Paulina Báez festejó sus 101 años y reveló que su motor fue trabajar siempre

Una verdadera fiesta se vivió hoy por la tarde en la Unidad Geriátrica de Miguel Lanús para celebrar el inicio de un nuevo siglo de vida de una mujer querida por todos y que hoy es un ejemplo a seguir por las nuevas generaciones.

Lúcida como pocas mujeres de su edad y protagonista de una historia única, Paulina Báez, festejó sus 101 años de vida. No faltaron los globos, las empanadas, muy buena música y una rica torta, elementos que coronaron el festejo que se realizó ayer en el Geriátrico de Miguel Lanús. Los surcos de su rostro y sus ojos brillosos fueron una imagen que reflejaba emoción y orgullo de poder compartir con los suyos tan grato momento.

“Paulina es un ejemplo de vida, amor y esperanza. Es una mujer que lleva un tesoro de vivencias y fue una luchadora que hoy se convirtió en ejemplo de los que se fueron, de los que están y de los que vendrán”, decía con alegría su compañera de la institución.

La fiesta que contó con un despliegue acorde, que incluyó también música en vivo y una gran cantidad de regalos, fue un momento emotivo donde se valoró el ejemplo y se reconoció en ella, a todos aquellos abuelos que tanto trabajaron para hacer “más grande a Misiones”.

 

Trabajo y fe

 

“Yo siempre trabajé y cumplí con mis obligaciones. Antes tenía mi marido y le atendía. Después que quedé vieja dejé de trabajar y me quedé en mi casa. Ahí crié gallinas y chanchos, pero toda la vida nos dedicamos a la compra y venta de mercaderías”, contó Paulina y agregó que si tuviera que darle un consejo a la gente les diría que “confíen en Dios y en la Virgen porque ellos siembre nos cuidan y nos ayudan”.

Huérfana desde los 8 años, dejó Garupá y de la mano de la familia que la crió, vivió y estudió en Paraguay hasta que se casó y años después regreso a sus pagos natales.

Allí vinieron sus hijos y más tarde los nietos. De ellos el preferido, según contó Paulina, es Silvio, quien la consiente y visita en forma cotidiana.

“Siempre que amanece me levanto y trato de cumplir con mis obligaciones. A veces estoy un poco enferma pero pongo los remedios en el mate y mejoro. Y así viví. Ahora estoy muy contenta porque tengo muchos amigos y amigas acá. Lo que le diría a la gente es que se porte bien y trabaje con fe que Dios no nos abandona”, sostuvo la mujer. 

Lo demás, fue pura fiesta, con un delicioso menú y el tradicional baile que cerró una tarde diferente.

 

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