El Chucho no pudo torcer la historia y la Davis fue para España

Cayó ante Fernando Verdasco por 6-3, 6-7 (3), 4-6, 6-3 y 6-1 y Argentina consumó otra frustración en la Copa Davis. Quedará para la estadística que perdió el punto decisivo

A José Acasuso el público no le pide juego. Le pide que ponga «huevo». No despectivamente, pero… ¿qué sentirá un tenista, en la más absoluta de las soledades, cuando le exigen tal cosa? En las tribunas está el termómetro. No toda la razón, pero sí seguramente se mastican allí las sensaciones que se plasman abajo, en el rectángulo.

Y lo que se sabía de antemano era que Fernando Verdasco tiene más juego de fondo, mejores golpes, en fin, un repertorio más completo. Por eso la intención de mostrarle a «Chucho» –con aliento- el arma que posee, una letal que en su caso a veces se vende como secreta: la confianza.

A partir de ella construyó el misionero una remontada con la que muchos comenzaron a frotarse las manos. Eran las 14:45 y acababa de ganar el tercer set. Estaba dando vuelta la historia, 2-1 arriba, con esa temible derecha bien suelta, con algunas visitas a la red después de un comienzo palo y palo desde el fondo. Tenía variantes, y eso en el tenis puede ser decisivo.

«Y Chucho ponga huevo, y Chucho ponga huevo», insistía el público local (sin hacer mayores alusiones al «miedo» del rival, un artilugio que no había funcionado el día anterior). Y eso que Acasuso había sido el dueño de los mejores puntos, como los cuatro smashes que devolvió con tiros también parecidos a un smash, pero dos o tres metros más allá de la línea de base… «Argentina, Argentina», seguía el coro.

El argentino, que debió tomar la responsabilidad de reemplazar a Juan Martín Del Potro, leyó bien el partido. Buscó el revés de su adversario e intentó cortar el suyo con slice. El problema era que la mayoría de esos tiros se quedaban en la red. El plan B fue invertirse y pegar de derecha. Lo logró de a (buenos) ratos.

Eso y la potencia de su saque lo mantuvieron en partido y hasta le dieron la chance de dominar el marcador. De no haber percibido esas falencias a tiempo tal vez hubiera abandonado la cancha mucho antes de las casi cuatro horas que duró el encuentro.

Acasuso no había pasado mayores inconvenientes con su saque en los dos primeros games del cuarto set y Verdasco, sin insinuar demasiado, se lo rompió para ponerse 4-2. Desde ese momento y hasta el final, «Chucho» ganó apenas dos juegos contra los ocho que le dieron el triunfo y la gloria al español.

El reproche que le cabe al misionero es haber salido a disputar el quinto set tan bajo de moral. Perdió el servicio en el primer game y otro más en el tercero. No había vuelta atrás. El resto fue un camino lineal hacia el desparramo de Verdasco en el suelo. Era su triunfo. Así de impensado. No había tenido miedo. Ojo: a Acasuso tampoco le faltaron «huevos».

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