La Iglesia identificó desafíos y trabajará en nuevas estrategias

Con la misa de Loreto concluyó el Año Jubilar, el Obispo de la Diócesis de Posadas, Rubén Martínez reconoció los desafíos para la evangelización y explicó que el «trabajo misionero recién comienza».

Con fe y alegría. Al finalizar el Año Jubilar, la Iglesia congregó a su fiales en el centro de espiritualidad de Loreto.

Con fe y alegría. Al finalizar el Año Jubilar, la Iglesia congregó a su fiales en el centro de espiritualidad de Loreto.

Bajo una intensa lluvia más de 10 mil feligreses participaron ayer de la misa que se realizó tras la Peregrinación a Loreto donde se dió por finalizado el Año Jubilar y se presentaron las conclusiones del Sínodo Diocesano, debate que marca el nuevo rumbo de la Iglesia. En su homilía, el Obispo de la Diócesis de Posadas, Monseñor Juan Rubén Martínez bregó por que los misioneros se unan para contruir el bien común y para que los políticos sepan convivir en el marco de una «sana democracia». Reconoció que después de tantos meses de trabajo la Iglesia asume que la tarea evangelizadora cambió y que no será fácil, pero al mismo tiempo convocó a los cristianos a asumir la cotidianeidad como una misión diaria «con la certeza de que Dios los acompañó, los acompaña y los acompañará».

Desafíos futuros

«Tenemos que agradecer porque llegamos hasta aquí con el cierre del Año Jubilar y despúes de trabajar en nuestro primer Sínodo Diocesano. Con grupos de trabajo en el año que la Diócesis cumple 50 años y con muchos desafíos por delante. Queremos decir como San Alberto Hurtado, contento, Señor, contento», dijo Martínez.

Respecto al Sínodo, el Obispo lo definió como un instrumento guía donde se produce una interacción con el Pueblo de Dios. Además recordó que en el trabajo que se realizó en los más de 700 grupos de reflexión se analizaron las estrategias de evangelización con más de siete mil entrevistas realizadas en diferentes comunidades de la Diócesis, tarea realizada por el Departamento de Estadísticas del Instituto Montoya.

Los ejes temáticos fueron «Misioneros de Jesucristo: búsqueda de nuevas estrategias de evangelización», «Discípulos de Jesucristo: Formación como camino de discipulado», «El compromiso de los Laicos en la Iglesia y en el Mundo», «Iglesia. Casa y escuela de Comunión para los jóvenes», y «Familia: Testimonio de Comunión».

En ese sentido el Prelado aclaró que «la misión de la Iglesia es dar constantemente respuestas a los problemas actuales reconociendo problemáticas en común y nuevas maneras de trabajar sobre ellas».

Ayer en la Eucaristía se presentaron junto a la Ofrenda las conclusiones del Sínodo, documentos que serán recopilados y publicados en febrero del año próximo.

«Sabemos que el camino de la cotidianeidad es duro y muchas veces tenemos la tentación de bajar los brazos. Despúes del Año Jubilar tenemos la certeza de que el Señor está con nosotros y debemos sentir su fuerza en nuestro corazón para anunciarlo a Cristo y ser testigos de vida», dijo.

Martínez consideró que la tarea evangelizadora es compleja y que «no es nada fácil» pero manifestó que «la Iglesia con alegría y fé soteará los momentos difíciles».

También en su carta dominical el Obispo recordó a los pioneros de la evangelización en la tierra colorada: San Roque González, San Juan del Castillo y San Alonso Rodríguez.

«Al finalizar el año Jubilar quiero expresar nuestro gozo y compromiso en cuatro palabras que forman parte de la conclusión de las Líneas Pastorales Sinodales: comunión, alegría, misión y esperanza», señaló.

Por comunión explicó a la unión en la diversidad a través del amor de Dios, mientras que la alegría era la síntesis de la tarea cumplida. Por la certeza de ser discípulos de Cristo y haber actuado en consecuencia trabajando tanto en la reunión de Aparecidas en Brasil como en el encuentro celebrado este año en el Caribe.

En cuanto a la misión remarcó la tarea evangelizadora buscando dar respuestas adecuadas a los tiempos actuales y acercando a la Iglesia al pueblo.

Finalmente al hablar de la esperanza se refirió al compromiso de los miembros de las comunidades, el desafío de seguir construyendo a través del camino de la santidad «con la certeza y la confianza de ser hijos de Dios quien siempre nos acompaña».

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