«Garuhapé Mí» no se remata

Garuhapé Mí es una pequeña localidad rural -depende de Garuhapé- que perdió su única fuente de trabajo en 1998 y dejó a miles de personas en la calle. Cuando la fábrica de madera terciada cerró, la expectativa de esa población de más de tres mil personas estalló en mil pedazos y pese a las también miles de promesas, nada sucedió ni nadie se ocupó de ello.

La desesperación llevó a los pobladores a cortar la ruta 12, frente al camino de acceso al pueblo, en busca de respuestas que nunca llegaron y a cambio sufrieron una feroz represión que desalojó a golpe de bastonazos de Gendarmes a mujeres y niños, tal como lo retratan los diarios de la época. Gobernaba entonces todo el país “el uno a uno”, un riojano productor de vinos conducía la Nación y su mejor alumno, un productor de yerba estaba al frente de Misiones. El pueblo, de más de tres mil habitantes, quedó sin fuente de trabajo y sin amparo. Nadie les prestó atención y nadie se ocupó de ellos. Todos hicieron grandes promesas que se esfumaron con las angustias de los días de desolación y abandono. Muy pronto el pueblo quedó en el olvido.

Unos pocos años después, Garuhapé Mí recibió otro cimbronazo, esta vez sin atisbos de salida. Lo poco que quedaba del pueblo iba a remate, incluyendo el lugar que ocupaba la fábrica, las casas de quienes permanecieron en el lugar, la cancha de fútbol y las instalaciones del Club Social.

Un edicto judicial redactado en Buenos Aires decía que las tierras estaban desocupadas.

La desesperación fue total.  El futuro, negrísimo. Un pequeño grupo que vivió y estudió en Garuhapé Mí pero que ya no residía en el lugar se organizó con rapidez para salvar a la comunidad. Todo lo hicieron desde lejos, desde afuera.

Lograron primero que el programa de Malnatti, de Canal 13, viniera a la localidad para mostrar a todo el país que el lugar no estaba desocupado y que era el hogar de unas 230 familias con escasísimos medios para subsistir pero dispuestas a seguir ahí. En el informe, los vecinos mostraron los papeles de compra de sus terrenos, pese a que figuraban como propiedad de la fábrica ya inexistente que iba a remate.

En ese momento y quizás por la repercusión nacional del caso, el juez de la causa suspendió la subasta. Pero el trámite quedó pendiente.

El grupo que decidió rescatar a Garuhapé Mí no descansó y promocionó el caso por todos lados. Hasta el cansancio. Y llevó el tema hasta la administración del entonces recién electo gobernador Maurice Closs, quien instruyó a las áreas correspondientes que se ocuparan de la situación.

 Y esta semana, cuando comienza el mes de abril, aparece una excelente noticia de parte de la administración provincial: el problema de las tierras de Garuhapé Mí, que iban a remate, quedó resuelto:  el Gobierno de la Provincia, a través de la Subsecretaría de Tierras y Colonización y del Instituto Provincial de Desarrollo Habitacional (Iprodha) adquirió unos 47 lotes (ocupados por familias oportunamente relevadas) que, con la intervención de Escribanía de Gobierno, están en proceso de escrituración e inscripción registral a favor del Iprodha, lo cual una vez concluido se avanzará en la regularización dominial a favor de los ocupantes relevados”, según informó el Gobierno.

A principio de esta semana, la alegría fue total. Las risas y los llantos se agolparon en las bocas que transmitían la buena nueva. La intervención del Estado permitirá que los vecinos recuperen la esperanza. Y el sueño de saber que el lugar donde viviste toda tu vida no será rematado se volvió una realidad.

 

 

Gentileza, Raúl Puentes

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