Financiera correntina en fuga no tenía respaldo legal

La Justicia inspeccionó las oficinas de Boston Continental donde secuestraron computadoras y documentación. No hay rastros de los directivos, presumiéndose que uno de los buscados estaría en Asunción y el otro en San Pablo. La Comisión Nacional de Valores deslindó responsabilidades. Los inversionistas afectados presentaron sus denuncias.

En Posadas Boston Continental también dejó un tendal de inversores damnificados. Cerró sus oficinas de Córdoba casi San Lorenzo.

En Posadas Boston Continental también dejó un tendal de inversores damnificados. Cerró sus oficinas de Córdoba casi San Lorenzo.

La agencia Boston Continental SA, que durante dos años operó como una financiera en Corrientes captando una larga ristra de clientes -más de seis mil personas- no figura en la nómina de entidades habilitadas por el Banco Central de la República Argentina (Bcra).

Tampoco estaba inscripta en la Comisión Nacional de Valores. Habría actuado al margen de las normativas que regulan la intermediación financiera, pero así y todo no tuvo problemas en acumular depósitos por un volumen varias veces millonario.

El 28 de diciembre pasado dejó de atender al público. Prometió abrir después de las fiestas, pero las puertas de las oficinas que ocupaban en la planta alta de la Galería Corrientes permanecieron cerradas y se desató una catarata de denuncias de ahorristas que se sienten estafados.

Ayer la Justicia ordenó romper la cerradura del local número 53 -uno de los tres que tenía Boston- y una comisión de efectivos de la División de Delitos Complejos de la Policía de Corrientes, encabezados por el fiscal de Instrucción Nº 2 Buenaventura Duarte requisó el lugar, según relató el diario El Litoral presente en el lugar.

En las oficinas hallaron tres computadoras y diversa documentación que fue secuestrada. El fiscal dijo que el material recolectado «es importante» y permitirá profundizar la investigación que aún está en una etapa preliminar.

En la sede de la división de Delitos Complejos, ubicada por calle Salta al 400 de esta capital, la cola de damnificados que concurrieron a hacer su exposición contra la financiera se mantuvo durante toda la jornada. Solamente en el primer día recepcionaron más de un centenar de testimonios. Todos abonan la denuncia inicial, formulada por una mujer identificada como Graciela Diana Muñoz.

El allanamiento en las oficinas de Boston Continental, una sociedad anónima representada por Alejandro Rotella y Marcelo Melgarejo, se realizó en horas del mediodía. El cerrajero tardó casi 50 minutos en taladrar el seguro de la puerta. Decenas de miradas supervisaban su trabajo: la de los ahorristas desesperados por recuperar su dinero. También estaban presentes el fiscal Buenaventura Duarte y el titular de Delitos Complejos, el comisario Guillermo Weyler.

El despacho principal, el de Melgarejo, estaba intacto. Una moderna computadora, monitor de pantalla plana, era la pieza más buscada. El hombre desapareció, pero sobre su escritorio todavía permanecían efectos personales. Papeles, agenda y una serie de portaretratos con fotos familiares, inclusive una que se tomó con un actual legislador provincial, ex gobernador de la provincia.

La Justicia secuestró tres computadoras y una serie de carpetas conteniendo «valiosa» documentación, según informaron extraoficialmente los investigadores.

Del dinero todavía no hay ninguna pista firme. Salvo algunos datos superficiales, se desconoce cuál era la operatoria de fondo de Boston Continental.

Lo que sí quedó en claro es que la entidad no estaba regulada por la Comisión Nacional de Valores, pues no trabajaba con títulos, bonos o acciones. Así lo aclaró Rodolfo Iribarren, gerente de la Comisión Nacional. (Ver aparte)

Boston Continental tampoco existe para el Banco Central de la República Argentina (Bcra). El Litoral constató el dato cotejando la nómina de entidades habilitadas por el Banco Central, único organismo encargo de autorizar operaciones en el mercado financiero.

El funcionamiento de la agencia era, aparentemente, irregular. Actuaba como una financiera, pero sin respaldo de autoridad competente.

A los clientes les hacía firmar un contrato de responsabilidad mutua. Una suerte de convenio entre particulares, sin garantía de cumplimiento, salvo la buena fe.

Al principio funcionó bien, la gente que depositó dinero logró cobrar intereses (altísimos) y recuperar el capital, pero luego se produjo la debacle. «Así funciona esto, no es sorpresa, ya ocurrió en otros lugares: primero todo parece normal, seguro, pero luego cuando el volumen de dinero es importante sucede algo, la entidad cierra y el dinero desaparece dejando enganchado a mucha gente», explicó Iribarren.

Se estima que la pseudo financiera Boston Continental tenía una cartera de más de 6 mil clientes. Aunque no hay precisiones, se especula que habían acumulado depósitos por 50 millones de pesos o más.

No solo pequeños ahorristas quedaron enganchados, también algunos inversores grandes que colocaron importante suma de dinero seducidos por las jugosas utilidades que ofrecía la entidad. El 20 por ciento de intereses a 30 días y 30 por ciento a 45 días.

Ahora el negocio, con pies de barro, se desmoronó y dejó un tendal de bolsillos heridos, incluidos a centenares de perjudicados en Misiones.

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