Enfermedades tropicales: “La idea de globalización se aplica también a amenazas a la salud pública”

La diseminación transnacional de enfermedades como el Chagas, endémica en zonas del Gran Chaco, Bolivia o Venezuela pero con presencia en Europa y Asia por migración de latinoamericanos, requiere de coordinación sanitaria para atender a la salud pública, afirmó el microbiólogo Gabriel Schmuñis, asesor del flamante Instituto Nacional de Medicina Tropical (INMET).

“El Chagas es colombiano en Francia, brasileño en Italia, boliviano en Suiza y venezolano en Dinamarca”, dijo a Télam Gabriel Schmuñis, consultor independiente en enfermedades transmisibles para el INMET.

Durante un seminario realizado por la creación del Instituto que funcionará en la región de triple frontera de Puerto Iguazú, el especialista trazó un panorama mundial de enfermedades y cifras migratorias, y la situación del Chagas en países no endémicos con estadísticas hospitalarias derivadas, por ejemplo, de la prevalencia de estas dolencias en donantes de sangre.

“El concepto de globalización, aplicado originalmente a la movilización sin trabas de recursos económicos entre países, se aplica ahora a la diseminación transnacional de las amenazas a la salud pública”, planteó el especialista.

Es que, como afirma el especialista, «las enfermedades viajan con la gente desde el principio de los tiempos, y las enfermedades globalizadas ocurren porque la gente migra ante la falta de algo en su país, generalmente, de trabajo”.

“El Chagas se ha ido a España, Singapur, así como a países que están recibiendo gente con experiencia en la extracción de petróleo, como Estados Unidos, Australia y Canadá”, dijo el microbiólogo residente en Washington.

Schmuñis indicó que es interés de los profesionales de la salud la detección de Chagas en embarazadas, a fin de iniciar el tratamiento que evita la transmisión vertical madre-hijo de la patología.

Por su parte, Mirta Roses, directora de la Organización Panamericana de las Salud (OPS), planteó que ”la necesidad suscita la acción”.

Roses historió los antecedentes de coordinación sanitaria internacional desde los albores del siglo 20, cuando en América “la peste, la malaria y la fiebre amarilla causaban miles de muertes, amenazando el futuro de proyectos ambiciosos como la construcción del canal de Panamá”.

“El promedio de vida en aquellos tiempos en Estados Unidos, país tomado como referencia, era de 50 años”, precisó.

No obstante esas dificultades provocadas por enfermedades transmisibles, el optimismo hizo que América se uniera para afrontar los retos en el campo de salud, con una primera convención que fundó en 1902 en Washington la oficina sanitaria internacional, actual OPS” entre diez países.

Roses enfatizó que antes que eso, en 1887, Argentina, Paraguay y Brasil firmaban en Río de Janeiro una convención sanitaria internacional para coordinar acciones, “antecedente histórico rescatado con la ubicación geográfica” que tiene en el nuevo Instituto, en la región de triple frontera.

En la actualidad, no obstante haberse extendido aquellos 50 años de expectativa de vida a más de 76 en América, “son promedios que esconden grandes disparidades entre y dentro de los países, donde algunas comunidades de nuestra región aún tienen esperanza de vida de 50 años”, advirtió.

Si bien hubo logros muy importantes en la salud pública en los últimos años, enfrentamos problemas por “una carga profunda de desigualdades sanitarias, derivadas de una distribución desigual del poder y los ingresos, bienes y servicios”, cuestionó.

La intromisión del hombre en bosques naturales, la concentración urbana en condiciones precarias, el intenso intercambio fronterizo, el incremento del tránsito internacional por tierra, agua, y aire, los procesos migratorios, son “situaciones que contribuyen a la inseguridad sanitaria internacional”, sostuvo la directora de OPS.

“Por eso la importancia de que instituciones como la que se crea en Argentina para abordar los problemas relacionados con enfermedades tropicales, desatendidas, infecciosas y de otra índole, tengan en cuenta los determinantes sociales, económicas, ambientales y culturales que inciden en la salud de las personas”, propuso.

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