Brasil vuelve a insistir con el proyecto de iluminar las Cataratas del Iguazú

Según lo publicado en el diario brasileño A gazeta do Iguazú, el intendente de Foz do Iguazú, Paulo Mac Donald Ghisi, pretende reflotar el proyecto de usar las caidas de las aguas y las rocas como tela, proyectando luces e imágenes que revelarán hechos reales y leyendas . La iniciativa pretende iluminar los saltos con rayos láser, para generar figuras sobre las caídas de agua, contando la história de amor de Tarobá y Naipi, y además darles sonido ambiente a los turistas a través de auriculares. El objetivo es inauguarlo en 2011.

Leyenda de Tarobá y Naipi

Cuenta la leyenda que, en el comienzo de los tiempos, habitaba el río Iguazú una enorme y monstruosa serpiente, un dios guardián hijo de Tupá, cuyo nombre era Mboí (víbora en idioma guaraní). Los Caigangues -tribu de guaraníes de la región- debían, una vez por año, sacrificar a una bella doncella y entregársela a Mboí, arrojándola al río, que por ese entonces circulaba mansamente.

Para la ceremonia se invitaba a todas las tribus guaraníes, aún a las más alejadas. Fue así que llegó, al frente de su tribu, un joven cacique cuyo nombre era Tarobá.

Al conocer a Naipí, la hermosa doncella que ese año estaba consagrada al sacrificio, se rebeló contra los ancianos de la tribu y en vano intentó convencerlos de que no sacrificaran a Naipí.

Ante la negación de los ancianos y para salvar a su amor de tan cruel destino, sólo pensó en raptarla y la noche anterior al sacrificio cargó a Naipí en su canoa e intentó escapar por el río. Pero Mboí, que se había enterado de esto, se puso furioso y su furia fue tal que, encorvando su lomo, partió el curso del río formando las Cataratas, atrapando a Tarobá y a Naipí.

Cubiertos por las aguas, la embarcación y los fugitivos cayeron de una gran altura, desapareciendo para siempre. Pero, temiendo Mboí que el amor de los jóvenes los uniera en el más allá, decidió separarlos para siempre.

Naipí fué transformada en una de las rocas centrales de las cataratas, perpetuamente castigada por las aguas revueltas, y Tarobá fué convertido en una palmera situada a la orilla de un abismo, inclinada sobre la garganta del río.

Luego de provocar todo este estrago, Mboí se sumergió en la Garganta del Diablo, desde donde vigila a los amantes, impidiendo que vuelvan a unirse. Sin embargo en días de sol, el arco iris supera el poder de Mboí y une nuevamente a Tarobá y a Naipí como un puente de amor.

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas