A los 99 años, murió Ernesto Sabato

Sábato y la monja Ivonne Pierron, años de enseñanza y lucha por los derechos humanos.

Sábato y la monja Ivonne Pierron, años de enseñanza y lucha por los derechos humanos.

El escritor Ernesto Sabato murió en la madrugada de ayer debido a una bronquitis que complicó su delicado estado de salud y sus restos son velados en el Club Defensores de Santos Lugares.

Sabato iba a ser homenajeado hoy en la 37ma. edición de la Feria del Libro que se realiza en el predio de La Rural, con motivo de cumplir 100 años el próximo 24 de junio.

Doctorado en Física, trabajó en el Laboratorio Curie, en París, y abandonó definitivamente la ciencia en 1945 para dedicarse exclusivamente a la literatura.

Entre sus obras más destacadas figuran «El escritor y sus fantasmas» (1963), «Apologías y rechazos» (1979), «El túnel» (1948), «Sobre héroes y tumbas» (1961), y «Abbadón el exterminador» (1974).

El velatorio

Una gran cantidad de personas se acercó al Club Atlético Defensores de Santos Lugares para darle el último adiós a Ernesto Sábato en la institución donde el escritor fallecido a los 99 años acudía -casi a diario- hasta hace dos semanas atrás a jugar al dominó.

En un ambiente de congoja general, figuras públicas como el senador Daniel Filmus; el director del Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos de la Unesco, Ignacio Hernaiz, y el candidato presidencial por la Unión Cívica Radical, Ricardo Alfonsín se confundían con una gran cantidad de vecinos presentes en el velatorio.

Flores y papeles pegados por los vecinos se sumaron a las coronas que llegaron para expresar sus condolencias, entre las que figuraba una de la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, de la Secretaría de Cultura de la Nación y de la embajada de España.

«Se fue el más grande», alcanzó a decir Alfonsín, antes de entrar en el velatorio y Filmus se detuvo unos instantes para subrayar que con la muerte de Sábato «la Argentina pierde un baluarte del pensamiento humanista, pacifista y racional».

«Y recordó que siempre había sido un hombre preocupado por las consecuencias de la técnica sobre la condición humana, al mencionar «Hombres y engranajes», un ensayo del escritor.

«Tuve la oportunidad de conocerlo bien cuando fui miembro de la Conadep -contó Graciela Fernández Meijide-. Era una persona muy culta y muy valiente, teniendo en cuenta el momento histórico en que empezamos a trabajar cuando las amenazas eran constantes».

«De todas sus obras prefiero `El Túnel`, pero no puedo desconocer la importancia para la formación de la juventud de `Sobre héroes y tumbas`».

Un atribulado Alberto Díaz, editor general del sello Emecé del grupo Planeta, dijo a Télam: «estoy muy dolorido, se ha ido un gran escritor, y se va a empezar a extrañar ahora que no está más».

Situado en la misma cuadra de la casa de Sábato, en diagonal, el club rebalsaba de gente, mientras la policía trataba de ordenar para que no se produjeran amontonamientos en el ingreso a la ceremonia fúnebre.

Un vecino contaba una y otra vez que «Sábato siempre venía al club, le encantaba, hasta hace unos años jugaba al ajedrez, pero en la medida que su salud se debilitó dejó de hacerlo, y hasta hace dos semanas venía a jugar al dominó en una sala donde tenemos sus libros traducidos a varios idiomas, que hoy está cerrada».

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