Una cuenca forestal que busca inversiones para competir

En San Vicente trabajan 55 aserraderos, pero existen solo tres secaderos de madera. Son Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes) que encuentran serias dificultades para avanzar sobre nuevos nichos de mercados ante la falta de maquinaria y tecnología. Pero además requieren mano de obra calificada. Con el propósito de superar esos obstáculos conformaron la Cooperativa Maderera Agro Foresto Industrial Zona Centro (Comafi).
[su_note note_color=»#cdcdcd»] 25 pequeños productores de esa ciudad decidieron conformar la Cooperativa Maderera Agro Foresto Industrial Zona Centro (Comafi)[/su_note]La actividad foresto industrial de Misiones viene mostrado un crecimiento sostenido desde hace una década aproximadamente, pero con diferentes matices según las zonas productoras. La región central, que sigue la línea de la ruta nacional 14 y nuclea a los municipios Oberá, Dos de Mayo, San Vicente, El Soberbio, San Pedro y San Antonio, concentra alrededor de 400 pequeños y medianos aserraderos que demandan, por ejemplo, mayor tecnología para la incorporación de valor agregado.

Es un segmento que tiene un gran impacto laboral, puesto que concentra casi el 95 por ciento de la industria forestal, y representaría cerca del 75 por ciento de ocupación de mano de obra del sector en Misiones.
La cuenca forestal comprende municipios que históricamente estuvieron vinculados a la actividad agrícola con fuerte presencia de la yerba mate y el té, pero que en los últimos años se han abierto a otras actividades. Así la madera ingresó al círculo de sus economías.

El único municipio con tradición maderera de esa franja es San Vicente, pero aún situándose en ese sitial de privilegio el sector muestra algunas falencias en torno al procesado del producto, su salida al mercado internacional con valor agregado y la capacitación de los trabajadores.

Con el propósito de superar esos obstáculos, 25 pequeños productores de esa ciudad decidieron conformar la Cooperativa Maderera Agro Foresto Industrial Zona Centro (Comafi). Algunos de ellos integran, en forma paralela, la Cámara Central de Madereros y Afines (Cacema); entidad que posee alrededor de 50 asociados de los distintos departamentos.

Son Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes) que encuentran serias dificultades para avanzar sobre nuevos nichos de mercados ante la falta de maquinaria y tecnología. En San Vicente trabajan en total 55 aserraderos pero sólo tres de ellos poseen secaderos propios. El resto debe alquilar los servicios para la secansa de la madera.
¿De qué manera repercute esta realidad en la producción de las Pymes? «No podemos darle mayor valor agregado a la madera», el presidente de la Comafi, Enrique Schmit.
Montar una planta de secansa exige una erogación aproximada de 50.000 dólares, una cifra inalcanzable para los empresarios.
«Cuando decidimos nuclearnos en la cooperativa –que aguarda la matrícula nacional para funcionar como tal- fue justamente porque necesitamos unirnos para poder invertir en maquinarias porque individualmente no podemos hacerlo», acotó Schmit.

La producción forestal de San Vicente está abastecida por una cubierta de bosques superior a las 4.000 hectáreas. El pino en sus diferentes clases Elliotis, Tadea y Paraná, y el eucalipto son las especies predominantes.
La madera tiene como destino el mercado interno y el externo. Para el primero de ellos se destina la madera cerrada, es decir, machimbres, tiranterías, madera para revestimiento, zócalo y madera para tranqueras. «Estamos vendiendo en tres puntos fuertes del país como Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe», afirmó el empresario.

Para exportación, en cambio, se destinan piso parquet y partes para el armado de camas y otros muebles. El Sur de Brasil, España e Italia son los centros de consumos. «A Brasil, por ejemplo, estamos vendiendo todos los elementos básicos para el armado de los muebles, allí se hace el resto del trabajo y el producto terminado se envía a Estados Unidos y Europa. Si nosotros tuviéramos mejores tecnologías podríamos realizar el trabajo completo en San Vicente y vender la madera con mayor valor agregado», dijo Schmit. «Desde la cooperativa lo que buscamos es justamente eso: lograr inversiones para montar más secaderos y un aserradero para la fabricación de mubles y de briquetas», subrayó.

Esa es una de las maneras en que los pequeños silvicultores puedan evolucionar tecnológicamente y dar el gran paso, de las tablas aserradas y secado natural, a la adopción del afilado y mejora en el proceso de corte del aserrado y secado artificial.

La capacitación, la otra deuda
Pero ese avance requiere, además, de mano de obra calificada, que hoy no se encuentra en la zona. De hecho, los operarios son especialistas en madera aserrada, pero no están preparados para otros tipos de actividades. Para el presidente de la Comafi, la capacitación debe apuntar a los secaderos, a las afiladoras, machimbradoras y a las carpinterías. «Nosotros (los empresarios) enviamos a nuestro personal a cursos de perfeccionamientos y seminarios cada 4 meses, pero no es suficiente. Lo que la provincia necesita es una escuela capacitadota permanente», advirtió.

