Tras una lenta evolución, hoy darían de alta a Mandové

El artista plástico misionero tuvo una internación de casi dos meses debido a una insuficiencia cardíaca que se complicó. [su_note note_color=»#cdcdcd»]A casi dos meses de su internación, uno de los artistas plásticos más queridos vuelve a su hogar[/su_note]La comunidad artística misionera se mantiene en vilo por estos días. Es que uno de sus hijos más queridos, Oscar Floriano «Mandové» Pedrozo, de 67 años, tuvo que ser hospitalizado hace casi dos meses tras sufrir una descompensación por insuficiencia cardíaca.

La delicada salud del artista plástico lo llevó a alojarse en terapia intensiva del Sanatorio Nosiglia. Temiendo lo peor, Mandové fue visitado por muchísimos colegas y familiares.

Pasadas las 18 de ayer, la médica que realizó su seguimiento le comunicó a los parientes que hoy ya podría salir de alta el artista plástico.

Su labor

Mandové se encargó siempre de mantener vigentes las cuestiones típicas de nuestra tierra en sus obras de arte, para evitar que la gente las olvide.

Nació en la localidad de Itacaruaré, creció en Posadas, tiene 67 años y se dedica al arte desde muy joven. Tiene dos hijos grandes, pero actualmente vive solo en Posadas, por lo que se considera un solitario por elección.

Autodidacta, Mandové no se considera un artista plástico, «lo que sí me gusta es pintar. Pinto todo el día si es posible», indicó. Se dedica también a la terracota en barro y todo lo que sus fuerzas se lo permitan y tenga que ver con el arte, siempre con motivos regionales.

Entre sus debilidades a la hora de pintar figuran los paisajes de la tierra colorada, la costa del río Uruguay y las cuestiones típicas casi desaparecidas en la actualidad. «Me encanta hacer esas viejitas sentadas, porque antes acá venían mucho de las villenas, y con el tiempo terminó. Te traían los pollos, frutas y tantas cosas en lanchas. No se ven más las viejas con los canastos en la cabeza», comentaba el artista cuando relataba su vida a este diario. Le apasionan también los barcos, la costa, el agua y las piedras.

Para nuestro querido Mandové:

Por Tiki Marchesini

Un artista es alguien que se involucra, aprecia y percibe lo que siente su comunidad y lo transfiere, lo plasma mediante una representación (musical, audiovisual, plástica, etcétera) a través de su propia capacidad.

El sentido es grupal. El artista es nada más que el medio; ha tenido el virtuosismo de ser quien ha sabido transmitir y expresar lo que somos como pueblo.

Mandové es la expresión de nuestra sociedad puesta en su mano, en el trazo de cada dibujo, de cada línea y de cada punto. Pertenece a nosotros. Somos nosotros.

¿Quién no tiene o ha querido tener un «Mandové»?

El objeto artístico trasciende al mismo artista y se construye como un objeto en sí: un Mandové. Y todos, los que por raíz o por elección somos misioneros, no podemos evitar «sentirnos nosotros» en ese trazo. Y estamos allí: reflejados, en un Mandové. Somos nosotros.

¿Reconocimiento histórico?

Dicen que la insobornable ley del tiempo solamente hace que los artistas seamos valorados cuando no estamos más. Miremos la historia de los pueblos, la historia de la humanidad. Pero miremos para cambiarla.

Para ser mejores seres humanos.

Para «comprar», para reconocer con el valor que profiere el dinero y no sólo el mérito, ese objeto artístico del cual somos parte, permitiendo que el artista pueda seguir expresando más de nosotros.

Pueda seguir siendo nuestra voz, nuestro cuerpo, nuestra mano.

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