Se cumple un año de la tragedia de Ombú

En el primer aniversario de la desaparición de los palistas, aún continúa la búsqueda de Fabián Romero en la zona del lago de Yacyretá. Su mamá, «Seji» Romero, contó los pormenores de los 12 meses de ausencia del segundo de sus hijos.

Dolor de madre. La foto y el recuerdo imborrable.

Dolor de madre. La foto y el recuerdo imborrable.

[su_note note_color=»#cdcdcd»]Mañana a las 20 en la parroquia San Antonio se celebrará una misa en memoria de los chicos[/su_note]El año pasado cuando todas las noticias centraban su atención sobre el inicio del verano, una tragedia conmovió a la sociedad posadeña. El 4 de enero dos jovencitos salieron a remar en un pequeño bote desde el Club de Pesca Rincón Ombú de la vecina localidad de Ituzaingó. Ese paseo se convertiría en el último, dado que horas más tardes todo el grupo familiar que los acompañaban daba parte a las autoridades de su desaparición. Mañana en el primer aniversario del luctuoso episodio se celebrará una misa en la parroquia San Antonio, que además de rendir homenaje a los amigos reavivará la esperanza de hallar a Fabián Romero, a quien aún familiares y amigos esperan hallar.

«Hace exactamente un año mi hijo salía de mi casa para empezar sus vacaciones con sus amigos y esa fue la última vez que lo vi», contó ayer Norma «Seji» Lilia Cáceres de Romero, mamá de Fabián.

Fabián y Luciano eran deportistas y apreciaban las actividades acuáticas. Muchos jóvenes luego de su desaparición organizaron marchas, cadenas de oración y en el operativo de búsqueda participaron cientos de uniformados no sólo de la Prefectura de ambas Provincias, sino también personal especializado del Ejército y sus pares paraguayos.

La vigilia también incluía plegarias para los voluntarios que, arriesgando su vida, recorrían cada sector del lago de la represa Yacyretá, sitio donde estiman habían estado los palistas esa tarde.

La gran laguna era conocida por su magnitud y peligrosidad por los lugareños, que advertían que la calma que reinaba en el espejo de agua podía cambiar bruscamente con la aparición de vientos que provocaban olas de hasta más de diez metros.

Después de 40 días de rastrilaje por la zona y sitios lindantes un grupo de profesionales de la Universidad Nacional del Nordeste, que se encontraban realizando estudios en el lugar, dio con los restos de quien más tarde fuera identificado como Luciano Barbieri.

En días posteriores se intensificó la búsqueda de Fabián pero todo intento fue en vano. Lamentablemente mermó la cantidad de personas que integraban los operativos, pero para esta decisión fue crucial el tema de los costos que implicaban los patrullajes con las lanchas y botes de particulares.

«A veces me cuesta decir que mi hijo está desaparecido. Me resulta mejor decir que es uno de los palistas que aún no apareció. Deberíamos creer que lo que ocurrió fue un accidente náutico pero muchas hipótesis se manejaron, hasta la de un secuestro. Como padres fue imposible descartar alguna pero las autoridades nos dicen que todo indicaría que fue una tragedia», contó Seji.

«Nosotros hacíamos expediciones con familiares y amigos. En toda la Provincia, hasta el día de hoy hay carteles con sus fotos, hasta en los atracaderos de pescadores. El tema del secuestro, que según decían que los chicos podrían haber visto algo se fundamentó porque muchos comentaban que en el lugar que se perdieron era una zona donde habían contrabandistas, pero nada de eso se pudo comprobar», explicó la mujer.

Con la mirada triste sostuvo que sigue en contacto con la gente de Missing Children quienes también se acercaron para colaborar.

Suerte o destino

La mujer, por otro lado, consideró que quizás haya sido el destino el que permitió que se encuentre a Luciano dado que ese día, el 13 de febrero no se habían realizado rastrillajes en la zona.

«Nosotros ese día volvíamos de la fiscalía de Paraguay donde hay una denuncia por la desaparición de mi hijo. Al llegar a casa me llaman desde la Prefectura y me preguntan cómo estaba vestido mi hijo. Pero sabemos que en la zona también hay yacarés y si esa fue la suerte de Fabián es probable que no se halle nada. Por cuidado no habíamos hecho pública muchas especificaciones, pero ante la noticia reaccionamos de inmediato. Ahí se redobla la búsqueda pero lamentablemente sin resultados positivos», explicó «Seji».

Aunque reconoció que estos doce meses fueron muy difíciles, como familia cristiana dijo que todos los días le pide a «Dios que me dé fuerzas».

«Un sacerdote en una de las tantas celebraciones que realizamos, me dijo que jamás había visto una devolución de amor tan grande de tantos chicos con nosotros y con nuestros hijos. Al día de hoy los amigos de Fabián llegan a casa y se juntan con su hermano. Nuestros familiares también están cerca y atentos. Nosotros seguimos esperando respuestas y, para darte un ejemplo, tratamos de estar informados de todo. Miramos hasta los noticieros paraguayos por si aparece un dato de nuestro hijo», añadió.

Mañana a las 20 en la parroquia San Antonio del barrio Rocamora se celebrará una misa en memoria de los jóvenes, a la que se invitó a todos los que quieran participar. También si las condiciones del tiempo lo permiten en el Club de Pesca Ombú se hará una pequeña oración con una ofrenda floral.

«Lo que me dejó mi hijo fue una enseñanza de amor. Seguir no es fácil pero supongo que siento lo mismo que esos padres que tienen a sus hijos desaparecidos. Hay cosas que se hacen y a veces le pido a Dios que me dé fortaleza porque siento que no puedo seguir y así nos apuntala la familia y los amigos que siempre están. Los compañeros de Fabián que se volvieron amigos de mi otro hijo son una muestra de amor, es lo mínimo que podemos hacer con todo lo que mi hijo nos dio».

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