50 minutos de viaje”, dijo Héctor, a lo que se suma el testimonio de Adriana que reside en cercanías de Martín Fierro y 115 y señaló que en horas pico “se viaja como ganado”.

Para Raúl Oviedo que reside en la zona de Fátima lo que hace falta son más unidades. “En las horas pico es tremenda la cantidad de gente que viaja y si el colectivo va lleno tenes que esperar entre 20 y 30 minutos para tomar el siguiente”, agregó.

Como el, Rubén considera que  aún falta mucho por hacer respecto al transporte público de pasajeros. “Creo que no me pasa solo a mí, yo viajo para la zona de Sur Argentino – ex ruta 213 y avenida Cabo de Hornos – y a veces me toca llegar hasta Itaembé Miní o Villa Cabello y no sólo la gente no viaja cómoda sino que se tarda entre una hora o a veces más para llegar al trabajo”, indicó.  A eso añadió que sería difícil afrontar una nueva suba del boleto- que hoy vale 1.75 pesos – porque “se paga un servicio caro”.

 

Sin descanso

 

Patricia Ramírez es profesora de Francés y actualmente trabaja en seis escuelas. Vive desde hace varios meses en Itaembé Miní pero antes residía en la zona cercana al 4to tramo de la Costanera. Hoy entre su trabajo, la escuela de su hijo y la distancia que le toca recorrer a diario decidió alquilar un pequeño departamento en el centro de Posadas, sitio que le permite organizar de mejor manera su actividad durante el día, para luego, al final de la jornada regresar a su casa en la zona Suroeste.

“No tengo tiempo para ir y venir y además no me cierran los números. Nosotros – ella y su hijo- arrancamos temprano y volvemos a casa en el Barrio Mercado ya para descansar a la noche”, contó. Y añadió que debe salir una hora y media antes de su casa para llegar con tiempo a sus actividades. Lo del mediodía, pasa rápido entre la comida comprada y los preparativos para ingresar a las otras instituciones educativas. Después de que su hijo la espera en el departamento céntrico, tras realizar sus actividades, emprenden el regreso a casa.

“Todo cambió desde que vivimos lejos hasta el necesitar más de un trabajo para poder mantener el nivel de vida al que estábamos acostumbrados hace tres años. Hasta mi vida social cambió porque estoy cansada. Así llega el fin de semana y solo queremos dormir. A eso sumale que es un drama cuando se pierde un colectivo que no paró porque viene lleno  o cuando nos olvidamos de algo, cuestión que nos obliga a estar muy bien organizados”, relató.

El caso de Laura Caballero es también significativo porque para llegar a las 8 al centro debe salir de su casa de Itaembé Miní a las 6.45. Eso implica levantarse una hora antes y preparar a su hijo para traerlo a la escuela. Contó que también por ello tuvo que contratar una niñera del barrio ya que las anteriores no funcionaron ya que vivían en zonas alejadas  y cuando “perdían el colectivo, me desarmaban todos mis horarios”.

“Estamos en el barrio Terrazas y tenemos tres líneas, 8; 17 y 27. En horas pico no dan abasto y si viene lleno no para”, agregó.

 

Sin descanso más estrés

 

Rosana Pedrozo es Psicóloga y sostuvo que los posadeños están atravesando cambios donde hay dos cuestiones que resaltan: la falta de descanso y el no poder desconectarse de las obligaciones. “La mente debe tener un momento para descansar. Si una persona no puede dormir la siesta al menos tiene que poder desconectarse por 15 minutos si quiere preservar tanto su salud física como mental”, explicó. Así explicó que la presión social para que las personas actúen con un máximo de productividad trajo consigo la aparición de “nuevas ansiedades”.

“Levantarse temprano; tomar el transporte; llegar al trabajo; no parar un momento; ocuparse de los hijos y luego llevar a casa el trabajo o los problemas, hace que a la larga el cuerpo comience a mostrar síntomas. Podemos hablar de las nuevas fobias o el agotamiento permanente”, indicó la especialista.

Asimismo advirtió acerca de la incidencia de las nuevas tecnologías- celulares, Internet y el furor de las Redes Sociales – configuran un escenario diferente al de antaño donde cada vez más las personas necesitan herramientas para lograr un equilibrio que les permita tener una mejor calidad de vida.

 

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