Marino misionero entrena a los perros de rastreo de la Armada

Gustavo Antonio Núñez es suboficial segundo, infante de Marina y adiestrador en de la sección Perros Especiales de la Agrupación Perros de Guerra. Los perros colaboran con la seguridad de la Base Naval Puerto Belgrano y son entrenados para vigilancia, patrullaje, búsqueda y rastreo de sustancias tóxicas.

El posadeño Gustavo Antonio Núñez es suboficial segundo, infante de Marina y adiestrador en la sección Perros Especiales de la Agrupación Perros de Guerra. La valiosa labor que cumplen los canes de la marina es el resultado de una crianza responsable por parte de sus guías. Los perros colaboran con la seguridad de la Base Naval Puerto Belgrano y son entrenados para vigilancia, patrullaje, búsqueda y rastreo de sustancias tóxicas y personas.

Gustavo entrena perros dentro y fuera de la Armada. Dentro de la institución, su pasión comenzó cuando ingresó como marinero y hoy continúa, luego de 17 años en la Armada, como personal militar de la Fuerza.

«De chico quería ser militar por mi padre y mi primo. Yo veía sus uniformes, y eso me entusiasmaba», contó el nacido en Posadas hace 32 años. Su día comienza instruyendo a los Marinos Guías, y al perro de rastreo de la Sección Perros Especiales. «Se entrena a los perros desde cachorros, quienes asociarán con naturalidad, el alimento junto a la clorofila del pasto, el olor de la tierra y la adrenalina humana. Por eso, halla el rastro humano buscando comida en realidad», así explicó el proceso mental que hace el perro de rastreo. «Su cabeza es una computadora», apuntó.

La Posadas natal

«Extraño mi provincia, especialmente las reuniones familiares donde nos juntábamos toda la familia, y los partidos de fútbol con los primos. Seis hermanos aún viven en Posadas y mis padres también, en el barrio Yacyretá», dijo el infante.

«Recuerdo el paisaje de mi barrio y a mi escuela, hice la primaria en la Escuela 43 Reina de España», contó Gustavo.

Tenía 17 años cuando decidió dejar el hogar y dedicar su vida a la Armada; «no me querían firmar la autorización; mi mamá no quería que me fuera, pero hoy están orgullosos y a pesar de todo, siempre me apoyaron», añadió

Hoy vive en el Barrio Albatros XIV, en Punta Alta, ciudad vecina a la Base Naval Puerto Belgrano, con su esposa Gabriela y sus tres hijos: Daiana de 5, Erica de 7 y Cristian de 11 años.

Honor y coraje

«Con coraje y honor para apoyar la misión», es el slogan de Agrupación Perros de Guerra; destino que depende del Batallón de Vigilancia y Seguridad de la Base Naval Puerto Belgrano. El teniente de Fragata Juan Martín Cittá es el jefe de la Agrupación Perros de Guerra.

Se divide en dos secciones de perros, los perros de seguridad y exhibición que cuenta con canes policías y labradores; y la sección perros especiales, para narcóticos y rastreo. Las razas más adecuadas para esta tarea son los dogos y los pointers. «Hembras o machos, es indistinto para cumplir la función», saldó una duda Gustavo.

Está compuesta por 42 perros/as y 23 guías, en su mayoría de la raza ovejero alemán elegida por sus cualidades: «bravo en combate y leal con los suyos». El ovejero alemán se incorporó al sistema de seguridad de la base en 1965. El dogo, dentro del criadero, es un caso aparte, porque es el emblema deportivo y la mascota de la Infantería de Marina.

Los canes se caracterizan por ser fieles y valientes, de excelente temperamento y carácter, con gran robustez física y psíquica, pero sobre todo por poseer elevado nivel de audición y olfato. Más alto del que el ser humano puede percibir.

La Infantería de Marina de la Armada Argentina cuenta con el honor de haber destacado perros de guerra en la Gesta de Malvinas de 1982, contándose con numerosas actuaciones heroicas por parte de estos «soldados».

Durante la defensa de Puerto Argentino el Comando de la Infantería decidió el envío de una sección de perros de guerra, de la Base Naval Puerto Belgrano, con el fin de impedir infiltraciones de comandos británicos en el dispositivo defensivo propio.

El 7 de abril 18 perros, a las órdenes del Teniente de Fragata Miguel A. Paz, contaron con el Guardiamarina Veterinario Jorge Robles, el encargado de Sección el Suboficial Segundo Ernesto Franco y con sus guías, los soldados conscriptos.

De la dotación de perros de guerra de la Armada Veteranos de Malvinas, el que superó a todos en longevidad, fue Vogel; un ovejero alemán nacido en la Base Naval de Puerto Belgrano e hijo de Tell y Nixie, nacidos allí también.

Luego de la Gesta de Malvinas presidió todas las ceremonias de la Unidad luciendo en su capa la condecoración de Veterano de Guerra de Malvinas, y al fallecer el 1 de diciembre de 1991, fue enterrado en Puerto Belgrano mirando hacia las Islas Malvinas y con un monumento en honor a los perros Veteranos de Guerra.

Arca y Gustavo: un vínculo especial

Se crea un vínculo especial entre el perro y el guía, son una pareja de trabajo. «Los perros son considerados parte de nuestro equipo y tratados como tales, lo que produce una relación de confianza», sostuvo Gustavo. El adiestramiento se conforma de dos etapas. Por un lado, se desarrolla cuando son cachorros y consiste en ejercicios básicos con correa, caminatas junto al guía, y posiciones. En la etapa de adultez, se inician ejercitaciones sin correa y a una distancia de 25 a 50 metros del guía. Hasta los ocho años de vida, el perro trabaja activamente en la agrupación, en las áreas de seguridad, rastreo o narcóticos. Luego se busca un hogar sustituto donde le brinden contención. Se los entrena mediante el juego. Es un mito que se haga adicto por ejemplo, a un perro para tareas de narcóticos; ellos no buscan droga, la encuentran porque en el entrenamiento diario se le incorpora a los juguetes las sustancias reactivas.

«Mi nueva pareja es Arca, una ovejera», contó el misionero.

Sólo regresó Xuavia

La perra Xuavia estaba preñada cuando partió a la Gesta de Malvinas, siendo su Guía el Soldado Carlos Silva del Batallón Seguridad Agrupación Perros de Guerra. En la noche del 13 al 14 de junio, luego de soportar un intenso bombardeo británico sobre las posiciones argentinas, Xuavia regresaba junto a las tropas patriotas a Puerto Argentino pero repentinamente se separó y corrió hacia la negrura de la noche. Varias horas después fue encontrada dándole calor con su cuerpo a un soldado argentino herido, el cual fue llevado prontamente hacia el hospital por los camilleros y enfermeros del Ejército. De no haber sido por Xuavia ese soldado habría muerto congelado y desangrado. Xuavia regresó a su base naval y dio a luz a nueve cachorros con parto normal.

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