Mercedes y Enrique, tras 50 años juntos confirman que “el amor es más fuerte”

La pareja se casó el sábado último en la Catedral para sellar la promesa de amor eterno que se realizaron en Paraguay en 1961. Hoy los dos enamorados de 72 años dedican su tiempo a disfrutar de sus nietos y los bailes con el club de abuelos en toda la provincia.

 

 

 

Se miran y sonríen con esa picardía de quienes se conocen de toda la vida. Esta es la historia de Mercedes Lidia Yung y Enrique Leopoldo Edgardo Flaming, ambos de 72 años que tras 50 años juntos se casaron el sábado último en la Catedral de Posadas. Si bien en 1961 habían contraído matrimonio en Paraguay, la vida hizo que esos documentos se extraviaran y como sello de su amor en conmemoración de sus bodas de oro, decidieron volver a casarse por civil y hacer la ceremonia por Iglesia, cuestión que tenían pendiente. Al preguntarles cual es el secreto de una pareja exitosa como se los ve, ambos respondieron que “cuando uno quiere, perdona, sede y acompaña” tan sencillo como eso.

 

Lidia y Enrique se conocieron en un picnic que se realizó en Paraguay, en la zona cercana a Campichuelo un día después de la fiesta de año nuevo, en ese entonces él debía realizar el servicio militar en Santo Tomé y la promesa de escribirse se cumplió en los meses siguientes. “Hacer novio en esa época no era fácil” cuenta Enrique y recordó las veces vez que tomó el micro, llegó hasta Posadas, se dirigía hasta la orilla del río y agitando un pañuelo para llamar al canoero que lo llevaba a ver a su prometida.

 

La formalización llegó en 1961 solamente por civil porque Lidia residía en la zona rural, donde todo quedaba a mucha distancia. Tras el casorio se mudaron a Posadas y allí trabajaron toda su vida para criar a sus dos hijos Raúl y Carlos.  

 

Siempre juntos

 “Hubo tiempos difíciles pero siempre salimos adelante” contó Enrique, en referencia a la época de la hiperinflación, y sin perder la sonrisa por un instante ambos recuerdan los tiempos en que eran propietarios de la venta de diarios en la zona céntrica, labor que les demandaba levantarse a las dos de la madrugada cada día para posibilitar la educación de sus dos hijos. Hoy el orgullo al nombrarlos les ilumina la cara porque ya son los nietos quienes se han transformado en la “nueva debilidad”.

 

“De Carlos son tres varones, Agustín; Leandro y Elías Román, todos de Boca, y de Raúl son las dos nenas, Antonella y Camila”, cuentan emocionados.

 

Al preguntarles sobre el secreto o la clave de estos primeros 50 años juntos vuelven la risas en ambos y señalan que “cuando se quiere, se perdona, se sede y se tolera. Uno se va conociendo y todo lo conversamos”, a lo que Enrique acota “lo bueno sigue siendo la reconciliación”.

 

El sábado último la feliz pareja compartió la ceremonia religiosa con sus familiares y amigos. Después vino el baile y la comida en el Salón Estrada.

 

“Ahora estamos los dos jubilados. Nos dedicamos a pasear, disfrutar de los nietos y también vamos a bailar a Capioví, Puerto Rico, 25 de Mayo o donde nos inviten los amigos del club de abuelos. Nos gusta mucho la música alemana y compartir con los amigos” finaliza Enrique.

Al preguntarles el consejo que le darían a las parejas que recién se inician, coincidieron en valorar el diálogo, el entendimiento y por sobre todas las cosas lo más importante: el amor.

 

 

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