«Ir a servir a Mozambique es un sueño cumplido con creces»

Rogelio Peralta, el misionero que viajó a evangelizar y realizar tareas comunitarias del otro lado del mundo, regresó por unos días y cuenta la experiencia de brindar ayuda por amor y empapado de la gracia de Dios.

La triste y dura realidad. La mortalidad infantil en Xia Xia es de más de 27%.

La triste y dura realidad. La mortalidad infantil en Xia Xia es de más de 27%.

[su_note note_color=»#cdcdcd»]Las personas que deseen colaborar pueden acercarse hasta el Obispado de Posadas[/su_note]»Los mozambiqueños son un ejemplo porque viven en la gracia de Dios a pesar de no tener lo indispensable para vivir», dijo Rogelio Peralta el misionero laico que hace un año reside en Xai-Xai en Mozambique a través de un programa de diócesis hermanas que se estableció entre la diócesis de Posadas y aquel distrito de África. El objetivo del intercambio de tres años es brindar ayuda mediante la oración y el aporte de recursos humanos. Por estos días en Posadas, Rogelio además de descansar participa de la organización de un programa por medio del cual se pretende instalar el sistema de padrinazgo para los «Niños Huérfanos del Sida».
Con sus 40 años y una paz en la mirada que se transmite casi instantáneamente Rogelio comentó cómo es la vida en el país del África austral y cuáles son las características de un pueblo sumamente pobre donde llueve una vez por año y generalmente escasea la comida.

Llevar la Palabra

«Mi tarea es dar la primera evangelización tanto a grandes como a chicos con la colaboración de un traductor. Si bien el idioma oficial es el portugués, en el norte de la diócesis, donde trabajamos se habla un dialecto denominado zángana. Por ahora entiendo casi el 80 por ciento de su idioma aunque aún no pueblo entablar conversaciones,espero avanzar en los dos años que me quedan», dijo.
Contó que el clima allá es semidesértico con tan sólo una lluvia por año y que para su subsistencia la población cultiva maíz, poroto, mandioca, maní y calabazas.
«La realidad allá es muy dura. No sólo porque no contamos con energía eléctrica ni agua potable sino porque el pueblo en un 90 por ciento es analfabeto. Lo que nosotros hacemos es tratar de formar agentes pastorales para que puedan interactuar entre pares y también se creó una escuela de oficios donde asisten muchos hermanos», añadió.
Por otro, lado explicó que la situación social y económica del país es de postguerra dado que tras declararse su independencia en el año 1975 hubo una guerra civil que duró 16 años y que hasta hoy en día tiene consecuencias lamentables.
«Es difícil pensar pero más aún ver cómo todavía hay niños y adultos que mueren víctimas de las bombas que permanecen enterradas bajo la tierra, letales vestigios de la guerra», sostuvo.
Dijo que, lo que también le llamó la atención fue que los pueblos sobreviven gracias a la ayuda que llega de países del exterior y de organizaciones como la UNICEF. «La UNICEF realizó una perforación para que nos podamos abastecer de agua pero cada semana entrega a las familias de las comunidades 15 bidones de 25 litros de agua potable para cada uno.

Triste realidad

Una de las cuestiones más duras que comentó Rogelio a la hora de relatar su vivencia fue sin duda el hecho de que día tras día se enfrenta con la muerte y la desidia. Los números que se manejan como variables estadísticas sobre la situación de vida de la población y especialmente de los niños son muy duros. En los dos distritos mozambiqueños la mortalidad infantil es de más de 27 por ciento. A eso se le debe sumar que el 50 por ciento de la población es portadora del virus del VIH Sida.
«En un principio fue duro todo, no solamente la distancia y la falta de elementos indispensables como la energía eléctrica o el agua potable sino también el choque cultural. En estos países es común la poligamia, donde un hombre puede tener hasta cinco mujeres y con cada una, la misma cantidad de hijos. Ésta es una de las razones por la que el virus del Sida se ha propagado como endemia», sostuvo.
Por otro lado, dijo que si bien desde organismos internacionales y desde el gobierno se distribuyen drogas retrovirales, se hace un análisis previo del pacientes para corroborar que esté en condiciones de recibir la medicación y continuar con el tratamiento.
«Los tratamientos con retrovirales para que hagan efecto deben ir acompañados por una buena alimentación y ésto se presenta como un gran inconveniente. Por otro lado están los altos niveles de analfabetismo que hacen que la persona que se sienta mejor abandone las drogas, lo que provoca inmediatamente una recaída y lo único que resta por hacer es comenzar de nuevo», explicó.
Confesó que lo que más le conmovió es que a pesar de que la población vive el día a día y que por ahí saben que hoy tiene para comer y mañana no, jamás pierden su alegría.
Regresará a su misión el 19 de enero y quienes quieran colaborar con la causa pueden hacerlo acercando donaciones de dinero en efectivo a la Diócesis de Posadas, en la calle Félix de Azara 1604 o para mayor información dirigirse telefónicamente al 03752- 423221.
«Queremos armar un programa para que los misioneros puedan apadrinar a niños que se quedaron huérfanos por causa del Sida», explicó.

Su vida

Rogelio Peralta, nació en la capital misionera pero apenas cumplió siete años sus padres lo llevaron a vivir a Encarnación, Paraguay. Allí realizó sus estudios primarios, secundarios y universitarios. En 1990 egresó de la carrera de Licenciatura en Enfermería y una vez con el título superior en mano optó por regresar.
El 23 de noviembre del año pasado viajó en el marco del Programa «Iglesias Hermanas» que lleva adelante la Diócesis de Posadas y Xai-Xai en Mozambique. A partir del año 1991 se encaminó en la vocación ad gentes que significa la vocación de laicos católicos.
Primero transmitió el evangelio, casa por casa, por el interior de la provincia; después caminó por el suelo árido de la Patagonia y ahora su espíritu se dirige a terrenos africanos.
Hasta el día de hoy es soltero pero no dudó en vaticinar que «nunca se sabe donde se puede encontrar el amor». Se define como un hombre que se siente útil ayudando a los que más necesitan.

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