El año pasado se conformó la Cacema; entidad que posee alrededor de 50 asociados. Su presidente, Oscar Berezoski, afirmó que «más allá de los aserraderos, la intención de la cámara es aglutinar a todos los actores de la cadena productiva de la madera, con el objetivo de que logren mejoras en capacitación, tecnológicas y de comercialización. Las Pymes saben que si generan la condiciones óptimas de producción, podrán unirse a otros empresarios de la zona para atender el mercado con mayor volumen y valor agregado».

La Cacema, de acuerdo a una información también difundida por el periódico Tiempo Agropecuario, se planteó como objetivo anexar cada año más superficie forestada, en principio la idea es sumar cerca de 2.000 mil hectáreas al círculo productivo. Así, la cámara busca anticiparse a uno de los futuros problemas: la falta de materia prima.

Berezoski dijo que podría existir desabastecimiento de madera en la próxima década y aventuró que habrá un bache de oferta y la demanda de la madera para aserrío «debido a que los pequeños productores no están reforestando. En los últimos años no se plantó nada en la zona», apuntó.

La situación provincial
Una radiografía sobre la cobertura de bosques tanto naturales como cultivados de la provincia permite ver que Misiones posee 1,88 millones de hectáreas de bosques de los 31 millones de hectáreas totales del país. Mientras que a nivel mundial, la cifra asciende a 3.454 millones.
De ellas, 330.000 hectáreas son bosques cultivados, del 1 millón de hectáreas que tiene la Argentina. El sector mueve en la provincia cerca de 900 millones de dólares.

Misiones posee 350.000 hectáreas de bosques cultivados, 600.000 m3 de aserrío para secado, 600.000 m3 madera aserrada para remanufactura, 500.000 m3 de madera para partes de muebles y 1.500.000 toneladas de residuos del aserrado, entre corteza, costaneros, despuntes, aserrín y viruta.
Estos datos fueron aportados por la directora del Centro Tecnológico de la Madera (CTM) de la Subsecretaría de Bosques y Forestación del Ministerio de Ecología y Recursos Naturales Renovables y Turismo de la provincia, María Luisa Pasculli.

Entre las potencialidades y fortalezas para el desarrollo de bosques cultivados en Misiones, Pasculli trazó una comparación por regiones de la producción foresto industrial de coníferas. Dijo que en la Zona Oeste de la provincia, están instaladas 138 industrias que tienen un consumo mensual de 233.208 metros cúbicos; en la Zona Este existen 155 plantas fabriles con un consumo de 18.331 de metros cúbicos por mes, y en la Zona Sur trabajan 231 fábricas con 45.231 de metros cúbicos de consumo mensual.

Sobre la superficie cultivada, la ingeniera forestal subrayó que en el Oeste provincial se cultivan 159.211 hectáreas, en el Este 46.808 hectáreas y 57.649 hectáreas en la Zona Sur.

Junto a la construcción, el forestal es uno de los ámbitos que más empleos viene generando en los últimos años. Los últimos datos oficiales en este aspecto, datan de hace tres años pero hay, incluso, una proyección (también oficial) para el año que viene. La rama «forestal primario», generó 12.000 puestos que en el 2003, y se estima que al 2007 esa cifra ascenderá a 18.207; en «Madera aserrada», los puestos laborales fue de 14.000 hace tres años y se espera que asciendan a 24.674 el próximo año; en «Laminados y tableros», fueron 3.500 los operarios y está proyectada que la cifra llegue a los 4.762; en «Fabricación de muebles y partes», los números fueron 5.300 en el 2003 y 9.445 estimados para el 2007; mientras que en el rubro «Pasta, papel y cartón», la cantidad de empleo era de 2.600 en el 2003 y se esperan 3.161 puestos de trabajos para el año que viene. En total, en el 2003, el sector forestal movilizó a 37.400 trabajadores mientras que para el año que viene se espera que esa cantidad ascienda a 60.249 en toda la provincia.


Pero no todo es color de rosa en el universo forestal. Una de las falencias del sector constituye la ausencia de inversiones que permitan canalizar las potencialidades. Se requieren inversiones en varios frentes: «Hay que realizar una fuerte apuesta en por lo menos 650.000 hectáreas de bosques cultivados», advirtió Pasculli, pero sin dejar de lado la necesidad de contar también con más secaderos de madera. En ese sentido, estimó que tiene que «haber por lo menos un secadero por cada cinco aserraderos» coincidiendo con los reclamos puntualizados por Schmit y Berezoski.

Además, se necesitan recursos para adquisición de maquinarias para remanufactura de machimbres, tableros y molduras; maquinarias y herramientas para carpinterías y mueblerías; maquinarias para la recuperación de los subproductos del aserrado y maquinarias e instalaciones para producir energía a partir de biomasa forestal/sustrato para viveros a partir de la corteza. Además de la capacitación y transferencia de conocimiento e innovación tecnológica.

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