Educando entre tabiques de machimbre

Tiene 600 alumnos, casi 50 años de presencia educativa y un déficit edilicio alarmante: cinco grados comparten el espacio de un viejo, oscuro y enclenque galpón.

San Vicente. Tiene 600 alumnos, casi 50 años de presencia educativa y un déficit edilicio alarmante: cinco grados comparten el espacio de un viejo, oscuro y enclenque galpón. Con el agravante que las paredes internas, -las que separan esos grados-, son tabiques de machimbre de menos de dos metros de altura. O sea que dentro de ese espacio conviven los sonidos, ruidos y palabras de los cinco maestros, -cada uno desarrollando sus cuestiones áulicas-, y de sus respectivos grupos de alumnos.

Todo esto ocurre en la Escuela 207, -a pocos kilómetros del centro de San Vicente-, instalada en el paraje Cuartel Tarumá. El 9 de setiembre, en el establecimiento se hará un acto para imponerle el nombre de «Profesor Juan Carlos Pirez», el hombre que ejercía hasta hace un par de años la dirección de la escuela, que hizo mucho por su comunidad, y a quien la muerte sorprendió en la plenitud de la vida.

El edificio de la Escuela 207 fue construido hace casi 50 años, fue uno de los primeros de la zona, y está ubicado a pocas cuadras de la ruta Provincial 13 y a dos kilómetros de San Vicente. Con el paso de los años se le fueron agregando aulas y nuevos espacios, casi todo producto del esfuerzo de los padres y docentes.

Luego al edificio de mampostería se le sumó un galpón de madera, que era utilizado como comedor. Pero el crecimiento de la matrícula no se detuvo y a falta de lugar para los nuevos grados creados, se decidió improvisar los cursos dividiendo el galpón con mamparas de machimbre. En esas condiciones dan clases hoy los alumnos. Además les faltan pupitres y sillas.

Como contrapartida, sobran voluntad y vocación en los docentes, sobran ganas de aprender en los niños, y sobra solidaridad en los padres y en los integrantes de la cooperadora escolar, para superar los obstáculos.

Precisamente para el acto del 9 de septiembre, donde le pondrán el nombre de profesor Juan Carlos Pirez a la escuela, padres y personal trabajan para embellecer el edificio. «Para nosotros es muy importante ese día, porque don Pirez fue muy importante para esta escuela y nuestra gente. Van a venir autoridades y a la escuela la teníamos que poner más linda, así que nos organizamos y la estamos pintando», dijo uno de los padres.

En falta

A la Escuela 207 asisten 612 alumnos en dos turnos, tiene una directora de segunda categoría, 23 maestros de aula, dos docentes de nivel Inicial y uno de Tecnología. Uno de los educadores confirmó que «desde hace mucho tiempo, todos los años se presentan notas al ministerio de Educación y al Consejo General explicando el problema que tenemos por la falta de aulas y no logramos respuestas, y mucho menos soluciones. Si ni siquiera tenemos docentes de áreas especiales como educación física y música, que es básico», dijo.

Volviendo a la cuestión de las aulas en el galpón, al haber dividido el espacio de lo que era el comedor, ahora los chicos comen en los mismos grados. Para colmo, la carpintería de la escuela, -tienen un profesor que enseña este oficio-, está pegada al mismo, y los ruidos característicos de martillazos, sierras y serruchos complican aun más el ambiente.

No es lo único que deben sufrir los más de 600 alumnos que asisten. Hay un solo inodoro para todos los varones, y apenas dos, para las niñas. Y a la hora del recreo no hay un patio, ni descubierto ni cubierto. Apenas un potrero.

En medio de las políticas de desarrollo de edificios escolares que lleva adelante el Estado, sorprende que en la cuarta población misionera, nadie atienda las necesidades de una escuela, que las está pidiendo a gritos para poder seguir enseñando.

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