La Biblioteca Nacional “guarda el ideario de la política revolucionaria”

Horacio González, director de la Biblioteca Nacional estuvo en el Centro del Conocimiento y brindó una charla magistral acerca del “Bicentenario de la Biblioteca Nacional”. Hubo anécdotas, sorpresa y un público que quedó cautivado. 

Sin dudas al hablar del origen de la Biblioteca Nacional es hablar de Mariano Moreno y la Primera Junta. Así lo reflejó ayer Horacio González, director de la institución, quien brindó una conferencia magistral en el salón del 4to piso de la Biblioteca Pública de las Misiones del Centro del Conocimiento.  Ante un público expectante reflexionó sobre los orígenes de la institución que alberga los primeros textos de la Revolución de Mayo de 1810, con los que pueden identificarse los pensamientos de los protagonistas del nacimiento de la Patria. Planteó la riqueza del análisis de los textos que muestran el espíritu radical de los hombres líderes de la revolución libertadora.

La protesta de los empleados de las empresas de transporte aéreo de pasajeros de ayer en Buenos Aires hizo que la conferencia se retrasara por casi dos horas,   pero la pasión por los textos pudo más ni bien se supo del arribo del invitado. 

De carácter afable se confesó feliz de poder pisar la tierra colorada y lejos de su actividad habitual, en un despacho cerrado y mareado en la burocracia de los papeles, González habló de los orígenes de la institución a su cargo.Así contó de la decisión política de la Junta de que el pueblo acceda a la ilustración.

De la mano de Moreno y Manuel Belgrano, detalló las peripecias de   ese entonces donde la selección de textos era casi un adoctrinamiento ideológico.   «Hay un registro donde se puede ver qué leían los hombres de mayo.  La contribución de los sacerdotes Jesuitas y la relación de la Iglesia y el origen de los bibliotecarios. Los religiosos son considerados los primeros bibliotecarios, quienes leían y escribían en latín; o quienes administraban los textos de manera sistemática y muy bien organizada», contó.  

En ese sentido y saltando en el tiempo como quien se atreve a hurgar el presente, el pasado y los que marcaron un antes y después en la Biblioteca Nacional, puso en valor la tarea de Jorge Luis Borges. Metódico como pocos y resistente al gobierno de turno, fue sin dudas el contemporáneo que más aportó a la vida actual de la institución.

Desde la catalogación de los libros hasta los edificios donde debía permanecer «el legado más importante de la Patria».Sostuvo que hace 200 años la importancia política de fundar una biblioteca estuvo directamente relacionada al acceso al conocimiento y la posibilidad de generar un debate en la sociedad.Como materia pendiente,  dedicó unas palabras a la territorialidad de la actual Biblioteca Nacional, que al menos por ahora, se limita al barrio de Palermo en Buenos Aires.

En un plano ideal se  la podría pensar como abierta y al alcance de todos los argentinos en cualquier lugar del país, quizá sea una meta para el nuevo Bicentenario.

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