La autopsia al cuerpo de la pequeña Daiana Ortiz, la niña de 10 años que fue encontrada enterrada en un monte en inmediaciones de su casa, en Puerto Iguazú, no fue concluyente respecto de que la menor haya sido violada antes de morir, ya que no se encontraron rastros de semen en el cuerpo, aunque sí signos de abusos de índole sexual.
En ese marco, el principal acusado por el asesinato, el padrastro de la pequeña, Raúl De Lima, fue procesado por el delito de homicidio simple, que prevé una pena de entre 8 y 25 años de prisión.
La muerte de Daiana pudo darse, según el examen de los forenses, por un fuerte golpe en la cabeza, presumiblemente, dado con el mango de una herramienta -un pico-, que sería la mismo que la policía secuestro durante un allanamiento realizado en la casa de De Lima, y que habría sido utilizado por el supuesto homicida para hacer el pozo donde enterró a la niña.
El padre biológico de la nena, Roberto Jurakoski también contó que durante una de las búsquedas, durante los siete días que estuvo desaparecida Daiana, el imputado lo desvió del lugar donde finalmente fue encontrado el cuerpo. Indicó que no notaba demasiado interés en hallar a la pequeña.
